Ejemplos con sígueme

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Lo vi y me dijo, Hipsifrona, ¿por qué vives fuera de mí? Sígueme y te informaré sobre ellos.
Yo, con mis dos mujeres, delante, sígueme tú, Sancho, con el señor a cuestas.
Tienes razón, vámonos a un café, sígueme.
¡Rosario, ánimo, confía en mí! Levántate y sígueme.
Rosario, ánimo, ¡confía en mí! Levántate y sígueme.
Sígueme, Sancho, que la carreta va despacio, y con las mulas della satisfaré la pérdida del rucio.
-Sígueme -dijo el Cojuelo-, y no te amohínes, que bien sabe el ''don'' dónde está: que se te ha caído en el ''Cleofás'' como la sopa en la miel.
¡Amigo! ¿Quién es? Si eres algún mendigo necesitado que de flaqueza has caído, y duermes en la calle por faltarte casa en que recogerte y fuerzas para llegarte a un hospital, sígueme, mi casa será tuya, no te espanten tus desdichas, muchas y grandes serán, pero te habla quien las pasa mayores.
Pero Giafar le dijo: ¡Vamos, sígueme! Y le arrastró con él, precedido y escoltado por la muchedumbre de esclavos y de mozos, a quienes Califa no cesaba de injuriar.
Entonces contestó la vieja: ¡En ese caso, levántate y sígueme! Yo me encargo de mostrártela completamente desnuda.
¡Sígueme y ya verás! Se acercó entonces por detrás al hombre, y con mucho cuidado quitó el cabestro al asno, se lo puso él mismo, sin que el hombre notase el cambio, y echó a andar como una acémila, mientras su compañero se alejaba con el asno que habían libertado.
Participó su proyecto a uno de sus compañeros, que hubo de preguntarle: ¿Pero cómo te vas a arreglar para no llamar la atención del hombre? El otro contestó: ¡Sígueme y ya verás!.
Tú, Mazzetti, sígueme.
Sígueme.
Toma una espada y sígueme.
Sígueme con el pensamiento hasta el concejo de Güeñes, uno de los más pintorescos de las Encartaciones, que le he escogido por teatro de uno de mis cuentos más dolorosos, y por lo mismo menos sonrosados.
Sígueme, amor mío, con los ojos del pensamiento a las riberas del Cadagua, a las ribera,, que más envanecen por bellas a aquel espumoso y fresco y cristalino río, desde que pierde de vista a su nativo valle de Mena, hasta que Dios le hunde en el Ibaizábal, apenas ha andado cinco leguas, en castigo de la prisa que se da a alejarse del valle nativo.
Vamos, y sígueme por ella, don Cleofás, que hemos de ir a comer a la venta de Darazután, que es en Sierra Morena, veintidós o veintitrés leguas de aquí.
Sígueme, pues, y no hables más.
Cuando oyó mis palabras, cogióme de la mano y me dijo: ¡Sígueme! Y le seguí.
- ¡Sígueme! ¡Sígueme! Esa gente sabe mucho.
-Sígueme, te digo.
-¡No se sabe! ¡Sígueme! ¡Allá veo la Rábita!.
Montecristo esperó, según su costumbre, a que Duprez hubiese cantado su famosa Sígueme, y entonces se levantó y salió.
Y mientras tanto, la buena anciana había ido a buscar a Feliz-Bella y le había dicho: Sígueme aprisa, hija mía.
Después dijo: ¡Sígueme y te llevaré a un sitio que conozco!.
»-Entonces, sígueme -dijo el centinela-, o mejor, puesto que sabes el camino, marcha delante.
Monta de nuevo en tu caballo, y sígueme por la orilla del río.
Hombre, por Dios, ¿dónde vamos a parar? Cristo ha dicho: reparte tus bienes y sígueme, pero no ha dicho: reparte los bienes de los demás.

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