Ejemplos con tul

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Blusa que se elabora generalmente en olan de lino, con adornos de tul, guarnecidos con cintas de seda y bordados coloridos.
Bordado sobre tul, se trabaja a partir de un tul mecánico que se decora con pequeños elementos decorativos.
Tul, die Weißdornbeeren-Holzkeule , erstmals für Bayern nachgewiesen.
Su boutique en la Rue Cambon anticipó los cada vez más simples conjuntos vestido-abrigo, además de los trajes de noche de tul bordado o encaje.
Edgar Degas es conocido sobre todo por estos cuadros de bailarinas de ballet, vestidas de tul, con lazos y sus características zapatillas, tanto en ensayos como sobre el escenario.
Así que llegaba, el señor Novillo se sentaba en un largo diván de piel verde, debajo de un espejo, velado por un tul, verde también, y dejaba caer el vientre entre las piernas, a que se reposase sobre el diván.
La diferencia de temperatura del exterior al interior del coche, empañaba con un velo de tul gris la superficie del vidrio, y el viajero, cansado quizá de fundirlo con su hálito, se dedicó nuevamente a considerara la dormida, y cediendo a involuntario sentimiento, que a él mismo le parecía ridículo, a medida que transcurrían las horas perezosas de la noche, iba impacientándole más y más, hasta casi sacarle de quicio, la regalada placidez de aquel sueño insolente, y deseaba, a pesar suyo, que la viajera se despertara, siquiera fuese tan sólo por oír algo que orientase su curiosidad.
No se veían sino dijes y prendas graciosas abandonadas sobre sillas y mesas, sombrillas largas, de seda, muy recamadas de cordoncillo de oro, cabás y estuches de labor, ya de cuero de Rusia, ya de paja con moños y borlas de estambre, aquí un chal de encaje, allí un pañuelo de batista, acá un ramo de flores que agoniza exhalando su esencia más deliciosa, acullá un velito de moteado tul, y encima las horquillas que sirven para prenderle.
La puerta del salón de Damas se abría solemnemente, un elegante y correcto anciano, con blancas patillas y delicadamente afeitado el resto de la faz, se quedó en el umbral en diplomática postura, una mujer alta y gallarda penetró en el recinto, acrecentaba su clásica beldad el negro traje de tafetán, muy ceñido y golpeado de azabache, sobre su frente de diosa, el sombrero de tul con espigas de oro, parecía mitológica diadema, era su andar noble y soberano, y sin cuidarse de saludar a nadie, se fue hacia el piano, vacante a la sazón, y sentándose, comenzó a interpretar magistralmente unas mazurcas de Chopín.
Sobre el verde marino del traje llevaba un tul blanco con lentejuelas plateadas, a modo de chal.
Un tul verde cubría la desnudez de su escote.
Power, sola como siempre en sus matinales paseos, erguida y sin mirar a nadie, con un sombrero de tul elegante y vistoso.
Hízolo así al cabo, rasgando el sobre por completo, y a la duda sucedió entonces en él la sorpresa y el azoramiento, encontróse con un pliego en blanco, de papel muy recio, doblado por la mitad en dos partes: en la superior destacábase, cuidadosamente pegado con goma, un gran sello de lacre verde, del diámetro de medio duro Al pronto no distinguió bien Jacobo lo que era aquello, llegaba la luz muy debilitada, filtrándose por los visillos del balcón y la gran cortina de tul bordado, en una sola pieza, que arrancando de los lambrequines de damasco amarillo llegaba hasta el suelo barriendo la alfombra.
Untó en albayalde un pedazo de tul, le aplicó al sitio del cuadro, ya seco, donde la blonda estaba representada, y resultó un efecto maravilloso, porque hasta los agujeritos de la blonda se veían y aun podían contarse.
En el cénit cúmulos níveos flecados de plata, celajes de tul, girones de gasa incendiados por la luz poniente, retales de brocado que ardían enrojecidos, cintas nacaradas, aves de fuego, serpientes de gualda que se retorcían y se alargaban, esquifes con velas de encaje, que bogaban como cisnes en el inmenso zafirino piélago.
Sus enguantadas manos oprimen un grueso devocionario, sujeto con un elástico rojo, y bajo el tul del velo brillan sus rizos de oro.
Don Juan pudo dudar mientras vio el rostro al través del tul, pero toda perplejidad quedó desvanecida al mirarlo libre de aquel adorno.
Componíanlo falda negra y plegada en menudas tablas con primoroso arte, abrigo corto de rico paño gris muy bordado, que se ajustaba perfectamente a su hechicero cuerpo, y gran sombrero, también negro, guarnecido de plumas rizadas, y velo de tul con motas que, fingiendo lunares, sombreaba dulcemente su rostro.
De trapo verá ustedreplicó Severiana llevando a la señora a su alcoba y mostrándole un montón de flores de papel dorado, tul y talco extendidas sobre la cama.
Otro velo Maximiliano se vio precisado a echar otro velo Cállate, hazme el favor de callarte le dijo, pensando que, según iba saliendo la historia, necesitaba lo menos una pieza de tul.
Lo que por fuerza acontece es que la joven de pocos recursos traduce el terciopelo al merino, la blonda al tul, el raso al tafetán, el gro al y la batista a la indiana.
Hiciéronse notables los vestidos de tul bordados de plata y oro sobre fondo de raso blanco, por ser de última moda e iguales al que Mme.
También se vieron otros de tul bordados con muchísima delicadeza, sobre fondo celeste.
Llamaron así mismo la atención general los vestidos de tul sobre raso blanco con guarnición en puntas encontradas, adornadas éstas de encaje estrecho y mangas a la.
¡Aquella mirada hacía dos meses! ¿Y por qué «ahora»? ¡Oh, no cabía duda! Era efecto del traje, del tul, de las joyas.
Asistió Calixto a la ceremonia nupcial, estremeciéndose interiormente de rabia al mirar la tersa guirnalda de azahares que, bajo la nube de tul del velo, coronaba la frente audaz de la diabólica criatura.
Eran, en los rincones, las telarañas, cubriendo con su tul, al principio sedoso, luego denso y sombrío como las alas del murciélago, la seda y el algodón y las bellotitas de oro y los galones y agremanes, que nadie compraba.
Pero conocemos nuestra obligación, y con dos varas de tul y seis de percalina hacemos un traje que los que no lo entienden piensan que vale un dineral.
Entonces se arrimaban a la pared las sillas de paja y las cuatro butacas descoyuntadas y bisuntas que ordinariamente andaban de acá para allá al capricho de los desocupados, se amontonaban las mesitas y los veladores en el cuarto obscuro ya conocido, y en la ''leonera'' y otro cuarto más por el estilo, que había a su lado, o en la cocina, y se convertía la mesa de billar en mesa de ambigú vistosamente adornada, en la cual se destacaban y lucían mucho las pilas de azucarillos y las bebidas refrigerantes en la cristalería de Periquet, se encendían las dos docenas de velas correspondientes a otras tantas palomillas de quita y pon que había a lo largo de las paredes y en cada cara de los dos pies derechos del medio, y con esto y unas colgaduras de tul de tres colores en las puertas, y unas guirnaldas de flores contrahechas, serpeando poste arriba en los dos mencionados, y con quemarse allí unas pastillas del Serrallo, o medio real de alhucema, resultaba el salón muy oriental y hasta espléndido, en opinión de los más descontentadizos y exigentes villavejanos.

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