Ejemplos con vanidades

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Velázquez lo recreó de cuerpo entero, vestido de mendigo pícaro, y con aire desafiante, desengañado del saber y de las vanidades y posesiones mundanas, en uno de sus cuadros.
Vanity Fair, traducida en España como La feria de las vanidades, es una película dirigida por Mira Nair.
Otros símbolos que suelen encontrarse en las vanidades son: fruta pasada, que simboliza la decadencia como en envejecimiento, las burbujas, que simbolizan la brevedad de la vida y lo repentino de la muerte, humo, relojes, y relojes de arena, que simbolizan la brevedad de la vida, e instrumentos musicales, símbolos de la brevedad y la naturaleza efímera de la vida.
En las vanidades, los objetos representados son todos símbolos de la fragilidad y la brevedad de la vida, de que el tiempo pasa, de la muerte.
La abrenunciación es, en la doctrina católica, la promesa que en la administración del bautismo hace el que lo recibe, o su padrino, de romper toda comunión con el mal espíritu y de renunciar al mundo y sus vanidades.
Sencillo y enemigo de las ostentaciones y vanidades, Ruiz Cortines prefirió retrasar el cambio de su casa particular en San José Insurgentes.
Entonces vuelve a aparecer en Vanidades con la publicación de los poemas Romance del recuerdo, Vuelo, El encuentro y El vendedor de flores.
Su título indica un superlativo análogo al de santo de los santos , rey de reyes , vanidad de vanidades.
Ascender una montaña es el inicio de una charla con ella y con uno mismo, donde hay que dejar de lado las vanidades y de esa forma se van encontrando muchas respuestas iluminadoras y descubrimientos interiores.
Ha sido portada de revistas como Vanidades y Cosmopolitan.
Su nombre y obra han sido citados por Tom Wolfe en sus novelas La hoguera de las vanidades y en Soy Charlotte Simmons.
De ningún modo actitudes o vanidades absurdas.
Entre comilonas, cacerías, vicios y vanidades se ha convertido de servidor en dueño.
Respecto a dos de sus libros, La Hoguera de Vanidades y Todo un hombre ha comentado que ambas afirman la necesidad de novelas que surjan del realismo, y en su caso, sus propias raíces provienen de una búsqueda cuidadosa o del reportaje.
Su hija Catalina había querido ser monja en la adolescencia, pero ahora, pasados los veinte años, sentía gran amor por las vanidades del mundo, y compadecía tiernamente a Febrer cuando hablaban ante ella de sus desgracias.
¡Las mujeres! ¡Vaya usted a saber lo que piensan, don Jaime! Margalida es como todas: amiga de vanidades y cosas extraordinarias.
Don Simón, acrecentando en cada uno prodigiosamente su caudal, sin duda por aquello de dinero llama dinero , doña Juana, sudando placer y vanidades por todos los poros de su cuerpo, y Julieta transformándose en una arrogante moza, desesperación de imberbes, codiciada de talludos y obsequiada de todos.
El santo hombre sonreía con la calma seráfica del que se ve más allá, de las pompas y vanidades de la existencia.
Con todo esto, veíase que algo degeneraba en él la raza: amigo de goces, de ostentación y vanidades, faltabale a Aurelio el tino exquisito de no salir de mediano por ningún respecto, y carecía de la formalidad exterior, del compasado porte que a los Mirandas pasados acreditaba de hombres de seso y experiencia y madurez política.
¿Pero elegante? Llevaba un traje de seda clara, con los colores algo apagados y polvorientos, una pieza magnífica que había llegado a Bilbao desde un taller de la cuatro años antes, cuando ella volvía ya la espalda a las vanidades del mundo.
Jacobo hablaba bien, y era la más mimada de todas sus vanidades la vanidad de su elocuencia, mas no osó, sin embargo, confiar su discurso a la memoria, y limitóse a leerlo, temeroso de pasar por alto alguno de los habilidosos rodeos con que procuraba sortear los grandes escollos que por todas partes le cerraban el paso.
Ajustaba su airoso talle la casaca encarnada de los maestrantes de Sevilla, con sardinetas y charreteras de plata, y cruzaba su pecho, de un lado a otro, una de esas grandes bandas que se crean para premiar el mérito y fomentar la virtud, y se usan para satisfacer vanidades o adornar buenos mozos, el calzón de punto blanco ceñía la bien formada pierna, y la alta y charolada bota y el tricornio con finísimo penacho blanco completaban aquel pintoresco traje.
En vano iba de un lado a otro la marquesa de Butrón, intentando, con su fino tacto y sus delicadas maneras, ahogar en germen aquellos puntillos mujeriles, aquellas vanidades alborotadas que amenazaban dar al traste con la suspirada fusión a duras penas obtenida en el baile de Currita, tan sólo pudo conseguir su ímprobo trabajo colocar a la duquesa de Astorga, mujer bondadosísima, al lado de la excelentísima señora doña Paulina Gómez de Rebollar de González de Hermosilla, cuya colosal figura se destacaba sobre un asiento muy alto, aislada entre tirios y troyanos, silenciosa y pensativa, cual Safo meditando su suicidio en lo alto de la peña de Léucades.
Era necesario , conciliar todas las voluntades, ahuyentar todos los escrúpulos, ahondar en cualquier rincón en que pudiera encontrarse un ochavo, escarbar en todo muladar en que pudiera hallarse un pelotón de hilas sucias, agotar todos los recursos de fiestas, bailes, toros, beneficios, francachelas y festivales, con que la caridad moderna ha encontrado el secreto de enjugar las lágrimas, al mismo tiempo que ensancha los corazones, refocila los estómagos y estira las piernas ¡Socorrer a los heridos del Norte! ¡Qué anzuelo tan a propósito para pescar desde las carlistas más recalcitrantes hasta las liberales más radicales! Por eso había pensado él, para dar aquel barrido general y definitivo, en un gran baile, una fiesta sonada y famosísima, de , que debía dar , Curra, convidando a todo el Madrid explotable, desde la presidenta consorte del comité carlista, hasta la ministra cesante, esposa dignísima del excelentísimo señor don Juan Antonio Martínez Y allí, al calorcillo del champagne, que ablanda los corazones compasivos, bajo la influencia de las vanidades estimuladas que excitan el deseo de figurar, tender la red de la caridad, echar el anzuelo de los infelices heridos del Norte y pescar de una sola redada entre las mallas de la asociación de señoras a todo el Madrid femenino capaz de soltar la mosca Celebraríase luego una junta general preparatoria en casa de Butrón mismo, presidida por Genoveva, y en ella había de presentarse y aprobarse por sorpresa la candidatura de una junta directiva, preparada ya antes, en que entrasen todos los elementos tan hábilmente combinados, que el partido restaurador tuviese mayoría y pudiera Butrón, entre bastidores, manejar a la Junta y a la Asociación entera con la misma facilidad con que se maneja el manubrio de un organillo.
¿No es verdad que mi idea es profunda?exclamó Jacobo, cegado por la vanidad de orador, que era la más grande y la más mimada de todas sus vanidades.
Allí la calle se convierte en plaza, la acera en calle, la multitud en torrente que se precipita con cierto relativo silencio por entre dos paredes de cristal, formadas por los escaparates inmensos de las tiendas atestadas de cuanto puede dar de sí la industria humana para transformar lo superfluo en necesario, lo elegante en fastuoso, lo precioso en maravilla, la vida en fiebre de vanidades locas y concupiscencias monstruosas.
Estaba al tanto de los progresos científicos, y sin pedantería ni vanidades, así, como quien no quiere la cosa, discurría como un sabio, de Filosofía y de ciencias físicas y naturales, dando innumerables muestras de su claro talento y de su copiosa erudición.
No tenía humos ni vanidades, y lo mismo trataba al rico que al pobre, al discreto que al tonto.
¡Y si pienso en que esto es ser feliz, en que ocho mil días como el de hoy constituyen todo mi tesoro, en que la magestad del hombre se reduce a tan mezquinas tareas, en que el porvenir es una multiplicación de vanidades que desprecio, de placeres que ya conozco y de dolores mayores que los que he sufrido!.
Dice, pues, la historia que cuando el bachiller Sansón Carrasco aconsejó a don Quijote que volviese a proseguir sus dejadas caballerías, fue por haber entrado primero en bureo con el cura y el barbero sobre qué medio se podría tomar para reducir a don Quijote a que se estuviese en su casa quieto y sosegado, sin que le alborotasen sus mal buscadas aventuras, de cuyo consejo salió, por voto común de todos y parecer particular de Carrasco, que dejasen salir a don Quijote, pues el detenerle parecía imposible, y que Sansón le saliese al camino como caballero andante, y trabase batalla con él, pues no faltaría sobre qué, y le venciese, teniéndolo por cosa fácil, y que fuese pacto y concierto que el vencido quedase a merced del vencedor, y así vencido don Quijote, le había de mandar el bachiller caballero se volviese a su pueblo y casa, y no saliese della en dos años, o hasta tanto que por él le fuese mandado otra cosa, lo cual era claro que don Quijote vencido cumpliría indubitablemente, por no contravenir y faltar a las leyes de la caballería, y podría ser que en el tiempo de su reclusión se le olvidasen sus vanidades, o se diese lugar de buscar a su locura algún conveniente remedio.

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba