Ejemplos con juanetudos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Encontrele alguna semejanza con el gran Miedes, la cual, si muy vaga en la fisonomía, más acentuada en la traza y estatura, salva la diferencia de edad, era exactísima en los pies, grandes, juanetudos, como los del sabio celtíbero, marcando bajo el paño de los zapatos bultos como nueces.
Llegóse en esto la sazon y punto en que bajó el señor Monipodio, tan esperado como bien visto de toda aquella virtuosa compañía: parecia de edad de cuarenta y cinco a cuarenta y seis años, alto de cuerpo, moreno de rostro, cejijunto, barbinegro y muy espeso, los ojos hundidos: venia en camisa, y por la abertura de delante descubria un bosque, tanto era el vello que tenia en el pecho: traia cubierta una capa de bayeta casi hasta los piés, en los cuales traia unos zapatos enchancletados, cubríanle las piernas unos zaragüelles de lienzo anchos y largos hasta los tobillos, el sombrero era de los de la ampa, campanudo de copa y tendido de falda, atravesábale un tahalí por espalda y pechos, a do colgaba una espada ancha y corta, a modo de las del perrillo, las manos eran cortas y pelosas, los dedos gordos, y las uñas hembras y remachadas, las piernas no se le parecian, pero los piés eran descomunales de anchos y juanetudos.
Traía cubierta una capa de bayeta casi hasta los pies, en los cuales traía unos zapatos enchancletados, cubríanle las piernas unos zaragüelles de lienzo, anchos y largos hasta los tobillos, el sombrero era de los de la hampa, campanudo de copa y tendido de falda, atravesábale un tahalí por espalda y pechos a do colgaba una espada ancha y corta, a modo de las del perrillo, las manos eran cortas, pelosas, y los dedos gordos, y las uñas hembras y remachadas, las piernas no se le parecían, pero los pies eran descomunales de anchos y juanetudos.
En aquel mismo punto, una vieja de cara bestial, de recias formas, de saliente mandíbula y juanetudos pómulos, llegó cargada con un haz de tojo que porteaba en la horquilla, y que depositó sobre el montículo de estiércol, adorno del corral.
Encontrele alguna semejanza con el gran Miedes, la cual, si muy vaga en la fisonomía, más acentuada en la traza y estatura, salva la diferencia de edad, era exactísima en los pies, grandes, juanetudos, como los del sabio celtíbero, marcando bajo el paño de los zapatos bultos como nueces.
Un gesto del imprudente a quien el Duque había llamado Miraya, fue la única respuesta a la acertada observación, y dejándose caer en el sofá, cruzando las piernas, guardó silencio, mientras uno de sus juanetudos pies danzaba descubriendo sin recato el grosero material y el plebeyo betún del calzado, la dudosa limpieza de la ropa interior.

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