Ejemplos con pensad

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

lo mejor para gimnasya artistica es la fuerza del corazon i no el cuerpo pensad k podeis i saldra de dentro.
Y preservándoos contra toda mutilación de vuestra naturaleza moral, aspirando a la armoniosa expansión de vuestro ser en todo noble sentido, pensad al mismo tiempo en que la más fácil y frecuente de las mutilaciones es, en el carácter actual de las sociedades humanas, la que obliga al alma a privarse de ese género de , donde tienen su ambiente propio todas las cosas delicadas y nobles que, a la intemperie de la realidad, quema el aliento de la pasión impura y el interés utilitario proscribe: la vida de que son parte la meditación desinteresada, la contemplación ideal, el antiguo, la impenetrable estancia de mi cuento.
Y, finalmente, pensad en una despedida eterna, en una de esas separaciones que mutilan el alma, que acaban con unos amores, que tuercen en sentido contrario el rumbo paralelo de dos existencias: pensad en el relój que suena como la campana de agonía, en el silencio de los dos , que, careciendo de tiempo para decirse todo lo que sienten, no quieren ofender su mutua desesperación diciendo demasiado poco: pensad en la mirada intensa, profunda, atónita, desconsolada, que dirigís por última vez a la persona querida, en el ronco que abre un abismo entre vosotros, en el postrer apretón de manos que consagra el pacto de vuestra eterna desdicha.
¡Los trapos, ay! ¿Quién no ve en ellos una de las principales energías de la época presente, tal vez una causa generadora de movimiento y vida? Pensad un poco en lo que representan, en lo que valen, en la riqueza y el ingenio que consagra a producirlos la ciudad más industriosa del mundo, y sin querer, vuestra mente os presentará entre los pliegues de las telas de moda todo nuestro organismo mesocrático, ingente pirámide en cuya cima hay un sombrero de copa, toda la máquina política y administrativa, la deuda pública y los ferrocarriles, el presupuesto y las rentas, el Estado tutelar y el parlamentarismo socialista.
¿Hemos de sobreponer el interés de los conjuntos lanzados a bárbaras guerras, al interés del inocente individuo que lucha a solas por el bien y por el amor? ¿Hemos de sobreponer el interés de la guerra, que destruye, al del amor que crea y aumenta y embellece lo creado? Reíos de mí, pero al mismo tiempo pensad en el modo de probarme que un corazón ocupa menos espacio en la totalidad del universo que los quinientos diez millones de kilómetros cuadrados de la pelota de tierra en que habitamos.
-¡Pensad, señora -dijo Montecristo-, que no es así como se adora a Dios! Dios quiere que se le comprenda y que se le discuta su poder.
- ¡Pensad, pensad vos mismo si habrá algo en el mundo que pueda contenerme!.
Pensad que sois hombre y una de las más valerosas lanzas de la cristiandad, y conformaos con los decretos del cielo.
¡Pensad que mis palabras llegan a vos del país de las sombras y que no soy yo la que tenéis delante, sino mi imagen pintada en vuestra memoria! ¿Pero no me respondéis? Decid, ¿tendríais valor para abandonarme en este trance?.
Así pues, dad lo hecho por de ningún valor y efecto, y vos, Beltrán, ya que tan cuerdamente desamparáis la acusación, pensad en volveros a vuestro país, que los altos juicios de Dios no se enmiendan con venganzas ni rencores, siempre ruines cuando se ejecutan en vencidos.
Pensad que el buen ladrón se convirtió en la hora postrimera y que la fe es la más santa de las virtudes.
Pensad que mi resolución es invariable y que todo el poder del mundo conjurado contra ella no la haría retroceder ni un solo paso.
-Vuestro caballo mismo, a quien hice curar por saber la mucha estima en que lo teníais, os está esperando en el patio enjaezado, pero, don Álvaro, pensad en lo que hace poco os he pedido.
No lo creo, pero, si así fuese, ¿cómo podéis extrañar que yo sepulte las ruinas de mi esperanza bajo estas grandes y soberbias ruinas? Y luego, ¿no sois vos harto más desgraciada que yo? Pensad en vuestros dolores, no en los míos.
-¡Oh!, ¡no, padre mío!, ¡dejadme con sus juicios temerarios, tal vez se curen con el cauterio del orgullo las llagas de su alma, pensad que vais a hacerle más infeliz!.
-¡Cielo Santo!, ¿estáis en vos? ¿No veis que estáis solos y ellos son muchos y vienen armados? ¡Oh, no os sonriáis desdeñosamente!, ¡yo soy una pobre mujer que no sé lo que me digo! Bien sé que vuestro valor triunfará de todo, ¡pero pensad en mi honra que vais a arrastrar por el suelo y no me sacrifiquéis a vuestro orgullo! ¡Ah!, ¡por Dios, noble comendador, lleváosle, lleváosle, porque le matarán y yo quedaré amancillada!.
Pensad en el placer de ver venir al mundo un hijo, placer inefable, inmenso, y veréis que sólo es comparable a la amarga pesadumbre de ver el objeto querido que nos dio el ser darle a esta vida fugaz y transitoria un eterno adiós.
-Pensad en ello, os digo.
Pensad que tengo parientes que poseen más millones que cuantos tenéis vos.
-Además, ¿por qué creéis que he de morir? ¿La Moricière, ese Rey del Mediodía, ha muerto? Changarnier, Bèdau, Morrel, a quienes conocemos, ¿no viven? Pensad, madre mía, ¡cuál será vuestra alegría cuando me veáis volver con mi uniforme bordado! Os confieso que creo estar muy bien, y he escogido ese regimiento por coquetería.
Adiós, amigos míos, si vienen por ahí más abates Busoni, pensad en mí.
-Sea por La italiana en Argel -dijo Alberto-, pero pensad, maese Pastrini, que este caballero y yo -continuó señalando a Franz-, tenemos mucho interés en tener esos trajes mañana mismo.
Pensad qué papel haríais cuando os preguntasen cómo ejecutan en Roma y que respondieseis: No lo sé.
-Pasemos, pues, a hablar de esos hombres -dijo el abate- pero pensad que os habéis comprometido a decírmelo todo, veamos, ¿qué hombres son esos que han hecho morir al hijo de desesperación y al padre de hambre?.
Pensad lo que decís, señor Morrel, porque esas palabras hacen nacer las ilusiones más queridas de mi corazón.
¡pensad cuál será el mal do el bien es el que digo!.
Acordaos de mí y pensad que en estas tierras tan lejanas de las vuestras, hay muchos españoles que tienen el común sentimiento defensivo.
¡Pensad que sois cristiano.

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