Ejemplos con le

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Le obligué, entonces, con un cariñoso imperio, y Platero, de un tirón, sacó carretilla y rucio del atolladero, y les subió la cuesta.
Yo le sonreía y le hablaba afable.
Antes, al pasar por el lagar, se había peleado ya con un muchacho que le había partido una oreja de un mordisco.
¿Por qué le dijo su amo que no podía ir con ellos?.
Luego le dije al Tonto que se lo llevara a casa.
Eché pie a tierra y, con una espina y una crin, le prendí la vena rota.
Nadie hizo caso, pero yo le vi a Platero una mano corrida de sangre.
Platero le había rozado la grupa a un fino potro tordo con su boca, y el potro le había respondido con una rápida coz.
Se ponía tan loco, que le pedí al Tonto que se subiera en él y lo llevara con nosotros.
El viejo, con un súbito buen humor, le dice: ¡Venga tu perra!.
Con una clavellina o con una margarita en la boca, se pone frente a él, le topa en el testuz, y brinca luego, y bala alegremente, mimosa igual que una mujer.
A todo el pueblo se le abre la boca.
Las tomé, agradecido, y le dí una al borriquillo débil, como dulce consuelo, otra a Platero, como premio áureo.
Nosotros no hemos visto nunca a Platero y sin embargo le vemos y le queremos, y cuando pasa a nuestro lado un burrito de los alegres se nos van los ojos tras él y decimos: Ahí va Platero.
Por fin ¿cómo le arrancó su amo la sanguijuela?.
Cuando estaba bebiendo agua en la fuente ¿qué le sucedió?.
Con una solicitud mayor, sin duda, que la del viejo Darbón, su médico, le he doblado la mano y le he mirado la ranilla roja.
Le gustan las naranjas mandarinas, las uvas moscateles, todas de ámbar, los higos morados, con su cristalina gotita de miel.
Hoy ya se le considera como un clásico: se le estudia, se le reedita, se le traduce.
Ni ambición de dinero ni de fama pueden arrastrar a un poeta como éste a ceder a las demandas del gusto público y acostumbrado, nada le mueve fuera de la propia satisfacción.
Aunque estudió en la Universidad de Sevilla, no le llamaba Dios por ese camino, y desde muy joven encontró en la poesía el desahogo de su alma exaltada y sensitiva.
La alta posición social de su familia le ahorró la dureza de la lucha por la vida y le permitió consagrarse por completo a su vocación artística.

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