Ejemplos con jolgorio

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Políticamente, este jolgorio matutino genuinamente barcelonés fue rechazado por las instituciones catalanas, que vieron en él una corriente socio-cultural que no convenía a sus intereses políticos.
Tras el jolgorio popular inicial se escucha uno de los temas más inspirados de la producción de Blanco, que es transformado brillantemente a lo largo de la obra.
De estos vocablos insinuatorios al jolgorio colectivo que se repetían constantemente, éste género musical con el tiempo se convierte en la palabra CHIMAYCHI.
La programación contempla actos religiosos que dan paso al jolgorio de alborada, riñas de gallos, carreras de caballos, coleo y parrandos.
Es un evento en donde la fiesta y el jolgorio es lo principal, antes de entrar en el tiempo austero de las penitencias cuaresmales.
Durante esta jornada se conmemora el día en que los esclavos de origen africano tenían libre para dar rienda suelta a sus desahogos lúdicos y la gente juega y baila en las calles y en los lugares publicos de jolgorio a pintarse de negro, usando cremas cosméticas elaboradas con ese fin, aunque también se recurre a betunes y otras pinturas siliconadas de color negro.
Su misión es dar por finalizada la fiesta, asustando a las Carantoñas y dispersándolas, entre carreras y revolcones, jolgorio éste, en el que participan todos los presentes.
Mientras la danza recorre el pueblo, los vecinos salen de sus domicilios para ver el tumulto y el jolgorio creado por aquella tan esperada fiesta.
Sus diversiones son sanas, se espera el domingo con alegría, los días de Semana Santa y Navidad son un jolgorio.
Si bien es cierto que, el carnaval forma parte integral de la idiosincrasia barranquillera y de la Costa Atlántica Colombiana, también lo es que, para que sea un evento en donde el jolgorio y la alegría estén presentes, debe haber una cabeza visible.
Existen diferentes escuelas que enaltecen una fiesta de jolgorio entre los jóvenes y antiguos Puneños.
Es una frase que caracteriza a los mestizos puneños al momento de danzar esta exquisita danza, esperando que el jolgorio de la fiesta lleve a una participación alegre y festiva.
Al cerrarse el fumadero habían subido a la cubierta de los botes para terminar el jolgorio en el camarote del belga, que iba a separarse al día siguiente de la honorable sociedad.
De seguro no saben que esta noche hay gran jolgorio y aquelarre solemne en esa casa donde está de cuerpo presente el pobre señor a quien dio muerte Montpensier, otro que tal.
Todos los que hallaban sus ofrendas, son-reían, se descubrían felices, danzaban, atravesa-ban las paredes como si fuesen cortinas de aire y un jolgorio de aleluyas descendía de los cielos.
Después del octavario de San Pedro, cesa en Corongos todo jolgorio, y ya, sin un centavo en el bolsillo, regresan á Lima los coronguinos á trabajar de firme once meses.
En el corredor del tambo había un grupo de mozos carcundas, que en compañía de media docena de niñas de esas del honor desgraciado estaban pasando un día de campo y de jolgorio.
Tres días después celebrábase en Lurín la fiesta de San Miguel, fiesta que duraba una semana, que era romería para los limeños, y en la que había corridas de toros, lidias de gallos, ancho jolgorio y timbirimba en grande.
Muy a menudo me asaltaban, sin saber por qué, el recuerdo de mi padre y el de la linda costurera de la calle del Olmo, y hasta observé que coincidían estos asaltos con los instantes en que más infernal y libidinoso me parecía el cuadro, y notaba en mí, al propio tiempo, un instintivo e inconsciente empeño de ahuyentar aquellas consoladoras, pero severas imágenes de la honradez y del pudor, como se oculta, por un movimiento maquinal, la cadena del reloj en cuanto se oye gritar ¡ladrones! Pero lo cierto es que aunque me sucedían estas cosas y me pasé la noche sin tomar parte más que con la vista en el jolgorio, no me parecieron largas las horas.
Teniendo la división Lara una regular banda de música, los oficiales, que, como hemos dicho, eran gente amiga de jolgorio, se dirigían con ella después de la misa de ocho a la casa que en antojo les venía, e improvisaban un baile para el que la dueña de la casa comprometía a sus amigas de la vecindad.
Desmontaron los frailes, y las muchachas cesaron el jaleo, revelando en un mohín nada mono el disgusto que las causaba verse interrumpidas en el jolgorio.
El cacique de Tintay cumplía anualmente por enero con la obligación de ir al Cuzco, para entregar al corregidor los tributos colectados, y su regreso era celebrado por los indios con tres días de ancho jolgorio.
Pues, ¿y cuando había jolgorio en el «camarote de arriba»?.
En el renglón de vinos, el poco pelo de la clientela limitaba el consumo a los tintos de Arganda o Valdepeñas para pasto, y un Jerez familiar y baratito para los libertinos domingueros, y para los que iban de jolgorio, con mujerío o sin él, a horas avanzadas de la noche.
No es cosa averiguada enteramente si la fiesta causó en la opinión pública todo el efecto que la marquesa había soñado, pero no tiene duda que concurrieron a su casa aquella noche muchas y muy distinguidas gentes, que bailaron mucho y que devoraron mucho más, que hubo hiperbólicas ponderaciones, en variedad de tonos y estilos, para la casa y para sus moradores, por el buen gusto, por la riqueza, por lo de los salones y por lo del comedor, que al día siguiente soltaron en los papeles públicos los cronistas obligados de fiestas como aquélla, toda la melaza de su trompetería de hojaldre, para declarar, urbi et orbi, que los marqueses de Montálvez eran los más ricos, los más distinguidos, los más amables marqueses de la cristiandad y sus islas adyacentes, y su hija, la joven más bella, más espiritual y más elegante que se había visto ni se vería en los fastos de la humanidad distinguida, es decir, del «buen tono», en virtud de todo lo cual, aquel baile debía repetirse para gloria de la casa, ejemplo de otras por el estilo, y recreo de la encopetada sociedad madrileña, y finalmente, que se contaron por miles los duros que costó aquel elegante jolgorio, y que el marqués tuvo necesidad de meter, por segunda vez, la cuchara en la olla grande para pagarlos, por los consabidos temores a la usura y las propias repugnancias a las deudas.
pendenciero y alborotador, y de tal modo estorbó con su actitud agresiva la armonía del jolgorio que el dueño de casa, cansado de la acción perturbadora del ebrio, lo cogió por el cuello y lo arrastró hasta la carretera donde lo derribó, aturdido, de un puñetazo.
Y así, de este modo, hoy Prim y mañana Serrano, y hoy Serrano, mañana Prim, y otro día este personaje y al siguiente el de más allá, Madrid ha sido durante muchos meses un festín y continuo jolgorio.
La alta sociedad ha tenido también su jolgorio sobre el lago, y para que sus resbalones llevasen más solemnidad, los ha dado de noche.
Alegreme como chico a quien esperaba un día de asueto y jolgorio, madrugué, y me situé en la iglesia de modo que no perdiese detalle.
Díjose también que de alguna otra muchacha recibió aquella noche igual obsequio que de Tasia por idénticos motivos, y es dicho muy creíble, porque a media jornada del jolgorio andaba el buen sobrino de don Sotero hecho una pólvora.

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