Ejemplos con tufos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Entrar en una de esas tiendas de montañés a tomar pescado frito y a beber vino blanco, ver cómo patea sobre una mesa una muchachita pálida y expresiva, con ojeras moradas y piel de color de lagarto, tener el gran placer de estar palmoteando una noche entera, mientras un galafate del muelle canta una canción de la muerta y el , oír a un chatillo, con los tufos sobre las orejas y el calañés hacia la nariz, rasgueando la guitarra, ver a un hombre gordo contoneándose marcando el trasero y moviendo las nalguitas, y hacer coro a la gente que grita: y y ésas eran mis aspiraciones.
Tenía un perfil achatado y perruno, los ojos eran de malicia, y peinaba lustrosos tufos pegados arriba de las orejas.
Pero con todos estos tufos y apariencias desagradables, yo voy apechugando con ellos, y ya no me causan la menor molestia ni sus personas anticuadas ni sus estrafalarios discursos.
Algunos granujas con tufos y blusa blanca bailaban íntimamente agarrados con femenil contoneo, empujando a la muchedumbre curiosa, chocando muchas veces contra el tablado de la música.
La gente alegre y ruidosa, los labradores, la chavalería de gorrilla y tufos o de falda almidonada y pañuelo de seda, seguía por el pretil del río mirando la larga fila de casetas, en las que se aburrían los feriantes esperando al comprador que nunca llegaba.
Por la mañana temprano se alisaba el pelo, sin tufos, rizos, ni flequillo, se vestía modestamente, y comenzaba a despachar en el estanco sin más descanso que el preciso para almorzar y comer.
El Cantinero, un chaval morenucho, escuálido, de cara truhanesca y de rizados tufos que contemplaba indolentemente a los parroquianos recostado contra una de las cuarterolas, canturreó, al par que dirigíase al mostrador, sobre el cual la cristalería brillaba húmeda y limpísima alrededor de las doradas cafeteras:.
La tarde iba cayendo, los últimos rayos del sol otoñal iluminaban dulcemente la calle convertida en centro de reunión del vecindario, allí, en la casi totalidad de las puertas, habían formado su tertulia en pintorescas agrupaciones mozas y mozos, viejas y viejos, rapaces y rapazas, aquí, un zagalón retrepado en una silla contra la pared, punteaba diestramente en un mal guitarro unas bien interpretadas guajiras, allí, un chaval de indiscutible abolengo gitano ondulaba su cuerpecillo flacucho y suelto al compás del acorde palmoteo de sus camaradas, bailando uno de los tangos más en boga, acá, alrededor de una mesa colocada a la puerta de uno de los más ruines edificios, algunos jayanes de enormes tufos y mirar imponente jugábanse al dominó algunos cálices de peleón, y acullá, algunas mozas de vistosos pañuelos al talle y crujientes faldas de percal paseaban cogidas del brazo, no sin contestar con alguna que otra frase graciosa y oportuna a los que las piropeaban al paso con requiebros a veces capaces de hacer enrojecer las mejillas de la menos propensa a tales súbitos enrojecimientos.
Cuando pasaba por el frente de la espartería, sobre su caballo, y se ofrecía a las miradas de Estrella, con su acoderado marsellés, su pañuelillo de seda hecho un nudo sobre la garganta, y su ancho sombrero caído hacia atrás para lucir los tufos despeinados en caracol, revolvíanse nervios y sangre en la muchacha, y contestaba al zalamero «adiós, sangresita» del jinete, con un «adiós, Lolo», primero dicho con el corazón que con la lengua.
Quítase del moño un peinecillo gitano, y con él peinando los tufos, redobla la risa y se desmadeja.
La cabeza del minero, embutida en el semicírculo que traza el ventanillo apenas descubre ásperos remolinos de la barba azabache, un sombrero ancho, con repujadura de mugre, cae a ras de su nuca, por ella se desparraman mechones rebeldes que se retuercen hacia arriba, para componer tufos encima de la oreja.
Pero con todos estos tufos y apariencias desagradables, yo voy apechugando con ellos, y ya no me causan la menor molestia ni sus personas anticuadas ni sus estrafalarios discursos.
No muy alto, más bien recio de complexión, sin que la reciedumbre perjudicase a cierta agilidad airosa de felino, su cabeza era pequeña y bien moldeada, tenía el rostro muy moreno, los labios gruesos, carnosos, húmedos y rojos, los pómulos salientes, pequeños, pero vivos y llenos de picardía los ojos y estrecha la frente, que hacía aun más pequeña, el pelo recortado en flequillo, que se alargaba en las sienes hasta formar tufos a la manera gitana.
Por tres portones soplaba el viento Norte: era como los tufos abrasados de un fogón:.
Repentinos tufos de calor le abrazaban la cara, la cabeza.
Lo que ya no le parecía tan claro a la gente es lo que diría el Menut, un chicuelo enteco y vicioso, empleado en el Matadero para repartir la carne: un pillete con la mirada atravesada y grandes tufos en las orejas, que siempre y en distintas ocasiones había afanado borregos enteros.

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