Ejemplos con sanguinaria

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Catalina de Aragón y Castilla, hija de los reyes católicos, Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón, primera esposa de Enrique VIII y madre de María la Sanguinaria.
Lépido opuso una leve resistencia a esta sanguinaria acción, pero fue ignorado.
Se fué apoderando de él la vehemencia sanguinaria del mediterráneo.
No, queridas hermanas, no, hermanos del alma, no os alborotéis por la fealdad de una palabra, similar de todo escándalo y del delirio de la sanguinaria plebe.
Una discordia entre las ramas de tronco tan glorioso, un desacuerdo por si debe excluirse o no debe excluirse de la sucesión al sexo femenino, que comúnmente llamamos , fíjate bien, trajo la más tremenda, la más sanguinaria de las guerras.
No terminó la frase: con la fuerza y prontitud que caracterizan al león en su ataque, con la sanguinaria avidez con que el cachorro de un tigre se arroja sobre su primera presa, lanzóse el niño a Jacobo, clavándole las uñas en la garganta, dándole cabezadas en el rostro, pateándole todo el cuerpo con las robustas piernecillas, que parecían tener músculos de acero.
El heroísmo cívico, la abnegación y esa tenacidad catoniana que brillan en algunos personajes de todas las revoluciones, la venalidad solapada, la traición, la sanguinaria crueldad y el encono vengativo que se han visto en otros, provienen de la pasión política.
Prefiero ver al tirano desenmascarado y franco, mostrando su torva, sanguinaria faz de demonio, prefiero la insolencia desnuda de un bárbaro abominable, abortado por el infierno, a la hipócrita crueldad, al despotismo encubierto y disfrazado de estos hombres que nos mandan y nos dirigen escudados con el nombre de liberales, haciendo leyes a su antojo, para después obligarnos con el respeto a la ley, seduciéndonos con el nombre de libertad para después ametrallarnos en nombre del orden, llamándose representantes de todos nosotros para después insultamos en las Cortes llamándonos bandidos.
El heroísmo cívico, la abnegación y esa tenacidad catoniana que brillan en algunos personajes de todas las revoluciones, la venalidad solapada, la traición, la sanguinaria crueldad y el encono vengativo que se han visto en otros, provienen de la pasión política.
Pálido, inmóvil, aplastado por esta revelación espantosa, deslumbrado por la belleza sobrehumana de aquella mujer que se desnudaba ante él con un impudor que le pareció sublime, terminó cayendo de rodillas ante ella como hacían los primeros cristianos ante aquellas puras y santas mártires que la persecución de los emperadores libraba en el circo a la sanguinaria lubricidad del populacho.
Por la leche y la adopción, por una pulserilla de hierro que acababa de ceñirle al puño, el pequeñuelo aristócrata, de dorada y fina piel, estaba bajo la protección de la diosa tutelar de la tribu vencida -la gran Tari Loha, la sanguinaria-.
—«Ahora sí, exclamó, que están todas las cosas a pique de revolverse y trastornarse, el cielo para caer bajo la tierra, la tierra para subirse sobre lo más alto del cielo, van a fijar los hombres su morada en los mares, los peces a morar donde vivían primero los hombres, cuando llegamos a ver ya, que empeñados vosotros, oh lacedemonios, en arruinar una república justa y bien ordenada, procuráis tan de veras reponer en las ciudades libres el despotismo y la tiranía, no pudiendo dejar de ver con los ojos ser ésta la cosa más inicua, más cruel, más sanguinaria de cuantas pueden verse entre los mortales.
A los pocos días volvió el tigre con todo un ejército de jaguares y de onzas, de gatos monteses y demás felinos, gente sanguinaria y traicionera, parientes pobres de su misma familia.
Las varias formas del egoísmo, desde la vanidad a la ambición insaciable, desde la mezquindad de la solterona balzaciana a la codicia de un Rockefeller, desde la impertinencia del dandy a la ferocidad sanguinaria de Calígula, se manifiestan, sin duda, con extrema energía aparente en muchos casos.
-La Iglesia, la primera y más sanguinaria opresora del mundo.

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