Ejemplos con modesto

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Miraba a un lado y a otro, como si temiera encontrarse con los bigotes y los ojos severos de la Guardia civil, y luego, tras una vacilación de hombre modesto que teme revelar su importancia, llevábase una mano a los riñones y tiraba del interior de la faja, sacando un cuchillo cuyo brillo y limpieza parecían hipnotizarle.
El padre rondaba por el recibimiento ante el casco que se exhibía en el perchero con un fulgor modesto y glorioso.
Y toda la familia, considerando modesto y burgués el piso de la avenida Víctor Hugo para guardar esta joya, había acordado depositarla en el castillo, respetada, inútil y solemne como una pieza de museo ¿Y esto se lo podían llevar los enemigos si llegaban en su avance hasta el Marne, así como las demás riquezas reunidas con tanta paciencia? ¡Ah, no! Su alma de coleccionista era capaz de los mayores heroísmos para evitarlo.
A él lo había aceptado como yerno porque era de su gusto, modesto, honrado y serio.
Era hijo único, y su padre, dedicado a pequeñas especulaciones de construcción, mantenía a la familia, en un modesto bienestar.
Su pasado de cariño modesto y sumiso, de fidelidad discreta y tolerante, salía por su boca como una queja interminable.
Pasaban también el purpúreo relámpago del salmonete, la majestad brillante de la dorada, el vientre azulado de los pajeles, el lomo rallado del sargo, la boca en forma de trompeta de la brema de mar, la risa inmóvil del llamado festivo, el remate dorsal del pavón, que parecía hecho de plumas, la cola inquieta y hondamente bifurcada de la caballa, el estiramiento del mújol entre sus triples aletas, las redondeces grotescas del peje-jabalí y del peje-cerdo, la platitud obscura de la pastinaca flotando como un harapo, el largo hocico del peje-becacina, la esbeltez del róbalo, ágil y recogido como un torpedo, el rubio, todo espina, el ángel de mar, con sus carnosas alas, el gobio, erizado de angulosidades natatorias, el escribano, rojo y blanco, con bandas negras semejantes al rubricado de las firmas, el esmarrido modesto, el pequeño peje-araña, el soberbio rodaballo, casi redondo, con la cola de abanico y un ribete natatorio en torno de su disco manchado a redondeles, y la corvina sombría, que tiene en su piel el negro azulado de los cuervos.
Los ladrones no podían ir vestidos con ricas telas, su uniforme debía ser modesto.
Al llegar a la calle anduvo muy callada, con los ojos bajos, echando de menos la protectora sombra del negro velo de su manto de encaje, que le cubría las mejillas, dándole tan modesto porte, cuando en León cruzaba bajo las bóvedas medio derruidas y llenas de andamiaje de la catedral.
Y luchando entre el modesto convencimiento de su falta absoluta de rango, y la certeza moral de que Lucía a grandes puestos estaba destinada, vino a parar a la razonable conclusión de que el matrimonio realizaría la anhelada metamorfosis de muchacha en dama.
La joven no era hermosa, pero sus ojos sí, y sobre todo revelábase en ella el atractivo del sexo por el aire modesto y sencillo, el timbre de la voz, la delicadeza exquisita, enteramente femenina de sus modales.
En aquel modesto despacho mantuvo por muchos años el fuego sagrado de la independencia cubana, sin que por un momento les hicieran desfallecer ni las disidencias entre sus propios amigos, muchos de los cuales creían utópica la revolución, ni el espectáculo de las fortunas que se acumulaban a su alrededor por todos los que consagraban su inteligencia y su autoridad a los negocios comerciales.
Y cuando en el cuarto de los libros, que en verdad era la sala de la casa, centelleaba don Manuel, sacudiéndose más que echándose sobre uno y otro hombro alternativamente los cabos de la capa que so pretexto de frío se quitaba raras veces, era fijo que andaba entrando y saliendo por la cocina, con su cuerpo elegante y modesto, la buena señora doña Andrea, poniendo mano en un pisto manchego, o aderezando unas farinetas de Salamanca que a escondidas había pedido a sus parientes en España, o preparando, con más voluntad que arte, un arroz con chorizo, de cuyos primores, que acababan de calmar las iras del republicano, jamás dijo mal don Manuel del Valle, aun cuando en sus adentros reconociese que algo se había quemado allí, o sufrido accidente mayor: o los chorizos, o el arroz, o entrambos.
Y esa idea de don Emilio Castelar era la idea que aquí tengan todos los que no estaban, diré mejor, los que no estábamos comprendidos en la conspiración, porque a pesar del papel que yo posteriormente pude desempeñar, modesto y obscuro, en el movimiento revolucionario, he de declararlo sinceramente, y nunca he pretendido lo contrario, en la conspiración inicial no estuve comprendido ni iniciado, hasta el punto de que, no sospechando que yo podía ser capaz de semejante cosa, el señor Juan Gualberto Gómez, a pesar de haber llevado su defensa ante la Audiencia de la Habana cuando se le procesó por la publicación de un artículo titulado Por qué somos separatistas , jamás contó conmigo y aun hubo de decirme, ya en Ceuta, donde nos encontramos, que él se hubiera dirigido a mí si hubiese sabido que yo era susceptible de ser inyectado con semejante virus, a lo que le contesté que quizás, en aquellos momentos, no hubiera sido yo susceptible de recibir, con fruto, la inyección.
El hermano Garrido era modesto, y se calló la revelación, no haciéndola pública hasta después que llegó aquí la noticia de los asesinatos.
Por la escalinata que da entrada a la portería salían los novicios a paseo, de tres en tres, con el rosario al ceñidor, el continente modesto, los ojos bajos, tomaban todos hacia la carretera, serenos y alegres, descubríanse al pasar ante la estatua de su fundador, con el cariñoso respeto con que se saluda a un padre, y repartíanse luego en distintas direcciones, por diversos caminos y senderos.
Acercóse entonces un hombre de aspecto modesto que traía una carta en la mano, y preguntóle sin ceremonia si la señora condesa de Albornoz era ella misma, la altiva dama dignóse tan sólo responder con una ligera inclinación de cabeza, y el hombre le entregó entonces la carta, entrándose al punto en Loyola, de donde había salido, por la escalinata de la portería.
Por fortuna era tan dulce el Padre que no podía mover a odio, y tan silencioso y modesto que no excitaba la envidia.
Era una joven rubia, ataviada con modesto traje blanco, uno de esos vestidos de muselina de hilo, frescos, ligeros, vaporosos, que tanto sientan a las muchachas núbiles: trajes que llevan con singular donaire las pollitas de Villaverde y de Pluviosilla.
¿Crees que no estoy enterado de todo? El chico era dócil, modesto, había bebido en buenas fuentes, era de nuestra escuela, y toda su ilusión consistía en conquistarse una posición sin perder la honra.
Era el hombre honrado y modesto que deseaba, si no fuese más que un dependiente de comercio, tal vez aceptase ¿pero es que ella ignoraba quién era su familia? Estaba enterada por una parroquiana amiga de su mamá y de sus hermanitas.
La difunta señora, una condesa anciana, había sido su madrina, costeando su educación en un colegio modesto, y todavía Antonia iba a visitar algunas veces a las señoritas , las hijas de su protectora, que se habían casado.
¿Qué interés podía guiarme? Te amé y te di mi corazón, me amaste, y al oír de tus labios que me amabas se disiparon las tinieblas de mi vida, se iluminó mi alma con los esplendores de la tuya, y anhelé ser bueno porque tú eras buena, quiso tener resignación como tú, y la tuve, y el que poco antes deseaba morir, amó la vida, y soñó con dichas y felicidades, no esas que tú supones, sino otras verdaderas, humildes un hogar modesto y tranquilo, ni envidiado ni envidioso, del cual tú fueras alegría.
Acaso no cuadraban con el carácter de Andrés, grave, formal, modesto, casi adusto, ciertas genialidades y ligerezas del mío.
Necio de él, que, en su candorosa necedad, creyó que alguna vez serían recompensados sus trabajos, si no con dinero, ¡sí con estimación y cariño! ¡Pobre tonto que tuvo la esperanza de encontrar allí brillante y risueño porvenir, trabajo para toda la vida, modesto bienestar! Se va.
Me ocurre preguntar: ¿Será interesante para ella este modesto libro que acaso peca de indiscreto? ¿No será acogido con menosprecio y risas burlonas? Yo quiero que los muchachos que ahora empiezan a vivir, sepan cómo sentían y pensaban los jóvenes de aquel tiempo.
¿Acaso tiene usted que pagarla? Yo hubiera querido hacerla de mármol, pero no hay posibles y es de piedra de Novelda, tributo modesto y afectuoso de una amistad pura Era un ángel Sí, no me vuelvo atrás, aunque usted se ría.
Pues resulta que es muy modesto y que se asusta cuando le elogian lo que escribe.
Un cuartito modesto en un barrio apartado era ya señal de que al menos se evitaba el escándalo.
¡Y cuánto sabía! ¡Qué experiencia del mundo la suya, y con qué habilidad se las gobernaba! Para poner en ejecución aquel plan de reserva de que hablara al principio, mandole tomar un cuartito modesto.

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