Ejemplos con sacrificase

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Admirable cosa era que, gozando de tantos bienes domésticos, mujer buena y hermosa, lindos, inteligentes hijuelos, floreciente negocio comercial, todo esto y su reposo y su tiempo, y sus ganancias, lo sacrificase Chaves en altares idolátricos de la política.
Combatiendo las servidumbres, exclamaba: - ¿Qué diría de su representante aquel pueblo numantino, que por no sufrir la servidumbre quiso ser pábulo de la hoguera? Los padres y tiernas madres que arrojaban a ellas a sus hijos, me juzgarían digno del honor de representarles, si no lo sacrificase todo al ídolo de la libertad? Aún conservo en mi pecho el calor de aquellas llamas, y él me inflama para asegurar que el pueblo numantino no reconocerá ya más señorío que el de la nación.
Y es notable la conducta que cuando rey observó con dichos oráculos: ninguno de los dioses que le habían absuelto mereció jamás que cuidase de sus templos, que los adornara con ofrenda alguna, ni que en ellos una sola vez sacrificase, pues por tener oráculos tan falsos y mentirosos no se le debía respeto y atención, y por el contrario se esmeró mucho con los oráculos que le habían declarado por ladrón, mirándolos como santuarios de verdaderos dioses, pues tan veraces eran en sus respuestas y declaraciones.
Vuelto allí de su expedición, citáronle sus enemigos a comparecer delante de los Eforos, acusándole de soborno por no haber tomado la ciudad de Argos, pudiendo con toda seguridad hacerlo, a quienes respondió así Cleomenes, no sé si mintiendo o si diciendo verdad: que una vez apoderado del templo de Argos, habíale parecido quedar ya verificado el oráculo de Apolo, y que por tanto había juzgado no deber hacer la tentativa de rendir la misma ciudad de Argos, hasta que de nuevo hiciera la prueba si el dios permitiría que la tomase, o si antes bien se opondría a ello, que como a este fin sacrificase en el Hereo con agüeros propicios, vio que del pecho del ídolo de Juno salía una llama, prodigio que le hizo pensar no estaba reservada para él la toma de la plaza de Argos, porque si la llama de fuego, en vez de salir del pecho de la estatua, le hubiera salido de la cabeza, hubiera creído en tal caso poder rendir a fuerza la ciudad, pero saliendo del pecho, entendió que estaba ya hecho allí cuanto Dios quería que se hiciera.
Recibidas estas noticias por el Senado, decretó que por quince días se sacrificase a los dioses, y que aquellos, absteniéndose de todo trabajo, se pasasen en fiestas, no habiéndose nunca señalado otros tantos por ninguna victoria, y es que el peligro se reputó grande por amenazar a un tiempo tantas naciones, haciendo también más insigne este vencimiento la pasión con que la muchedumbre miraba a César, por ser éste el que lo había alcanzado, el cual, habiendo dejado en buen estado las cosas de la Galia, volvió entonces a invernar en el país regado por el Po para continuar sus manejos en la ciudad, pues no solamente los que aspiraban a las magistraturas por su mediación y los que las obtenían sobornando al pueblo con el caudal que él les remitía hacían cuanto estaba a su alcance para adelantarlo en influjo y poder, sino que de los ciudadanos más principales y de mayor opinión, los más habían acudido a visitarle a Luca, y entre éstos, Pompeyo y Craso, y Apio, comandante de la Cerdeña, y Nepote, procónsul de la España: de manera que se juntaron hasta ciento veinte lictores, y del orden senatorio arriba de doscientos.
¿Qué mucho, pues, que todo lo sacrificase para poseerla?.
Sí, sí, mirando las cosas como las mira el mundo, aquello pedía sangre, es más, no ya sólo por satisfacer el deseo de vengarse, hasta para poder vivir entre las gentes con lo que llama el mundo decoro, era necesario, según las leyes sociales, según lo que las costumbres y las ideas corrientes exigían, que don Víctor buscase a Mesía, le desafiase, le matase si posible le era, o si le cogía in fraganti en el delito, o cerca de él, que le sacrificase sin miramientos, con justicia pronta.
Pero por causa mía perdiste la mano derecha, y no puedo corresponder como es debido a tu amor ni a tu adhesión a mi persona, pues no bastaría aunque para ello sacrificase mi alma.
¿Era posible que aquel íntimo amigo de su padre le sacrificase a él, a quien no tenía motivo alguno para querer mal? ¿Se invita a un hombre a la mesa, se le obsequia, con ánimo de destrozarle horas después la cabeza a tiros? La incredulidad en la propia muerte -ese curioso fenómeno tan humano- crecía en Jacinto a cada bocado de la sabrosa pitanza, a cada sorbo del zumo añejo que llevaba a sus venas calor eficaz.

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