Ejemplos con piropo

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Hablando con ella le lanza un piropo que provocará la indignación de una secretaria temporal que está en ese momento en su departamento.
Originalmente toma la forma de un piropo del hombre a la mujer con quien baila, romántica o graciosa, pero nunca grosera.
fue utilizado como opening de la serie anime Piropo, mientras que CANDY POP IN LOVE fue utilizado en el comercial de Non-no, revista mensual de chicas editada por Sh eisha.
En dialecto piamontés Countach es un piropo sin traducción literal a otros idiomas, pero para hacerse una idea puede ser la palabra utilizada para alabar a una bella señorita con la que se encuentre en un café de Turín.
Gonzalo agradeció el piropo con una sonrisa, sin darse por vencido.
Una mirada de soslayo, tal vez un trillado piropo.
Me asustó el piropo, y quise sacudirme de él.
Este piropo me hizo recordar que por un escrúpulo, hijo a medias de mi vanidad y del triste efecto que me causó la historia de don Serafín, este pobre hombre ignoraba que era yo en la corte tan pretendiente como él, y acaso más desvalido, pues que ni siquiera me recomendaban sus años de servicios y sus grandes desventuras.
La señora de Munar tragaba saliva a cada piropo que los oficiales endilgaban a las doncellas, y ora daba un pellizco a la sobrina que se descantillaba con una palabrita animadora, o en voz baja llamaba al orden a la hija que prestaba más atención de la que exige la buena crianza a las garatusas de un libertador.
Como se ve, la poetisa aprovechó la ocasión de dirigir un piropo al virrey Manso y otro al padre Bravo.
San Pedro se relamió con el piropo y contestó:.
Contentísimo salí con el piropo.
El descarado Juanito no se privaba, cuando había oportunidad para ello, de echar un piropo a cualquier mujer hermosa que encontrase, ya fuera de clase humilde, ya de la más elevada.
-Al claro talento de usted -dijo, devolviendo un piropo recibido poco antes- no se ocultará que la asistencia de otro sacerdote no agradará a la pobre mártir tanto como la nuestra.
Caín le suelta un piropo como un pimiento, y ella le recibe como si fuera gloria.
Mauricio se quedó un breve rato como suspenso, mas pronto se repuso, encendió un cigarrillo, salió a la calle y le echó un piropo a la primera moza de garbo que pasó a su lado.
Del panorama, no se diga, porque solamente ponían en duda su condición de «incomparable» los que le conocían por los asertos de los cronistas finos que no soltaban de la pluma aquel piropo, de la gente, por ser día festivo aquél, como ya se ha advertido, a borbotones en todas partes: en las frondosas avenidas que confluían en la gran explanada central, en el Mantón o paseo, o, mejor dicho, prado de aquella forma, que era como el remanso común a todos los ríos confluentes, en la vasta galería del balneario, en el arenal, en la cenefa de espumas, aquella cenefa plagada de ratones, según la pintoresca ocurrencia, que ya se mencionó en su lugar correspondiente, de uno de los tres personajes conocidos últimamente con los nombres de Froilán, Gorgonio y Perico, en los verdinegros bosquecillos, misteriosos, umbríos y fragantes, en el apartado y tortuoso caminejo peonil, en el merendero humilde, en el salón de conciertos y en el café aristocrático.
-Gracias por el piropo -respondió el periodista, haciendo una reverencia a Juan Fernández, pero sin dejar de sonreírse ni de afilarse la punta del bigote.
-Pues te voy a pagar el piropo con un gran consejo -repuso Sagrario, deteniendo a su amiga, que ya había echado a andar-: no te cases con Pepe Guzmán, aunque, por milagro de Dios, lo pretenda él, pero si don Mauricio el Solemne, pide tu mano, acéptale.
Era mucho más exigente con la modista para sus vestidos que para los propios, y la frase que más la halagaba en boca de sus amigos, era la que envolvía un piropo para su hija.
-Pues es el mejor piropo que puedo echarte en este momento.
No las prendas humildes que vestía, sino aquel cuerpo suyo espigado, flexible, ondulante, aquel talle prodigioso, su cuello grácil y tornátil que distanciaba armónicamente el rostro del seno, sus piernas cuyo robusto dibujo delataba lo dúctil de la urdimbre, sus brazos largos y bien modelados, su pie arqueado y breve, el perfume a limpieza y a juventud que manaba de todo su ser y la expresión dulce y picaresca de su rostro a la sazón pálido, hicieron que todos los hombres dejaran escapar, en honor suyo, unos, resonantes suspiros, otros, una exclamación, otros, algún que otro ardiente piropo.
A ellas les solía parecer bien un piropo de un estudiante o de un hortera, pero la indignación fingida era mayor cuando un levita se propasaba y siempre acompañaba a la protesta del pudor el sarcasmo.
Don Víctor era un viejo tal vez amigo de los amores fáciles, pero jamás había pasado su atrevimiento de alguna mirada insistente, pegajosa, y algún piropo envuelto en circunloquios que no le comprometían.
José sin reconocerla le arrojó un piropo grosero.
El piropo brotó como espontáneo:.
-Y ¿crees tú -prosiguió ésta sin darse por entendida del piropo-, que con alguna economía en casa?.
Celebré yo el dicho con una risotada no menos ingenua, dando enseguida las gracias por el piropo, casi al mismo tiempo que respondía Mari Pepa a la pregunta:.
Gracias al asendereado oficio de tradicionista, he logrado a la postre aprender que cuando a un hombre le dicen en sus bigotes: «Es usted más pesado que el chocolate de los jesuitas», tiene éste la obligación de sonreír y darlas gracias, porque, en puridad de verdad, lejos de insultarlo le han dirigido un piropo, algo alambicado es cierto, pero que no por eso deja de ser una zalamería.
:¿Porqué? Porque no entiende aquel piropo.

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