Ejemplos con obscenidades

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Los verdugos lo despojaron de sus vestiduras y saquearon la casa para después llevarse presa a su hermana María a pie hasta el poblado de La Quemada , caminaron pasando frente a la presidencia municipal con el cadáver del mártir Toribio sobre la camilla improvisada con palos que transportaban unos vecinos, los soldados silbaban y cantaban obscenidades al tiempo que los demás rezaban.
Por ejemplo, existen otros sistemas más sofisticados que se conectan entre un lector DVD y la televisión para filtrar obscenidades y lenguaje vulgar.
La primera edición de esta obra fue depurada de obscenidades y expresiones inconvenientes por su editor, el también escritor Karl Gutzkow, eso sí, de forma involuntaria y por imposiciones de la censura.
Por ejemplo, algunos impiden usar palabras que se refieran a política, religión, obscenidades, o marcas que puedan violar la propiedad intelectual.
La edición es muy cuidada para que no aparezcan groserías u obscenidades.
Carlin estuvo presente en el famoso arresto por obscenidades de Lenny Bruce.
Unos pocos del grupo empezaron ha arrojar botellas a los policías, y gritarles obscenidades.
Manuscrito de Ayala:Los niños son objeto de mil obscenidades para los viejos y relajados.
Manuscrito de la Biblioteca Nacional: La confesión auricular no sirve más que para llenar los oidos de los frailes de suciedades, obscenidades y porquerías.
Las bromas y obscenidades rituales eran comunes en los cultos de Deméter y Dioniso, y aparecen en la celebración de los misterios eleusinos, relacionados con estas divinidades.
Era sólo un pequeño chiste para los chicos de Liverpool que les gustaban las obscenidades.
El Duque contaba con su voz cascada y aquella sonrisa de hastío y superioridad que no se le caía de los labios casi nunca, multitud de aventuras galantes, devaneos y obscenidades que hacía pasar, diciendo previamente: Usted ya está casada y se le pueden contar ciertas cosas.
El golpe fue cruel, porque al oírle, Diógenes sintió que le arrancaban de allá, muy hondo, algo que era la esperanza de la vida, la más arraigada de todas las esperanzas, por ser la última, que no se arranca nunca sin llevarse detrás lágrimas de los ojos y sangre del corazón Cególe un movimiento feroz de ira, porque nada hay más ilógico que el terror, y pareciéndole aquello un robo descarado que venía a hacerle, revolvióse furioso contra el médico como si fuera él quien pretendiera hacerle el hurto, y arrojóle a la cara cuantas injurias y obscenidades encontraron en la sentina de su alma la cólera y el horror Asustados y sorprendidos el médico y el fondista, retiráronse al punto, dejando a Diógenes solo, revolcándose furioso, comprendiendo por la postración y la angustia que le embargaron al punto tras su arrebato, que el médico no exageraba ni mentía, que la muerte se aproximaba, en efecto, y que era forzoso condenarse o capitular.
El corcovadito quedaba victorioso, fingía arrepentimiento, se acercaba a la joven para acariciarla y darle un beso, y luego que se iba el señor Fernández volvía a los improperios y a las obscenidades.
No por esto se malearon, y aquellas obscenidades y ternos que empleaban entre sí, pero que ante nadie repetían, fueron como un cieno que, si les ensució la boca, no les llegó a manchar el alma.
Cuando la copla era dulce, triste, inocente, un grito general de reprobación la interrumpía, y la Pistañina, sin saber porqué, acertaba con el gusto predominante de la reunión volviendo a las obscenidades.
Niñas de catorce años, con rostro de ángel, oían sin turbarse blasfemias y obscenidades que a veces las hacían reír como locas.
Como un mal clérigo, que abusa del confesonario, sabía don Álvaro flaquezas cómicas o asquerosas de muchos maridos, de muchos amantes, sus antecesores, y en el número de aquellas crónicas escandalosas entraban, como parte muy importante del caudal de obscenidades, las pretensiones lúbricas de los solicitantes, sus extravíos, dignos de lástima unas veces, repugnantes, odiosos las más.
Allí estarían ya, dejando escapar las suyas, recientemente adquiridas, el mozuelo imberbe, más cargado de vicios que de años, y el viejo disipado centelleando lascivias y torpezas por sus ojuelos lacrimosos, y mascullando obscenidades entre los pedruscos de su dentadura postiza.
obscenidades, al punto le encaminaban a la puerta de los horrores y le introducían en.
Mas el concepto que los Seleucienses formaron fue que Esopo había sido un sabio, viendo que Surenas presentaba por delante el cabo de alforja en que se contenían las obscenidades milesíacas, cuando en pos de sí traía una Síbaris Pártica en tanto número de concubinas como las que conducía en sus carros, siendo su ejército, al parecer, como las víboras y las culebras, porque las partes anteriores, y que primero aparecían, eran feroces y terribles, estando cercadas de lanzas, de arcos y de caballos, y luego la cola remataba en rameras, en crótalos, en cantos y en nocturnas disoluciones con infames mujercillas.
La Vida es un magro puchero, la Muerte, una carantoña ensabanada que enseña los dientes, el Infierno, un calderón de aceite albando donde los pecadores se achicharran como boquerones, el Cielo, una kermés sin obscenidades, a donde, con permiso del párroco, pueden asistir las Hijas de María.
En las primeras filas de butacas, unos cuantos viejos verdes y algunos niños calaveras pateaban, coreaban, aplaudían y gritaban obscenidades, dos o tres paletos permanecían embobados ante las artistas.
Los descontentos que a la sazón pululaban, aplaudían las insolencias y obscenidades de la Lunareja, que propiedad de pequeños y cobardes es festejar la inmundicia que los maldicientes escupen sobre las espaldas de los que están en el poder.
Gertrudis la Lunareja fue una de aquellas furiosas y desalmadas bacantes que vinieron ese día con la caballería realista que mandaba el marqués de Valle-Umbroso don Pedro Zavala, y que, como refiere un escritor contemporáneo, cometieron indecibles obscenidades con los muertos, bailando en torno de ellos la mariposa y el agua de nieve.
Otras veces su grosería aparente o real, trocábase en repugnante, y frente a Erdosain, que reprimía su indignación desdibujando en los labios un esquince pálido, Barsut amontonaba obscenidades sin nombre, por el solo placer de ultrajar la sensibilidad del otro.
Tras de la reja del departamento de máquinas, los brigantes desnudos, al pasar la procesión, le gritaban increíbles obscenidades, pero las devotas y sus acompañantes continuaron imperturbables.
En los merenderos, en torno a las mugrientas mesas, los hombres en mangas de camisa, y las mujeres de pintados pañuelos de percal, bebían peleón, esperando ansiosos noticias de la fiesta, mientras en los corrales, y a los sones de los organillos que entonaban las cascabeleras notas de los schotis y las habaneras, bailaban muy apretaditos, con crujir de almidonadas enaguas y tintinear de espuelas y sables, soldados y chulos con las Menegildas, y de algunos coches rezagados saltaban, saludados por maldiciones de aurigas y obscenidades de hampones, algunos atrasados amadores de la fiesta.
El cuarto era como todos los cuartos de colmado: sucio, hostil, limitado a modo de tabiques por tablones que dejaban pasar chasquidos de besos, gritos de mujeres, rodar de vasos y crujir de sillas, en la pared del fondo, empapelada de gris, una musa de burdel había dado brillante muestra de su ingenio en numerosas obscenidades y porquerías escritas en prosa y verso.
Su vida victoriosa parecía llenarlo todo, de su cuerpo emanaba una reverberación de júbilo imponderable: iba y venía, risueña y sonora, pueril, tarareando coplas en que mezclaba sentimentales lamentaciones con obscenidades, imprecaciones de fe y amor con callejeros donaires, modulando pases de danzas que dejaba inacabados.

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