Ejemplos con sanguinolento

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Se presenta en la piel una lesión eritematosa, forunculoide, dolorosa, con un orificio central y que exuda líquido sanguinolento o purulento.
Con expresión terrible, Goya nos sitúa ante el horror caníbal de las fauces abiertas, los ojos en blanco, el gigante avejentado y la masa informe del cuerpo sanguinolento de su hijo.
En las formas más típicas son obvias las hemorragias gastrointestinales, especialmente en intestino grueso desde las válvulas ileocecales, tanto de tipo petequial como equimótico, o lineal en recto, el contenido es sanguinolento.
Las caras tenían un tinte verdoso o sanguinolento, las narices estaban enrojecidas en su vértice.
Caía la tarde, y el Occidente se encendió en un crepúsculo rojo, fondo muy apropiado, por su sanguinolento esplendor, a la fiera batalla.
Las calizas blanqueaban como huesos, las fajas de mena rojiza tenían el tono sanguinolento de los músculos, y las manchas de tierra vegetal eran del mismo verde musgoso de los intestinos.
Era un hombre cubierto de andrajos, y que andaba con un pie y una muleta, la otra pierna era un miembro repugnante, el muslo hinchado y cubierto de costras, el pie colgando, seco, informe y sanguinolento.
Diciendo esto acercaba dos de sus dedos a los ojos y se estiraba los párpados inferiores, mostrando redondas y saltonas las córneas, bordadas de un cerco sanguinolento, después se sentó en una silla, estiró las piernas, apoyando el brazo derecho en el respaldo y la cabeza en la palma de la mano.
Por lo que parecía, llevaba un gorro de lana y lo que era más alarmante: el gorro era de un rojo sanguinolento.
el cadáver sanguinolento, hurgándolo con el bisturí,.
El lazo se extendió vibrante como cuerda sonora, rompiose en silbido quejumbroso, y, volviendo sobre sí mismo, infirió en la mejilla del paisano un barbijo sanguinolento.
Echando mano a un saco de los que servían para bagaje, extrajo de él un bulto sanguinolento.
La Bestia permanece frente a nosotros, y allá, en el fondo sanguinolento de su pupila pérfida, fosforece el reto y la injuria, mientras sus garras se emergen voluptuosas en cuajarones de sangre libertaria, de sangre que es la nuestra.
de hierro colado, sanguinolento, del que se levantaba en ángulo recto un muelle de piedra obstaculizado de fraguas, rieles y guinches.
Cubierto de sudor sanguinolento, estremeciéndose continuamente, pocos minutos después moría Agib.
Repito lo que antes dijera al principio de esta plática: Lo que el Dante simbolizara con sangre, es exclusivamente el color sanguinolento de la violencia sexual en el aura de los perdidos, y en la atmósfera infrahumana de esa zona.
Así pues, aquel color rojo pasionario, sanguinolento, de la Sumergida Región Saturnina, no podría ser exhibido en nuestro Mundo Tridimensional de Euclides.
Se quiere significar el hecho concreto y definitivo de que en la redicha Región Saturnina, prevalece en forma definitiva cierto color rojizo, sanguinolento, que caracteriza marcadamente la pasión animal violenta.
Había merendado en la playa, sus ojos tenían un jaspeado sanguinolento, y, al respirar, lo impregnaba todo de ese hedor de chufas que delata una pesada digestión de vino.
Ahora los insectos se arremolinaban alrededor de un extraño y sanguinolento montículo, como en fiesta obrera.
El chiquillo exhalaba de tiempo en tiempo un ronquido sordo o volvía la cabeza, lacrada de costra rubicunda, abriendo unos ojos fuera de las órbitas, sin pestañas ni cejas, nadando en un humor sanguinolento.
Los sarnosos morían de consunción o paseaban una osamenta mal disimulada, en el cuero pelado y sanguinolento.
De sus flancos, por do quier alzábanse grupos de voraces llamas que devoraban las obras, envolviéndolas, como en una zona o ceñidor de fuego, horrible corona infernal, que inflamando el espacio con su destello fosforescente y sanguinolento, parecía invadir el cielo, confundiendo sus vacilantes lenguas con un penacho colosal de humo denso, envuelto en remolinos de chispas como la escarlata, y dejando oír el bramido del incendio con su estridente crujido.
Allá, al frente, y sobre la montaña donde asentaran las torres de Altamira, alzábase la sombría mole de estas, como una prodigiosa silueta que marcaba el nebuloso horizonte a través de un humo diáfano y sanguinolento que la envolviera como en un velo fantástico.
Los movimientos ondulantes de la luz daban a aquel cuadro un tinte lúgubremente fantástico, y al reflejar sobre la espiral de las armas, dábalas un viso sanguinolento, como lenguas de purpúreo fuego.
Luego aquel fulgor siniestro, que esparcía en la zona un reflejo fatídico y sanguinolento, fue alejándose, disminuyendo a medida que se aumentara la distancia.
El rumor colérico con que empezaban a agitarse las aguas del Océano parecía venir como un rugido sordo desde todos los horizontes alumbrados por el reflejo sanguinolento del incendio.
Caía la tarde, y el Occidente se encendió en un crepúsculo rojo, fondo muy apropiado, por su sanguinolento esplendor, a la fiera batalla.
Sólo en una ocasión, habiéndole visitado un amigo, como en su presencia arrojase un esputo sanguinolento y aquel mostrase maravillarse de ello: “Éstos ¡oh Cefalón! –le dijo-, son los premios de la amistad con reyes”.

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba