Ejemplos con pudor

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Hasta se ofendió con repentino pudor porque Argensola quiso hacer uso del derecho de prioridad buscando su mano por debajo de la mesa.
Esta burguesa que marchaba hacia él y en el momento del abandono retrocedía con bruscos renacimientos de pudor representaba algo extraordinario.
Las gentes de la costa hablaban de un transporte que había sido torpedeado viniendo de Argel Y revueltos con los hombres se iban encontrando cadáveres de mujeres desfiguradas por la hinchazón, hasta el punto de que sólo por algunos detalles era posible adivinar su edad: madres que tenían arqueados sus brazos como si guardasen con un último esfuerzo el hijo desaparecido, muchachas cuyo pudor virginal había sido violado por el mar, mostrando sus piernas desnudas, tumefactas, verdosas, con profundos mordiscos de peces carniceros.
Los dos tenían en el cerebro iguales pensamientos, pero evitaban su exteriorización por un pudor de hombres enérgicos, temiendo que fuesen interpretados como preocupaciones del miedo.
Acometida por un pudor repentino, le molestaban las curiosidades y sonrisas de pasajeros y criados.
Y consignó uno de aquellos, que en una de las sesiones oratorias, le sirvió de tema el pueblo de Israel, y con lenguaje expresivo y sublime enarró las maravillas de aquel pueblo excepcional : que no era posible decir cosas más hermosas y poéticas, pero que cuando el orador se consideró en la cumbre del monte Nebo y presentó al pueblo israelita y a Moisés contemplando la tierra prometida, su elocuencia fue nueva, sorprendente, y lo sublime parecía poco ante aquel espíritu transfigurado por el pudor cuasi divino de las ideas.
Toda la habitación le pareció a Lucía llena de flores, del cristal del espejo creyó ver salir llamas, cerró los ojos, como se cierran siempre en todo instante de dicha suprema, tal como si la felicidad tuviese también su pudor, y para que no cayese en tierra, los mismos brazos de Juan tuvieron delicadamente que servir de apoyo a aquel cuerpo envuelto en tules blancos, de que en aquella hora de nacimiento parecía brotar luz.
Y el cura insistía en lo de los entierros, como si de todos los actos de hostilidad o indiferencia para la religión, fuese este el más escandaloso y que más profundamente hería su pudor de sacerdote.
La joven, con cierto pudor, resistíase a decir de viva voz lo que tantas veces había escrito en sus cartas.
Viose, pues, a Villamelón, el héroe del combate de Cabo Negro, que tanto se había asustado con la desnudez relativa de los rifeños, pedir sin repugnancia y obtener sin espanto la mano de una ilustre salvaje completamente desnuda de alma, porque así como en bosques y desiertos se encuentran salvajes que ofenden la decencia con la desnudez de sus cuerpos, así también se encuentran en plazas y salones otros salvajes vestidos por fuera, que insultan el pudor con la desnudez interna de sus almas.
El niño fijó un momento los ojos en aquel papel desconocido a que la mano que lo sostenía comunicaba temblores de rabia, y el pudor de su alma inocente tuvo fuerzas para colorear en sus mejillas por un momento la azulada palidez del espanto.
Solo casi siempre el pobre niño escapábase a las caballerizas, donde pasaba la mayor parte del día entre lacayos y mozos de cuadra, escuchando conversaciones que al principio le hacían enrojecer y acabaron por hacerle reír, a medida que se le iba encalleciendo el pudor, especie de epidermis delicadísima que preserva la pureza del alma.
Paquito nada había dicho, púsose muy encarnado, con ese santo carmín con que el pudor instintivo tiñe las facciones de la inocencia, y destrozando entre sus deditos, sin darse cuenta de ello, una anforita romana, extraño lacrimatorio de vidrio que había sobre una mesa, ocultó con varonil esfuerzo las gruesas lágrimas que le brotaban de los ojos.
Pero por una de esas excepciones que apartan en algo al individuo de las reglas generales del tipo para constituir en el un carácter propio, tenía la condesa un pudor especial, un extraño pudor que pudiera muy bien llamarse el pudor de su marido.
Teresa abrazó a su hija, que, olvidando el peligro, estremecíase de vergüenza al verse en camisa en medio de la huerta, y se sentaba en un ribazo, apelotonándose con la preocupación del pudor, apoyando la barba en las rodillas y tirando del blanco lienzo para que le cubriera los pies.
Entonces, en estos diálogos a solas, sin reflexionarlo ni él ni ella, sin que fuese circunspección estudiada, lo cual implicaría un temor de que ambos se veían exentos, sino por instintiva, inocente y santa delicadez, por pudor inconsciente, por recato santísimo del corazón, jamás hablaban de sus propias personas, ni de lo íntimo de las almas, aunque fuese en general, sino de la pompa exterior del material universo, y de la armonía, riqueza y orden que le adornan, proclamando la bondad, el poder y la sabiduría de quien le sacó de la nada.
Al compás de los valses o marchas fúnebres que entonaban las bandas, contoneábanse los devotos cirio en mano, y el desfile de santos continuaba, lento, monótono, aplastante: unos, desnudos, con las carnes ensangrentadas y sin otra defensa del pudor que unas ligeras enagüillas, otros, vestidos con pesados ropajes de pedrería y oro.
Allí estaba la Valencia, enorme ascua de oro, brillante y luminosa desde la plataforma hasta el casco de la austera matrona que simboliza la gloria de la ciudad, y después, erguidos sobre los pedestales los santos patronos de las otras : San Vicente, con el índice imperioso, afirmando la unidad de Dios, San Miguel, con la espada en alto, enfurecido, amenazando al diablo sin decidirse a pegarle, la Fe, pobre ciega, ofreciendo el cáliz donde se bebe la calma del anulamiento, el Padre Eterno, con sus barbas de lino, mirando con torvo ceño a Adán y Eva, ligeritos de ropa como si presintiesen el verano, sin otra salvaguardia del pudor que el faldellín de hojas, la Virgen, con la vestidura azul y blanca, el pelo suelto, la mirada en el cielo y las manos sobre el pecho, y al final, lo grotesco, lo estrambótico, la bufonada, fiel remedo de la simpatía con que en pasadas épocas se trataban las cosas del infierno, la , Pintón coronado de verdes culebrones, con la roja horquilla en la diestra, y a sus pies, asomando entre guirnaldas de llamas y serpientes, los Pecados capitales, horribles carátulas con lacias y apolilladas greñas, que asustaban a los chicuelos y hacían reír a los grandes.
os dice vuestra novia, echandoos la última mirada, aquella mirada con que las andaluzas resumen una larga conversación, aquella mirada que todo lo durante dos o tres horas, mirada pícara y tierna, diabólica y angelical, llena de pudor y de abandono, mirada, en fín, que dura todo el tiempo que tarda la niña en cerrar la reja, cosa que hace muy lentamente, dejando a veces una rendijita, y arrepintiéndose luego, y abriendo otro poco para haceros un mohín que parece un beso en capullo.
Como era tan idealista, quería hacer el papel de novio con todas las reglas recomendadas por el uso, y aunque se vio solo en el comedor con su amada, tratábala con aquellos miramientos que impone el pudor más exquisito.
Tardó un rato en darse cuenta de dónde estaba y de los disparates que había soñado, y se echó mano al pecho con un movimiento de pudor y miedo.
Y en el momento que tal habló arrepintiose de ello, porque lo que deseaba saber, si picaba mucho en curiosidad, también le picaba algo el pudor.
Sabe que el fantasma que acaba de cruzar al alcance de sus perdigones es la hembra, la Dulcinea perseguida y recuestada por innumerables galanes en la época del celo, a quien el pudor obliga a ocultarse de día en su gazapera, que sale de noche, hambrienta y cansada, a descabezar cogollos de pino, y tras de la cual, desalados y hechos almíbar, corren por lo menos tres o cuatro machos, deseosos de románticas aventuras.
Si alguna variación podía observarse, algún signo revelador del tránsito de virgen a esposa, era quizás un aumento de pudor, pudor, por decirlo así, más consciente y seguro de sí mismo, instinto elevado a virtud.
Aparte de la manía de referir en las sobremesas y entre amigos de confianza mil anécdotas, no contrarias al pudor, pero sí a la serenidad del estómago de los oyentes, era don Manuel persona cortés y de buenas formas para presidir, verbigracia, un duelo, asistir a una junta en la Sociedad Económica de Amigos del País, llevar el estandarte en una procesión, ser llamado al despacho de un gobernador en consulta.
En cuanto a la tercera, Nucha, asemejábase bastante a la menor, sólo que en feo: sus ojos, de magnífico tamaño, negros también como moras, padecían leve estrabismo convergente, lo cual daba a su mirar una vaguedad y pudor especiales, no era alta, ni sus facciones se pasaban de correctas, a excepción de la boca, que era una miniatura.
, y ella permaneció tambien inmóvil, dominada por el femenil pudor.

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