Ejemplos con melenuda

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Otros jefes le echaban en cara sus aficiones ordinarias , su marcada intención de evitar las reuniones entonadas del mundo diplomático para juntarse con la bohemia del país, juventud melenuda que recitaba versos y discutía a gritos, en torno de los ajenjos, bajo nubes de tabaco.
También vio a Gambetta, que entró más tarde, hermosa cabeza, barbuda y melenuda.
Era cosa de ver aquella mujerona descalza, desgarrada, melenuda, despidiendo de sus ojos fiereza, con un lío bajo el brazo y las botas colgando de una mano.
En su cabeza melenuda colocó el bonete de la magia negra, y cubrió sus anchos y velludos hombros con la negra capa de príncipe de los demonios, en su frente aparecieron los cuernos del diablo.
También vio a Gambetta, que entró más tarde, hermosa cabeza, barbuda y melenuda.
Yalomitsa dijo que sí, con la melenuda cabeza.
Por allí salía un brazo con dorada custodia, por aquí la cabeza melenuda de un león, por allá judíos feroces con los brazos en alto y las manos armadas de disciplinas, caras lívidas y afligidas, y lienzos negros con calaveras pintadas y canillas en cruz.
Este dicho: «A lo que te criaste», no le sugiere a él ninguna idea de desprecio para las costumbres añejas: ¡oh! no, y daría por ellas, -si volviera también la juventud,- y su palacete en la ciudad, de piso tan pulido que no se atreve a tirar en él el pucho de los cigarros habanos que ahora fuma, y la salivadera dorada, alrededor de la cual escupe con tanta prolijidad, para hacerle el gusto a su señora, y su cocinero extranjero que no quiere oír hablar de puchero a la criolla, ni ha visto nunca un asador, y la levita de última moda, con la cual, por cierto, no alcanza a tener la elegancia que le daba su traje criollo, y el lustroso sombrero de copa alta con que ha creído deber coronar su cabeza melenuda, en señal de su alta posición, y hasta los sueltos de la vida social que anuncian al mundo atento los menores acontecimientos de su vida privada.
El salvaje abrió los brazos, sacudió la melenuda cabeza y se desplomó.

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