Ejemplos con verdadera

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Y el alma, Platero, se siente reina verdadera de lo que posee por virtud de su sentimiento, del cuerpo grande y sano de la naturaleza que, respetado, da a quién lo merece el espectáculo sumiso de su hermosura resplandeciente y eterna.
La verdadera universidad de nuestros díasasentó Carlylees una biblioteca.
El mal no está en que, por casualidad, salga de un mal tabernero un buen ministro, o un gran alcalde, o un perfecto modelo de hombres de sociedad, la desgracia de España, la del mundo actual, consiste en que quieran ser ministros todos los taberneros, y en que haya dado en llamarse verdadera a la de una sociedad en que los como yo.
Esa misma monstruosidad hace muy difícil, si no imposible, que se la pueda presentar a la Cámara como hija de una verdadera necesidad de los pueblos, a cuyo beneficio se encamina.
La proposición del diputado Peñascales, célebre desde ayer en los fastos parlamentarios, es una verdadera monstruosidad en la forma y en el fondo, y bien seguro es que no hubiéramos dicho de ella lo que dijimos al anunciarla, si la hubiéramos conocido entonces como la conocemos ahora.
Había allí verdadera fiebre habladora, pero ¿quién de los que hablaban valía el trabajo de ser oído diez minutos con paciencia? De aquí que no se sorprendiera maldita la cosa al observar que mientras un orador de mala facha y peor estilo se desgañitaba echando pestes por la boca, manoteando sobre el banco delantero y tragando vasos de naranjada, entre consulta y repaso a sus apuntes, los poquísimos diputados que quedaban en el salón se entretuviesen en hacer pajaritas de papel, en despachar su correspondencia o en chupar los caramelos del presidente, de que provee a este personaje abundosamente el Estado, teniendo en cuenta, quizá, que para soportar la amargura de ciertas horas, no basta un muelle sitial de terciopelo, por muy elevado que se ponga.
¡Una verdadera infamia!le respondió Lépero guiñándole el ojo.
Era, en substancia, la representación escrita del espíritu yerto de la época en que se daba a luz, pero hasta el punto de dudarse si procedía de tal padre, o, al contrario, si era él quien había formado ese espíritu, quien alimentaba y nutría el alma de esa nueva raza, verdadera plaga del siglo que corre, raza sin convicciones, sin fe, sin entusiasmo, que llaman a todo cuanto le garantiza una tranquila digestión, y a cuanto redunda en aumento de su caudal, que entiende por su hogar doméstico, y por , un conjunto de ciudadanos para vender y comprar, tranquilamente, fardos de algodón, harinas de Castilla o papel del Estado, raza que transige con todo, menos con que se suba un cuarto la libra de pan.
Dejar esto, que es seguro y positivo, por la esperanza ilusoria de otra cosa mejor, téngolo por verdadera temeridad a más de insigne ingratitud.
Porque lo primero que hay que admirar en , y lo que desde luego la da conocida ventaja sobre las novelas anteriores de su autor, es el tener verdadera acción, y acción tan bien graduada, tan natural, tan sencilla, tan en línea recta, tan consonante con los datos psicológicos y fisiológicos de los personajes, tan a tiempo ligada, tan a tiempo resuelta, tan ajena de todo lo que parezca artificio, violencia o amaño, que el ánimo no puede menos de pararse gustosamente ante tan severa estructura y trama tan bien concertada.
Confieso que la unánime y entusiasta aprobación, diré mejor, la alabanza sin restricciones que ha coronado a , ha sido para mí, como para su autor, una verdadera aunque agradable sorpresa.
Disputan algunos si hay o no verdadera diferencia entre los términos realismo y naturalismo.
A lo cual todavía puede añadirse que, formulada en esos términos la cuestión, envuelve una verdadera logomaquia, a lo menos para las gentes, todavía muy numerosas, que creemos en alguna metafísica, y afirmamos la existencia de algo superior a lo fenomenal, relativo y transitorio.
Hay un oportunismo de la virtud, que es la verdadera doctrina paulina.
¡Y mi confesor me persuadía que cercenar las inclinaciones amorosas no cuesta ningún esfuerzo! La solterona me replicó: No te apures, don Pedrito, estoy convencida que tienes verdadera vocación de cura.
Ahito y ebrio con el éxito, ¿qué le importaba a él la expresión hipócrita y maligna del ya desbaratado rival? Y, sin embargo, sentíase humillado, adivinando que la verdadera rivalidad entre ellos no era zapateril, sino de otro orden más íntimo y personal, y que en aquella larvada e inevitable rivalidad acaso Belarmino saliese vencedor.
Presto se recobró y se percató de la realidad verdadera.
Belarmino había contado a Xuana, antes de casarse, la verdadera historia, que ella admitió sin sospechas.
Cuando se hacen cargos a los naturalistas por tales obras, responden siempre que el naturalismo no es eso, y tienen razón, sin duda, y es una verdadera necedad de críticos adocenados el estribillo opuesto.
Los espectadores, contagiados por los del juego, se pasaban de mano en mano los jarros pagados a escote, y era aquello una verdadera inundación de aguardiente, que, desbordándose fuera de la taberna, bajaba como oleada de fuego a todos los estómagos.
Él, de levita atrasada de tres modas, guantes negros, sombrero de copa con alas microscópicas y en el chaleco una verdadera maroma de oro.
Conocía bien la plaza, había pasado en ella una parte de su juventud, y cuando de tarde en tarde iba al Mercado por ser víspera de festividad en que se encendían todos los hornillos de su cocina, experimentaba la impresión del que tras un largo viaje por países extraños vuelve a su verdadera patria.
¿Será cierto que el dolor es el triste patrimonio de la mísera humanidad? ¿Será cierto que no es posible la realización de nuestros más nobles deseos? Malógrense enhorabuena los planes del malvado, disípense como la niebla los proyectos del perverso, pero ¿por qué han de ser inútiles y vanos todos los pensamientos generosos, todas las desinteresadas aspiraciones de la juventud? ¿Será cierto que la maldad nos acecha por todas partes? ¿Será verdad que el vicio se disfraza con el blanco traje de la virtud, y que la flor más bella está comida de gusanos? ¿Si es una verdadera miseria vivir en la tierra, no es mejor morir cuando no hemos probado aún las amarguras de la vida?.
Cuando se habla de la pretendida felicidad de los ricos, y se elogia la abundancia en que viven, el lujo que gastan, las comodidades de que disfrutan y el bienestar que los rodea, nadie acierta a señalar lo único que a los mimados de la fortuna da verdadera superioridad sobre aquéllos que viven de un trabajo diario, penoso y mal retribuído.
Pero ¡ni lo bueno es nuevo, ni lo nuevo es bueno! Sí, joven, no hay que tomarlo a broma o a engreimiento mío con las cosas antiguas: en esos pesados volúmenes está la ciencia, la verdadera ciencia.
Era una señora, una verdadera señora, pues a pesar de su origen humildísimo, las virtudes de su tío carnal el Sr.
Rosario, desecha esas ideas: considera nuestra verdadera situación, que es grave: mira la causa de ella donde verdaderamente está, y no te acobardes, no cedas a la mortificación que se te impone, enfermando tu alma y tu cuerpo.
Me causa verdadera pena, a pesar de no haber tomado parte.
Ya no hay falsos cómputos de la edad del mundo, porque la paleontología y la prehistoria han contado los dientes de esta calavera en que vivimos y averiguado su verdadera edad.
Aquí no hay mojones, ni linderos, ni verdadera propiedad, Sr.

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