Ejemplos con vértigo

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Detrás de las simas, se encuentra el estrecho de Gloca, un pasadizo donde los vientos adquieren velocidades de vértigo.
A mí me entró vértigo, no pude ver nada más, y volví de forma tan desapercibida como fue posible, para que él no se diera cuenta de nada, relató.
El álbum fue lanzado originalmente en la etiqueta Vértigo, a diferencia del álbum debut de la banda Very 'eavy.
Sin embargo, este estilo cinematográfico causa a algunas personas que lo ven dentro de una sala de cine oscura una sensación de vértigo y pérdida de equilibrio.
La actriz era la elegida como protagonista para el siguiente proyecto de Hitchcock, Vértigo, pero el retraso en la producción y su embarazo lo impidieron.
Se cerraban ya sus ojos con el vértigo, cuando sintió que le tocaban en un hombro, según costumbre, para que cediese la pareja.
La hembra no sudaba ni enrojecía: continuaba sus vueltas fríamente, sin apresurar el paso, mientras el compañero, poseído del vértigo de la velocidad, jadeaba con el rostro congestionado, retirándose trémulo de fatiga a los pocos minutos.
El prófugo tenía que ser mozo recio y de cabeza firme contra el vértigo.
¡Así salió ello! En su vértigo desatentado, trocó todos los frenos, y viendo las cosas del revés, pidió que se abriera un canal en cada habitante de su provincia, y que se eximiera del pago de la contribución a todas las carreteras de aquel país, como era justo y , según pensaba demostrarlo.
Cuando se evoca la oratoria de la Convención, y el hábito de una abominable perversión retórica se ve aparecer por todas partes, como la piel felina del jacobinismo, es imposible dejar de relacionar, como los radios que parten de un mismo centro, como los accidentes de una misma insania, el extravío del gusto, el vértigo del sentido moral y la limitación fanática de la razón.
Las rudas pendientes, las continuas revueltas, produjeron en ellos un principio de vértigo.
Enardecidos por esta actividad mortal, embriagados por la celeridad destructora, sometidos al vértigo de las horas rojas, Lacour y Desnoyers se vieron de pronto agitando sus sombreros, moviéndose de un lado a otro como si fuesen a bailar la danza sagrada de la muerte, gritando con la boca seca por el acre vapor de la pólvora: ¡Viva viva!.
Era una fiesta que aun me causaba vértigo.
¡Qué vértigo! ¡Qué fatiga! Afortunadamente cesó de golpe el campaneo.
Lejos del sol y de la vida, desafía a la muerte, lo mismo que el albañil, que, despreciando el vértigo, trabaja con los pies sobre frágil tabla, admirado por las aves, que extrañan la presencia en el espacio de un animal sin alas.
Nuestra vista nos hace considerar como alturas que dan el vértigo treinta o cuarenta metros.
Sus ojos brillantes parecían extraviados por el vértigo.
Es más: hasta notaba cierto encogimiento humilde en los representantes de la religión cuando se encaraban con la ciencia, un deseo de agradar, de no ser rechazados, de infundir simpatía con soluciones conciliadoras para que el dogma no quedase en tierra privado de asiento en aquel tren de rapidísima marcha que llevaba a la humanidad hacia el porvenir con el vértigo de los nuevos descubrimientos.
Cuando Jacobo puso de nuevo el pie en la galería, y salieron a su encuentro Currita y otros amigos, ansiosos de darle la enhorabuena, el orgullo satisfecho reflejaba en su semblante una especie de vértigo, y hubiera gritado como el Nabucodonosor de la ópera:.
Y de una terrible bofetada arrojóle al suelo cuan largo era y lanzóse luego sobre él, dando roncos gritos de furor, vomitando contra el padre y la madre y el niño mismo horrendos insultos, que parecían hincharle la garganta como si no hubiera en ella espacio bastante para arrojarlos, dándole puñadas, pateándole todo el cuerpo, mesándole los cabellos y sacudiéndole la cabeza contra las rocas, hasta que, rendido y jadeante, viose de improviso las manos manchadas de sangre Entonces dio un paso atrás, pálido y descompuesto, y sucedióle al punto, en un segundo, lo que sucede a todos los corazones generosos cuando pasa en ellos el vértigo horrible de la venganza y ven ya a su víctima indefensa y aniquilada, tendida a sus pies: una gran piedad hacia aquel pobre niño, en quien había querido él, sin conseguirlo del todo, acumular el odio inmenso que profesaba a su padre, invadió su pecho y despertó su razón, y con voz queda, enternecida casi, alargóle su propio pañuelo, diciendo:.
Fué un vértigo esta carrera a través de la obscuridad, de la vegetación y del agua.
Estaba molido, sus piernas entumecidas negábanse a obedecerle, y la debilidad y el cansancio le producían, en ciertos momentos, algo así como asomos de vértigo.
Fue un momento, un momento de vértigo nada más, pero en tan corto espacio creyó que la habitación danzaba como una peonza, que el techo descendía hasta apoyar en su cabeza su peso irresistible, vio obscuridad y luces a un mismo tiempo, experimentó frío y calor, sintió una bola extraña que se le atascaba en la garganta, y en un instante pasaron por su imaginación, como relámpagos lívidos, todas las escenas de novela que había leído, con sus terribles descubrimientos y sorpresas aplastantes.
Y el afortunado majadero, al hablar de la altura, cerraba los ojos como si sintiera el vértigo de los que se hallan en la cúspide.
—Se ha bebido, se ha perdido la cabeza a fuerza de bailar, se ha dado el alma al diablo, se ha obtenido la cita, se han marchado las tapadas , se han confundido en un vértigo febril la mentira y la verdad, y las caretas son inútiles, y los respetos sociales una farsa, y los desconocidos se tutean, y las feas parecen hermosas, y todos gritan, todos bailan, todos sueñan, todos reducen el pasado y el porvenir a aquel instante pasajero de locura y fascinación.
Olmedo no podía aguantar más la horrible desazón, el asco y el vértigo que sentía, pero continuaba con el cigarro en la boca haciendo que tiraba de él, pero sin chupar cosa mayor.
Maximiliano se abalanzó a su querida con aquella especie de vértigo de respeto que le entraba en ocasiones, y besándole castamente un brazo que medio desnudo traía, cogiéndole después la mano basta y estrechándola contra su corazón, le dijo:.
En medio de su doloroso vértigo oyó una voz que le pareció resonante como toque de clarín.
En cuanto a , cualquiera habria dicho que una especie de vértigo le dominaba, pues no hacía más que dar vueltas y vueltas en la trasbotica, mirando al suelo, como si invocase al infierno, miéntras que sus labios proferian imprecaciones tan espantosas y repugnantes contra Soledad, contra Antonio, contra Manuel, contra el Capitan y contra el Cura, que, de todos sus discípulos, solamente uno le seguia fiel y le acompañaba.
Soledad no bailaba: iba y venía de un lado a otro, con los ojos fijos en tierra, como dominada por un vértigo.

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