Ejemplos con silla

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Como ves, la tabla con su nombre sigue siempre sobre el pesebre que fué suyo, en el que están su silla, su bocado y su cabestro.
Los niños ,- acostarlos ,- el sueño ,- en una butaca ,- en el suelo ,- en una silla baja.
niña pequeña flor hijo viejo libro casa gitana silla nube caballo pobre.
Y ahora se me representa en el recuerdo la imagen de Belarmino, zapatero filósofo, que vivía también en Rúa Ruera, tipo casi fabuloso, al cual pertenece precisamente la anterior teoría sobre las palabras: La mesa, decía, se llama mesa porque nos da la gana, lo mismo podía llamarse silla, y porque nos da la gana llamamos a la mesa y a la silla del mismo modo cuando las llamamos muebles, pero lo mismo podían llamarse casas, y porque nos da la gana llamamos a los muebles y a las casas del mismo modo cuando los llamamos cosas.
En el diccionario está todo, porque están todas las palabras, luego están todas las cosas, porque la cosa y la palabra es uno mismo, nacen las cosas cuando nacen las palabras, sin palabras no hay cosas, o si las hay, es como si no las hubiese, porque la cosa no existe por sí ni para otras cosaspor ejemplo, una mesa no sabe que existe, ni la mesa existe para una silla, porque la silla no sabe de la existencia de la mesa, sino que existe solamente para un que la conoce, y en cuanto que la conoce, le da un nombre, le pone una palabra.
Firme ya en su propósito, comenzó a estudiar su papel, escribiendo a ratos y buscando en otros los gabinetes más solitarios de la casa, para manotear a su gusto y ensayar posturas interesantes delante de un espejo y detrás de una silla, en cuyo respaldo apoyaba sus manos para imitar en lo posible la posición que ocuparía en el Congreso el día en que hablara.
El interpelado, tan fino como siempre y no sospechando lo que iba a sucederle, tomó el sombrero que tenía sobre una silla, se levantó de la que ocupaba, y dijo al recién llegado:.
¡Y tenían dicho que darían socorro a las viudas y a los huérfanos! ¡El mayorazgo huyóse para no cumplirnos la manda! ¡Cinco lobos dejó alrededor de su silla vacía! ¡Ay, Montenegro, negro de corazón! ¡Por tu imperio se hicieron aquellos pobres a la mar, en una noche tan fiera! ¡Cuando seáis mozos, reclamarle cuentas, mis hijos, que él os dejó sin padre! ¡Mal can le arranque el corazón y lo lleve por este arenal! ¡Mal cuervo le coma los ojos! ¡Malas ortigas le broten en el pecho! ¡Mal avispero le nazca en la lengua!.
Todo lo dejó para ser pobre como nosotros y tener su silla de oro en el Cielo.
Benito, francés de nación, que le sucede en la silla, por no ser menos que sus antecesores, hace que la Virgen le baje otra casulla en una iglesia de su país antes de venir a Toledo.
Para él, quien llegaba a la silla de Toledo era un hombre perfecto, cuyos actos no se podían discutir, y hacía oídos sordos a las murmuraciones de canónigos y beneficiados, los cuales, fumando un cigarrillo en el cenador de su jardín, hablaban-de las genialidades de aquel señor de Inguanzo, indignado contra el gobierno de Fernando VII porque no era bastante neto y por miedo a los extranjeros no osaba restablecer el saludable Tribunal de la Inquisición.
El jardinero hablaba con orgullo de su estirpe: de su noble y desgraciado pariente el condestable don Álvaro enterrado como un rey en su capilla detrás del altar mayor, del papa Benedicto XIII, altivo y tozudo como todos los de la familia, de don Pedro de Luna, V de su nombre en la silla arzobispal de Toledo, y de otros parientes no menos ilustres.
Hablaba como un niño inquieto, sin querer sentarse por más que el silenciario, en cada una de sus evoluciones por la sala, le ofrecía una silla.
Puede usted ordenar lo que gusterespondí, sentándome en una silla de ojo de perdiz, muy vieja y vacilante.
Angelina no era hermosa como una virgen de Murillo, pero sí lo era como alguna de Rafael, como la Madona de la silla.
Siéntate aquí, a mi lado, en esta silla.
¡Cuidado, Rorró! ¡Cuidado, amito! ¡No dejes mal puesto el pabellón! Aprende a sentarte bien en la silla, para que no parezcas colegial o sacristán que va diciendo: ¡Para la misa de doce! .
Mientras el mozo arreglaba la silla y ataba a la grupa la manga y el joronguillo, salió mi tía Pepa, y tras ella señora Juana.
Y me señaló una silla al lado de la joven.
Tía Pepilla puso en un extremo de la mesa el libro y el rosario, y quitándose el pañolón le arrojó sobre el respaldo de una silla.
Abrumó a Amparito con abrazos asfixiantes y besos y lagrimones, que la arrebataron una parte del colorete, y después de esta molesta expansión, que dejó aturdida a la niña e hizo torcer el gesto a doña Manuela, dejóse caer de golpe en una silla, que crujió tristemente bajo las gigantescas posaderas.
Don Juan en la cabecera, con las dos niñas, y en el extremo opuesto doña Manuela, teniendo a la derecha a Juanito y a la izquierda la silla destinada a Rafael.
La gente abría paso con curiosidad cada vez que algún picador empaquetado sobre la silla y con el mozo a la grupa pasaba montado en su jaco huesoso y macilento, que le llevaba hacia la plaza con un trotecillo cochinero.
El viejo habíase sentado en una silla baja, apoyando su espalda en el lecho, y con la cabeza inclinada parecía sumido en dolorosa reflexión.
Vamos, joven,murmuró levantándose, y ofreciéndome un asiento,aquí tiene usted una silla.
Yo a horcajadas en una silla, o puesto un pie en el travesaño.
Pepe Rey acercó una silla y apoyando en el mismo lecho el codo y en la mano la cabeza, empezó su conferencia, consulta, exposición de plan o lo que fuera, y habló larguísimo rato.
Miró al canónigo que se había quitado las gafas de oro para limpiarlas, y luego clavó sucesivamente la vista en los demás que ocupaban la estancia, incluso Caballuco que, entrando poco antes, se sentara en el borde de una silla.

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