Ejemplos con manigua

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Servía para soportar el frío en la manigua y contrarrestar, en alguna medida, las consecuencias de las cargas al machete.
Las piezas y el tablero solía llevarlas, a través de la manigua oriental, en un burro de carga llamado Masón.
La tercero, y menos creíble, ubica este lugar como punto de encuentro para la batalla de grupos opuestos que se iban a la manigua.
La organización era sobre el papel, realmente su función era marchar con la partida o atender a enfermos y heridos en campamentos de la manigua o de las pocas poblaciones ocupadas Carecían de hospitales propios y hospitalizaban en poblaciones cercanas a la línea de fuego El transporte de heridos, era estorbo para la guerra y los abandonaban en fincas.
Calló, inclinó la cabeza meditabundo, me pareció escuchar el ruido estruendoso de las armas en la manigua, y comprendí que aquel hombre era algo más que tribuno, algo más que genio: ¡era la Libertad!.
La historia de aquel año es, como he dicho, selva o manigua tan enmarañada que es difícil abrir caminos en su densa vegetación.
Cuatro barracones en una manigua, pero al cabo es patria, ¿me entiende? Conque cogí mis intereses en América, como el otro que dice, para buscar acá lo que allí no hay, y dejar lo que uno tiene, y por lo que pueda tronar, vayan dos al Banco de Londres, cinco al de París, cuatro al otro lado y un pico para la jornada, ¿me entiende? Pues así fue, don Serapio.
-Dígamelo usté a mí, a mí, que he peleao con ella más que peleé en la manigua porque se venga conmigo, conmigo, con su hombre, con el que pa eso se casó con ella.
La imaginación, que todo lo agiganta, ha hecho de Manuel García un Aquiles con los pies en la manigua y la cabeza en las nubes.
El que escapa con vida vuelve anémico, histérico, herido por el clima, quebrantado por la manigua, atrofiado, tonto.
Apenas si, de raro en raro, los salvajes del interior, los de los rincones últimos de la manigua peruana, caían en fieras sobre las posesiones.
No seré indiscreto diciendo que ella también pulsaba la lira, y que en su tierra había hecho natales y algunas décimas, que tenían todo el rústico candor del alma de su autora y la aspereza salvaje de la manigua.
Debe haber sido ya cerca de la medianoche cuando el bote comenzó a internarse entre las arenas de lo manigua, ubicándose al medio de las plantas y sus intrincadas raíces.

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