Ejemplos con prodigó

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

En los templos se prodigó el bajorrelieve polícromo.
Además de su cargo como arquitecto municipal se prodigó con encargos para viviendas particulares e incluso en el diseño y restauración de templos religiosos.
También Stefano Arteaga se prodigó en elogios hacia este músico en la Storia delle rivoluzioni del teatro musicale italiano.
Prodigó especialmente la taranta almeriense y la saeta.
El rey Alfonso II de Asturias y sus descendientes convierten al apóstol en un símbolo del combate contra el islam, naciendo así la imagen de Santiago Matamoros, que se prodigó a lo largo de la ruta jacobea.
Durante su estancia en Roma frecuentó a Goffredo Petrassi, quien, sin ser oficialmente su profesor, sí prodigó consejos y sugerencias al joven Donatoni, ayudándolo en su trabajo de composición.
Introductor de la orquesta donde antes sólo sonaban la guitarra y las castañuelas, fue incluso un forofo del tamboril y pito rociero, además de notable escultor que se prodigó frecuentemente.
El gobierno no le exigía más que la conservación de Landau, pero este objetivo estaba lejos de satisfacerle, sus victorias fueron tan brillantes como las de otros ejércitos a los que se les prodigó toda clase de ayuda.
Prodigó su arte ante grandes personajes de su época, como era habitual para obtener prestigio como cantador en una época en la que no había certámenes joteros.
Siempre mi cuñado me miró con animosidad, tal vez por mi superior linaje, tal vez por las muchas preferencias que en vida y en muerte me prodigó mi padre.
El doctor Ustariz, que se hallaba como invitado entre los presentes, le prodigó sus cuidados.
Tòni, que era siempre de pocas palabras, las prodigó en la presente ocasión.
Muy necesitado me sentía de respirar aire campestre, y de espaciar mi vista por las hermosuras que prodigó Allah en este rincón del África, sin duda destinado a que en él tuvieran su Paraíso Terrenal los predilectos.
Tanto prodigó Doña Cristeta los toques lisonjeros en la pintura, que a Doña Leandra se le despertó curiosidad de conocer al bello y virtuoso joven, presunto dueño de Isabel II, y manifestó a su amiga deseos de verle, aunque fuese por la rendija de una puerta, a lo que respondió la camarista que a la sazón estaba el infantito fuera de Madrid, en militar servicio, pero ya se le había mandado venir, para que él y su novia se tratasen y viesen a menudo, aproximación necesaria de dos almas que debían arder juntas en la llama del amor conyugal.
Aún fue su dolor más punzante, y se le clavó en el corazón la espada más aguda, viendo que su hija Lea, ordinariamente su paño de lágrimas, no le prodigó aquel día los consuelos que necesitaba, y en vez de lamentar con ella los entorpecimientos que al viaje ofrecía Carrasco, la sorprendió con esta despiadada salida: No llore, madre, porque nos quedemos algún tiempo más en Madrid, que ya vendrá el día de irnos al pueblo.
Los primeros sermones que pronunció fueron de hombre que ha comenzado a estudiar: al cabo de un año, la santificación de las fiestas, la Inmaculada Concepción, los carceleros del Papa, los milagros modernos, las impiedades del matrimonio civil, la infamia llamada libertad de cultos, fueron sus temas favoritos, y los campesinos, que al principio no le entendían, empezaron a entusiasmarse con su palabra, de la que no fue avaro, sino que la prodigó, experimentando algo semejante al orgullo de la misión cumplida.
Seguimos andando, y por dos o tres veces me prodigó los mismos elogios.
Entonces llamó a uno de los jóvenes que estaban allí y le dijo: ¡Conduce a tu amo! Y el joven me cogió de la mano y me llevó primero al hammam de la casa, donde me dió un baño excelente y me prodigó los cuidados más atentos y más minuciosos.
Su madre le prodigó palabras de consuelo, diciéndole que se mostrara fuerte en este trance, que pronto pasaría, y entonces tendría la dicha de acariciar a su hijo.
La condujo hacia el sofá y allí le prodigó infinidad de consuelos y caricias, y le hizo protestas y juramentos de amor eterno.
Allí prodigó muchos cariños a José: la entraña de su orgullo se sentía conmovida al ver que un joven lleno de vida se ofuscaba por ella.
-Mi hijito, a ti te quiero más que a mi vida, pero es preciso ser política con todos, y le prodigó sus más ardientes caricias.
Fueron en efecto, pero apenas habían entrado en él, un perro se dirigió hacia ellas, ladró alegremente y luego, moviendo la cola, lamió las manos de Elena y le prodigó otras caricias.
Uno de los viejos -aún robusto, fuerte y con señales visibles de guapo en otros días- procedía de América, y vencido en los disturbios de una de las jóvenes repúblicas, echado para siempre por el partido triunfante, iba amarilleando su malaventura, más que la de la afección al hígado, diagnosticada por el médico, y al otro, veterano de las guerras civiles y de otras guerras coloniales, donde realizó heroicidades y prodigó su sangre con incomparable gallardía, dijérase que un duende maléfico le estorbaba siempre recoger el lauro y la recompensa, y se atravesaba entre la fortuna y él.
Hallábase en una provincia de procónsul, y estando en un festín sentado a su lado, como era de costumbre, este mocito, entre otros halagos que prodigó a Lucio, fácil de ser seducido con ellos en el exceso del vino, le dijo ser tal el extremo con que le amaba, que habiendo en su casa el espectáculo de un duelo de gladiadores, a que nunca antes asistiera, había preferido correr a su compañía, a pesar de que deseaba ver a un hombre caer muerto de heridas, replicóle Lucio, correspondiendo a sus caricias: “Pues por eso no te me angusties, que yo lo remediaré”, y dando orden de que trajesen al mismo banquete a uno de los que estaban condenados a pena capital, y de que entrase uno de los esclavos armado con una hacha, volvió a preguntar al joven si quería ver cómo le daban el golpe, respondió éste que sí, y entonces mandó que le cortasen la cabeza.
Y corriendo al niño, que traveseaba bajo los cerezos, le tomó en sus brazos y le prodigó las ardientes caricias que prodigaba a las niñas su mujer.
Contar las lágrimas de alegría que aquella honrada familia derramó y las bendiciones que prodigó al indiano, es más difícil que contar las estrellas que hay en el cielo.
Al escuchar semejante historia, el rey Mihraján se maravilló, y me dijo: ¡Por Alah, hijo mío, que si tu suerte no fuera tener una vida larga, sin duda a estas horas habrías sucumbido a tantas pruebas y sinsabores! ¡Pero da gracias a Alah por tu liberación! Todavía me prodigó muchas más frases benévolas, quiso admitirme en su intimidad para lo sucesivo, y a fin de darme un testimonio de sus buenos propósitos con respecto a mí, y de lo mucho que estimaba mis conocimientos marítimos, me nombró desde entonces director de los puertos y radas de su isla, e interventor de las llegadas y salidas de todos los navíos.
En las señales de respeto que prodigó el criado al desconocido conoció éste que su carta había hecho el efecto deseado.
He llegado a saber, ¡oh rey afortunado! que el mercader exclamó: Gloria al que te ha modelado, ¡oh maravillosa criatura! Y le rindió todos los honores y le prodigó todas las manifestaciones de respeto y admiración.

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