Ejemplos con percibió

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Aníbal percibió esto como una violación del tratado y sitió la ciudad, que cayó después de ocho meses de asedio.
Si bien se percibió el movimiento sísmico, los mayores efectos fueron producidos por una gigantesca ola que se generó en el Lago Nahuel Huapi y que impactó contra la costa frente a la ciudad.
Por haber vivido muchos años en París y otras ciudades europeas, percibió muchos de los cambios producidos en el siglo XIX, por lo que una vez hecho presidente implementó medidas tendientes a modernizar el país e instaurar el orden definitivo.
El descubrimiento se produjo observando el cambio en la velocidad radial de la estrella, cuando se percibió la gravedad de un planeta a su alrededor.
Fue ahí que percibió que las semillas de arctium se enganchaban constantemente a su ropa y al pelo de perro.
Su olfato percibió el olor de tabaco inglés ligeramente perfumado de opio que parecía flotar siempre en torno de su boca y sus patillas.
Percibió en su boca un roce dulce, algo suave que le acariciaba sedosamente, y poco a poco fue extremando su contacto hasta convertirse en un beso frenético, desesperado, rabioso de dolor.
Al mismo tiempo percibió sobre la cúspide de su cráneo un silencioso y violento choque, algo anormal que pareció tocarle sin llegar a tocarle, la sensación del roce de una piedra.
Al cabo de este tiempo percibió un rechinamiento, como el de una gran llave dentro de una inmensa cerradura, después el sonido de un barrote de hierro rebotando por un extremo sobre otro cuerpo menos duro, después el chirrido de unos goznes roñosos, y, por último, la luz de un farol muy ahumado, a cuyos débiles resplandores pudo observar que se había abierto enfrente una.
No percibió Lucía el tono irónico que dieron a aquella frase los labios de su acompañante, y respondió con sinceridad:.
Del hombro al tobillo percibió el capitán los suaves relieves de una carne tibia y firme, que se hacía sentir a través de las ropas y parecía tirar de él con nerviosos estremecimientos.
Ferragut percibió una vaga impresión de aire que se desplaza con el lento avance de un cuerpo.
Ferragut, en su desesperado encierro, percibió nuevos gritos anunciadores de un suceso extraordinario.
Argensola percibió cómo se iba formando en su interior un alma simple, entusiasta y crédula, capaz de admitir las cosas más inverosímiles.
Dentro percibió un hedor de muchedumbre enferma, miserable y amontonada, semejante al que se huele en un presidio o un hospital pobre.
Don Marcelo percibió la fuerte mezcla de perfumes que exhalaban su cabeza, sus bigotes, todo su cuerpo.
Desnoyers percibió, efectivamente, un crepitamiento lejano en el que no se había fijado hasta entonces.
Tornó a llevar la mano al pestillo, y otra vez percibió la sacudida.
Al abrir después con mano trémula la carta, percibió el perfume de sándalo que Venturita usaba.
Antes de llegar al término del malecón, percibió sobre el segundo paredón una figura gigantesca.
Allá fuera, en la calle, percibió fuerte rumor de gente, luego extraños sonidos que le dejaron yerto.
Dejó de ver el armario, las paredes de la alcoba, los objetos que tenía en torno, y en su lugar percibió un millón de luces de todos colores que al principio estaban inmóviles, después comenzaron a bailar con extremada violencia.
A las doce, próximamente, de la noche percibió entre los árboles dos sombras.
Lo que sí percibió fué la sombra de un hombre deslizándose al través de los árboles.
Su oído sutil de campesino percibió un ruido a su espalda.
Andando de puntillas por los pasillos y por la sala, percibió rumor de voces.
Al fin dejó de oírse la voz cavernosa del sacerdote, y en cambio se percibió un silbido rítmico, al que siguieron pronto mugidos como los del aire filtrándose por los huecos de un torreón en ruinas.
Por evitar este ruido inoportuno, Maximiliano se metió un pañuelo en aquel bolsillo, atarugándolo bien para que las piezas de plata y oro no chistasen, y así fue en efecto, pues en todo el trayecto desde Chamberí hasta la casa de Torquemada el oído de doña Lupe, que siempre se afinaba con el rumor de dinero como el oído de los gatos con los pasos del ratón, y hasta parecía que entiesaba las orejas, no percibió nada, absolutamente nada.
El señorito lo percibió, aunque tenue, clarísimo, y vio el cañón de la escopeta apuntado tan diestramente que de fijo no se perdería el disparo: el cañón no amagaba a su pecho, sino a las espaldas de Julián.
Otros síntomas percibió que le acaloraron la fantasía, dándole no poco en qué cavilar.

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