Ejemplos con leales

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Las fuerzas leales a Rosas estaban alertas y se movieron rápidamente.
La fuerza expedicionaria, reforzada por tropas chilenas leales al rey de España Fernando VII, inició operaciones militares contra los patriotas chilenos.
En El Padrino, Luca Brasi es uno de los más antiguos y leales seguidores de Vito Corleone.
Nobles fieles y leales paraguayos: vengo de representante de la Excelentísima Junta Provisional Gubernativa de las Provincias Unidas del Río de la Plata que gobierna a nombre de su majestad el señor don Fernando VII.
Las tropas leales a Juan Lavalle el fusilador de Dorrego- eran comandadas por Rauch, quien marchaba al frente de sus Húsares de Plata y contaba con otras unidades.
Constituían las fuerzas más leales y capaces del ejército cartaginés.
Cuando llegaron a Valencia las noticias de la Declaración de Independencia en Caracas se declararon en rebeldía y leales a Fernando VII.
Luego vencen a los nacionales en la carretera de Granada a Antequera a la altura de Moraleda de Zafayona, avanzan por Brácana, Tocón y Montefrío, en donde ayudan a los leales a la República, y enlazan así con las milicias de Alcalá la Real, aislando totalmente Granada.
Sin embargo años más tarde los hijos de al-Qasim apoyados por tropas leales a su padre tomaron de nuevo la ciudad proclamando el reino hammudí de Algeciras.
Su nombre original fue Real Congregación Nacional de Hijos, y Originarios de las tres muy nobles, y muy leales provincias de Cantabria.
Mantuvo leales y respetuosas relaciones de paz con los criollos argentinos.
Nosotros, cuyos nombres están escrito debajo, los sujetos leales de nuestro Temible Soberano Señor Rey Jaime, por la Gracia de Dios, de Gran Bretaña, Francia e Irlanda, Rey, Defensor de la Fe.
En las crónicas se habla de los Monteros diciendo que pocos se podían gloriar de ser tan leales y bien nacidos.
Y se les llamó a estos leales espinosiegos Monteros de Espinosa, tomando la villa el nombre de Espinosa de los Monteros.
Tras la toma de Talca por las fuerzas leales al Rey de España, Mackenna vio cortadas sus comunicaciones y quedó aislado en el fundo.
Las escuelas religiosas fueron nacionalizadas y los líderes eclesiásticos reemplazados por aquellos leales al gobierno.
Así, se garantizaba la seguridad nacional al poder reclutar con relativa rapidez cuerpos militares plenamente leales.
Por ello, los fanáticos del juego son pocos pero muy leales.
El personal de Sigurimi era generalmente voluntarios de carrera, recomendados por miembros de partido leales y sujetó a la proyección política y psicológica cuidadosa antes de que ellos fueran seleccionados para afiliarse al servicio.
Marco Avellaneda y José Cubas, el gobernador catamarqueño, pasaron casi dos años intentando dirigir una sublevación general contra Rosas, y hasta apoyaron sublevaciones contra algunos gobernadores leales a Rosas.
Era uno de sus más leales amigos: el capitán Pablo Valls.
No es una guerra como las otras, con enemigos leales: es una cacería de fieras Tira sin escrúpulo contra el montón.
Habían sido piratas y crueles, pero los navegantes de los mares brumosos, al imitar los descubrimientos mediterráneos en otros continentes, no se mostraban más dulces y leales.
Hubo momentos en que pensó abandonar el jardín, marchando al Maestrazgo o a las provincias del Norte en busca de los leales que defendían los derechos de Carlos V y la vuelta a los antiguos tiempos.
Hizo entonces una valiente protesta en que sacó a relucir sus leales opiniones alfonsinas, y mandando a un viejo empleado en la contaduría de la casa que guiase a sus habitaciones a aquellas gentes y presenciara el registro, retiróse dignamente a la sala de billar, seguida de sus doncellas como una reina de sus damas: allí hizo traer a los dos niños, Lilí y Paquito, y abrazándolos tiernamente y sentándolos en sus rodillas, parecía parodiar el triste grupo de la reina María Antonieta, refugiándose con sus hijos en un rincón de las Tullerías, invadidas por el populacho.
En fin, que los dieron conmigo en tierra, porque no me prestaba a ayudarles en sus maquinaciones contra los leales y valientes.
Lo que yo le encargo es que mire cómo gobierna sus vasallos, advirtiendo que todos son leales y bien nacidos.
Pero dejemos esto aparte por agora, que tiempo habrá donde lo ponderemos y pongamos en su punto, y dime, Sancho amigo: ¿qué es lo que dicen de mí por ese lugar? ¿En qué opinión me tiene el vulgo, en qué los hidalgos y en qué los caballeros? ¿Qué dicen de mi valentía, qué de mis hazañas y qué de mi cortesía? ¿Qué se platica del asumpto que he tomado de resucitar y volver al mundo la ya olvidada orden caballeresca? Finalmente, quiero, Sancho, me digas lo que acerca desto ha llegado a tus oídos, y esto me has de decir sin añadir al bien ni quitar al mal cosa alguna, que de los vasallos leales es decir la verdad a sus señores en su ser y figura propia, sin que la adulación la acreciente o otro vano respeto la disminuya, y quiero que sepas, Sancho, que si a los oídos de los príncipes llegase la verdad desnuda, sin los vestidos de la lisonja, otros siglos correrían, otras edades serían tenidas por más de hierro que la nuestra, que entiendo que, de las que ahora se usan, es la dorada.
No permitas, con dejarme y desampararme, que se hagan y junten corrillos en mi deshonra, no des tan mala vejez a mis padres, pues no lo merecen los leales servicios que, como buenos vasallos, a los tuyos siempre han hecho.
Dijo también mi padre que, después que él fuese muerto y viese yo que Pandafilando comenzaba a pasar sobre mi reino, que no aguardase a ponerme en defensa, porque sería destruirme, sino que libremente le dejase desembarazado el reino, si quería escusar la muerte y total destruición de mis buenos y leales vasallos, porque no había de ser posible defenderme de la endiablada fuerza del gigante, sino que luego, con algunos de los míos, me pusiese en camino de las Españas, donde hallaría el remedio de mis males hallando a un caballero andante, cuya fama en este tiempo se estendería por todo este reino, el cual se había de llamar, si mal no me acuerdo, don Azote o don Gigote.

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