Ejemplos con modestísima

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Los esplendores y las miserias de la capital parecen fascinarle, y vive sus primeros meses parisienses en la modestísima pensión de la viuda Vauquer, luchando entre su afán de penetrar en la alta sociedad y su propósito de abrirse camino con una vida paciente de trabajo y sacrificio.
Transcurría los días en orgías homosexuales organizadas por Giuliano Dami, el cual se ocupaba personalmente de reclutar chicos generalmente de modestísima condición.
Fue auxiliar de secretaría de la Academia de Bellas Artes y director del archivo de la Audiencia, cargos que en años sucesivos alternó con otros también mezquinamente retribuidos, pudo, sin embargo, sostenerse en su vida modestísima, cuyos gastos principales eran originados por los viajes que se vio obligado a hacer por toda la provincia para llevar a cabo sus importantes obras de diplomática y epigrafía.
Cuando estuvo la imprenta, modestísima por cierto, en disposición de funcionar, celebraron el indispensable banquete.
Como nada se había preparado a bordo, la cena de Prim y los suyos fue modestísima y fiambre.
Y ella, serena y modestísima, insensible a los encomios, continuaba extendiendo recibos en el pupitre cercano al sillón presidencial que ocupaba Eufrasia.
Reunidos en común acervo los tres metales y nombrado yo tesorero, nos aposentamos cerca de la Puerta de San Pancracio en una casa modestísima, donde fuimos recibidos con desconfianza por no llevar más ropa que la puesta.
La casa era modestísima, los muebles viejos y descabalados, simbólica expresión de la vida procelosa de Milagro y de las cesantías, traslados a provincias y demás accidentes de la vida del funcionario público en esta desordenada tierra.
Decía que tropezando aquí y acullá, tomando razones de porteras soeces y de aguadores zafios, di con Santiago Ibero en una vivienda modestísima de la calle del Limón.
Comiendo en modestísima mesa, con pobre y muy blanco mantel, vajilla desportillada y cubiertos desiguales, pero todo limpio como el oro, charlaron de diferentes cosas.
Habíase despojado de su elegante traje de calle, y puéstose en su lugar una falda de lana negra modestísima y una mantilla muy usada, cuyo sencillo velo le ocultaba parte del rostro, traía en la mano una bujía encendida, puesta en una palmatoria de plata, y en la otra una llave de gran tamaño.
Una posición modesta, modestísima, rayana en la pobreza, es cuanto deseo para que mis pobres tías pasen tranquilas los últimos años de su vida, y ¡nada más! Nada me seduce en el mundo como no seas tú, tú, Linilla, alma de mi alma, en quien cifro ilusiones y esperanzas, en quien he puesto todo mi cariño.
Así lo indica la siguiente modestísima inscripción, que se lee en el testero posterior del coro:.
Como nada se había preparado a bordo, la cena de Prim y los suyos fue modestísima y fiambre.
-¡Y qué puedo deciros, por Dios! -dijo al fin la niña con una profunda y modestísima ternura.
Un profundo silencio minaba en el comedor y en todo el resto del concurso que se agolpaba a la puerta: el esbirro que llevaba el Sambenito lo descolgó, y aproximándose a la preciosa criatura la vistió con él, porque ella se dejaba hacer con una resignación modestísima y firme al mismo tiempo.
Y ella, serena y modestísima, insensible a los encomios, continuaba extendiendo recibos en el pupitre cercano al sillón presidencial que ocupaba Eufrasia.
Reunidos en común acervo los tres metales y nombrado yo tesorero, nos aposentamos cerca de la Puerta de San Pancracio en una casa modestísima, donde fuimos recibidos con desconfianza por no llevar más ropa que la puesta.
Le aseguro a usted que, como el hábito, digan lo que quieran, y mi historia lo demostrará, hace tanto al monje, parecía otro, así tendido en su modestísima caja, y su figura de capitán veterano de los tercios viejos adquiría una dignidad extraordinaria con la blancura de la pechera y el toquecito de raso de la vuelta de la solapa.
Oído el recado, que fue transmitido por una modestísima fregona, abrí desde la cama la desnuda vidriera del balcón, vestíme con lo primero que hallé a mano, como hago todos los días, encendí un pitillo de Astrea, y salí al encuentro del personaje anunciado, al cual conocí en cuanto le eché la vista encima.
y otros cien adornos semejantes, que el buen gusto del lector puede ir imaginando sin temor de alejarse de la verdad, y luego colocáramos una casita, agazapada debajo de su ancho alero, como tortuga en su concha, al socaire del bardal, otras dos parecidas, a la sombra de las higueras, cuatro o cinco, no mayores, detrás de los castaños, algunas con balcón de madera, aquí y allí compartiendo amistosamente con las más humildes el amparo del robledal o los sabrosos dones de los frutales, otras muchas, y cada una de por sí, arrimadas a la setura, de un ''solar'', o a la pared de un huerto, y en el centro de este ''ordenado'' y pintoresco ''desorden'', una iglesia modestísima alzando su aguda espadaña como pastor vigilante la cabeza para cuidar de su disperso rebaño, y, por último, subiéramos al monte frontero, y en una de sus cañadas tomáramos la linfa de un manantial, y la dejáramos descender a su libertad, y arrastrarse a las puertas de este caserío, y murmurar entre las lindes de dos huertos de la mala acogida que se le hiciera en las abiertas corraladas, hasta que después de refrescar las raíces de los álamos cercanos a la iglesia y hacer a ésta una humildísima reverencia que le costara un nuevo rodeo en su camino, se largara mies abajo, entre berros y espadañas, tendríamos, lector discreto, pintiparado a Valdecines.

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