Ejemplos con vía

Era en las postrimerías del mes de abril, después de unos días tormentosos, y se decía si en el puerto que hay entre León y Pilares estaba interceptada la vía, hacia la estación de Busdongo, a causa de la nieve.

El hombre ya manumitido de supersticiones y que acepta con buena gracia los postulados biológicos, trazará una vía ancha, en lugar llano, y edificará viviendas holgadas, aireadas, luminosas, higiénicas, conforme a un patrón fijo y que mejor provea en las necesidades domésticas.

Delgada verja de hierro aislaba el por la parte que daba a la vía pública, avenida plantada de árboles, por donde confinaba con otras casas y jardines, hacían el mismo oficio unas breves tapias.

Era, en efecto, el asendereado novio, cojeando de la pierna derecha, pudiendo apenas sentar el pie, porque los agudos dolores de la luxación, consecuencia ingrata del salto a la vía, se renovaban al apoyar la planta en el suelo.

Es la Vía Láctea: un conjunto de estrellas, tantas en número, que la imaginación no puede concebirlas siquiera.

Quiso lanzarse al estribo, pero al tocarle fue despedido a la vía con gran violencia, y cayó, sintiendo agudo y repentino dolor en el pie derecho.

Precipitadamente y sin mirar al terreno, saltó Miranda a la vía, para alcanzar los vagones de primera, que en aquel punto desfilaban ante sus ojos, como mofándose de él.

Entonces se decidió prontamente, y con agilidad digna de un muchacho de veinte años, saltó a la vía y rompió a correr hacia la fonda.

Al cabo logró Miranda que llegase su vez, y ya con el talón en el bolsillo, saltó del andén a la vía triple buscando su departamento.

Gabriel aspiraba con delicia el aire de la vía pública.

La Vía Láctea no es más que una nube de astros que forman a nuestra vista una masa, pero que guardan entre sí distancias en las cuales podrían moverse tres mil soles como el nuestro, con todos sus planetas, sin tropezarse.

Los tribunales eclesiásticos juzgaban hasta al mismo rey, pero la justicia seglar no podía tocarle un pelo de la ropa al último sacristán, aunque cometiese los mayores delitos en la vía pública.

Los curiosos agolpados a ambos lados de la vía daban a entender lo mismo con sus palabras.

Entre ella y el joven estaba el paso a nivel de la vía férrea, donde comenzaba a palpitar, lanzando mugidos, una bestia de hierro.

La vía que lo traspasaba, descubriendo las sombrías revueltas, era la indagación inteligente de Jacinta.

Los pueblecitos marinos desfilaban a la izquierda de la vía, colocados entre el mar azul y una vegetación espléndida.

Y por todas partes flores, arbustos tiernos, en las estaciones acacias gigantescas que extienden sus ramas sobre la vía, los hombres con zaragüelles y pañuelo liado a la cabeza, resabio morisco, las mujeres frescas y graciosas, vestidas de indiana y peinadas con rosquillas de pelo sobre las sienes.

El tren se lanzaba por aquel campo triste, como inmenso lebrel, olfateando la vía y ladrando a la noche tarda, que iba cayendo lentamente sobre el llano sin fin.

Lo mismo fue poner el pie en la vía pública que sus ideas variaron.

Después que se retiró su amante, se quedó pensando en su fortuna, y todo aquel fárrago de olivos, parrales y carrascales que tenía metido en la cabeza le impidió dormir hasta muy tarde, enderezando aún más sus propósitos por la vía de la honradez.

Es él, ese infame La espera, van juntos y toman la vía más solitaria Luego, son amantes ¡Engañar a una pobre mujer un hombre casado!.

Después de recorrer la calle de Barrionuevo y la Plaza del Progreso, la pareja tomó por la calle de San Pedro Mártir, buscando la vía menos concurrida.

La vía nueva trazáronla los vapores ingleses combinados con el ferrocarril de Suez.

Al fundar los ingleses el gran depósito comercial de Singapore, monopolizaron el tráfico del Asia y arruinaron el comercio que hacíamos por la vía de Cádiz y cabo de Buena Esperanza con aquellas apartadas regiones.