Ejemplos con juanetes

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Alguien me indicó después que ello fue obra del difunto padre de la escritora, del cual se dijo que, bailarín consumado, tenía los juanetes en el entendimiento.
Diógenes le llamaba de ordinario , a veces , y perseguíale y acosábale por estrados y salones, y hasta entre las faldas de las damas, donde el afeminado prócer acostumbraba a refugiarse, con intempestivos abrazos que le arrugaban y tiznaban la inmaculada pechera, besos extemporáneos que obligaban a la pulcra víctima a lavarse y frotarse con , pisotones disimulados que le deslustraban el calzado y le reventaban los juanetes, o bestiales apretones de manos que le descoyuntaban los dedos, poniendo en riesgo de esparcirse por todas partes los treinta y dos componentes que asignaba a su cuerpo la leyenda.
En vez del zapato de escarpín, entonces de uso general, llevaba chancletas de cordobán, dejando al descubierto unos pies que no tenían nada de chicos, ni bien conformados, porque sobre mostrar demasiado los juanetes, apenas formaban puente.
Éste era de paño verdoso, con trabillas postizas que pasaban por debajo de unos pies con los juanetes más tremendos que yo he visto.
-Seis minutos más tarde estaba cargada la vela mayor, y navegábamos con la mesana, las gavias y los juanetes.
Alguien me indicó después que ello fue obra del difunto padre de la escritora, del cual se dijo que, bailarín consumado, tenía los juanetes en el entendimiento.
¡soltad los juanetes!.
Su cara un poco ovalada estaba hundida en medio de un bosque de pelo, a que correspondía una barba igualmente crespa y negra, que subía hasta los juanetes, bastante pronunciados para descubrir una voluntad firme y tenaz.
Tienen la frente algo estrecha, los juanetes salientes, la nariz corta y achatada, la boca grande, los labios gruesos, los ojos sensiblemente deprimidos en el ángulo externo, los cabellos abundantes y cerdosos, la barba y el bigote ralo, los órganos del oído y de la vista más desarrollados que los nuestros, la tez cobriza, a veces blancoamarillenta, la talla mediana, las espaldas anchas, los miembros fornidos.
Unos grandes ojos rasgados, hundidos, garzos y chispeantes, que miran con fijeza por entre largas y pobladas pestañas, cuya expresión habitual es la melancolía, pero que se animan gradualmente, revelando entonces, orgullo, energía y fiereza, una nariz pequeña, deprimida en la punta, de abiertas ventanas, signo de desconfianza, de líneas regulares y acentuadas, una boca de labios delgados que casi nunca muestra los dientes, marca de astucia y crueldad, una barba aguda, unos juanetes saltados, como si la piel estuviese disecada, manifestación de valor, y unas cejas vellosas, arqueadas, entre las cuales hay siempre unas rayas perpendiculares, señal inequívoca de irascibilidad, caracterizan su fisonomía bronceada por naturaleza, requemada por las inclemencias del sol, del aire frío, seco y penetrante del desierto pampeano.

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