Ejemplos con quisquilloso

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El Quisquilloso es uno de sus rivales más profundos, pero el Profeta es más rico y famoso.
Actualmente es una de las compañías más famosas y ricas de esa zona, pues todos los magos lo compran, a excepción de los fanáticos del quisquilloso.
Hay evidencia que indica que Candy era quisquilloso con respecto al tema del sobrepeso.
En el programa también actúan Dulé Hill como su reflexivo y honesto compañero Gus, el mejor amigo de Shawn, y Corbin Bernsen como el quisquilloso padre de Shawn, de nombre Henry.
Beltrán quisquilloso y díscolo, y además el primer manirroto que se ha conocido desde Moncayo al Pirineo, mas no se le podían echar en cara bajas acciones.
Estaba muy agradecida al señor de Feijoo, que se portaba con ella como un caballero, y no tenía nada de quisquilloso, ni las impertinencias que suelen gastar los hombres.
Yo no me pude contener al fin, porque mi genio es muy quisquilloso, y le dije: Señora, hágame usted el favor de no ser tan entrometida y márchese de aquí, que no nos hacen falta visitas.
Ya conoce usted las circunstancias, Wellesley es quisquilloso.
El caballerito Leonardo es el más quisquilloso de todos mis clientes.
Don Rodrigo Calderetas, Asaduras, don Valentín, personajes inconexos entre sí, por educación, por ideas, por aficiones, y, sin embargo, unánimes los tres en considerar a don Pedro Mortera enemigo solapado del quisquilloso jurisconsulto.
Lo brusco de la captura, lo incómodo de la cárcel, lo pesado y quisquilloso y ofensivo de los interrogatorios bastan y sobran para que salga D.
Se consolaba de este desfallecimiento del ánimo, de esta contradicción entre sus ideas y anhelos de abnegación, de prescindencia efectiva, y la realidad de sus preocupaciones, de su vanidad herida de artista quisquilloso, pensando que la tal flaqueza era cosa de la parte baja de su ser, de centros viles del organismo que no había podido dominar todavía de modo suficiente la hegemonía del alma cerebral, del yo que reinaba desde la cabeza.
Fúnebre y pesado velo, ¿quién te echó sobre mí? ¿Por qué os elevasteis lentos y pavorosos sobre mi alma, pensamientos de muerte, como vapores que suben de la superficie de un lago caldeado? Y vosotras, horas de la noche, ¿qué agravio recibisteis de mí para que me martirizarais una tras otra, implacables, pinchándome el cerebro con vuestro compás de agudos minutos? Y tú, sueño, ¿por qué me mirabas con dorados ojos de búho haciendo cosquillas en los míos, y sin querer apagar con tu bendito soplo la antorcha que ardía en mi mente? Pero a nadie debo increpar como a vosotros, argumentos tenues de un raciocinio quisquilloso y sofístico.
El cariño que siempre tuvo a su hija, tomó en aquel singular estado de su ánimo, proporciones de un amor insensato, absorbente, quisquilloso, que ni un punto podía dejar de manifestarse, ya complaciendo a la chiquilla en cuanto se le antojaba, ya prodigándole ternezas y caricias a toda hora, vinieran o no a cuento.
Opúsose el de la Palata, y desde entonces anduvo el arzobispo quisquilloso con el nuevo gobernante.
Así libro acaso mis costillas, no de amago, sino de paliza efectiva con que pudiera agasajarme algún quisquilloso y linajudo descendiente de su señoría.
La oficialidad colombiana era, pues, motivo de zozobra para las muchachas, de congoja para las madres y de cuita para los maridos, porque aquellos malditos militronchos no podían tropezar con un palmito medianamente apetitoso sin decir, como más tarde el valiente Córdova: Adelante, y paso de vencedor, y tomarse ciertas familiaridades capaces de dar retortijones al marido menos escamado y quisquilloso.
Delicado, quisquilloso, fácil en darse por ofendido.
Cual quisquilloso en honra y en fe y amores,.
Don Juan de Prezanes, desfogadas ya sus iras, estaba más para sentir que para hablar, y tal vez a esta excusa se agarró su genio quisquilloso para no dar el brazo a torcer todavía, aunque Dios sabe si en el fondo del alma lo deseaba.
¡Encenagado en ellas! -repetía don Juan con voz cavernosa, los pelos de punta y la faz desencajada- ¡Y, sin embargo, yo soy el díscolo, y el procaz, y el quisquilloso, y el descomedido!.
porque el de tu padre es insufrible por quisquilloso y aprensivo.
, joven altivo y quisquilloso en demasía.
Nadie dirá que yo, ex-regente de Audiencia, que me jubilé casi por no firmar más sentencias de muerte, nadie dirá, repito que tengo ese punto de honor quisquilloso de nuestros antepasados, que los pollastres de ahí abajo llaman inverosímil, pues bien, seguro estoy, me lo da el corazón, de que si mi mujer -hipótesis absurda- me faltase.

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