Ejemplos con pudores

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Pero es, sobre todo, en la Literatura española del Siglo de Oro, donde encontramos abundantes términos de Germanía, Cervantes, Mateo Alemán o Quevedo son una buena razón para que estos vocablos aparezcan en el Diccionario de la RAE a pesar de los pudores de algunos filólogos, como Mac Hale, que opinan deberían omitirse en absoluto.
La hembra, en sus pudores o sus arrebatos, plagiaba sin saberlo a sus abuelas, que habían sido, según las épocas, tentadoras con una virtud hipócrita o francamente mesalinescas.
Los falsos pudores, las hipocresías del sentimiento le eran desconocidos.
Creció la marejada al compás de aquel rigodón, comenzando a sublevarse los pudores de todas las que se creían con derecho a tomar parte en aquella honorífica cuadrilla.
Lo que nadie sabía era que iba por fuerza, contra su voluntad, por falta de valor para rebelarse contra aquella exhibición brutal y dolorosa, lo que nadie podía sospechar era su vergüenza íntima, su mortificación al fingir pudores e ignorancias, cuyas mentiras la envilecían a sus propios ojos, abrasándole con un fuego sucio la conciencia.
Julián pertenecía a la falange de los pacatos, que tienen la virtud espantadiza, con repulgos de monja y pudores de doncella intacta.
Era la larga pasión que se satisfacía sin poder contenerse, sin atender ni a respetos ni a pudores.
¡Ah, nunca! Vio que constantemente los pudores saldríanle al encuentro a su designio.
Un instinto de sutilísimos pudores, del que no se daba cuenta quizás, impedíala sentarse, cuando estaba Víctor, como en una instalación definitiva de los dos cerca de una cama.
¡Haberse querido tanto, haber echado nombre, reputación, pudores de sexo a la hoguera de un idilio: haberse comido los labios en las silenciosas horas de un amor insaciable, para salir luego con dos puñales envenenados a clavárselos en el corazón ante una vocinglera multitud de circo!.
Sospecho que también la historia tiene sus pudores de niña melindrosa.

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