Ejemplos con jonio

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Jeffery, que aparece en el escudo de uno de los gigantes, este segundo escultor sería Aristión de Paros, un artista jonio que trabajó durante muchos años en Atenas y al que se debe, entre otras, la estatua de la Kore Frasikleia, hallada en Merenda, junto a Atenas.
Precisamente Samos fue uno de los principales centros de la creación del estilo jonio, el lenguaje artístico internacional del siglo VI a.
Según esta hipótesis, siendo Homero un poeta jonio, no es sorprendente que en su obra no aparezca esta práctica, de origen dorio.
Una vez ahí fue capaz de capturar rápidamente la ciudad de Colofón y saqueó el territorio jonio, pero fue derrotado en las afueras de Éfeso por una fuerza combinada de efesios, persas y siracusanos, por lo que se vio obligado a retirarse con sus tropas a Notio y luego a Lámpsaco, en donde se unió a la principal fuerza ateniense que operaba en el Helesponto.
Su población heredando los rasgos de los primero colonos, poseía claros rasgos peculiares de los griegos oriundos de Asia Menor, que fue desde épocas muy tempranas un crisol étnico y cultural, mezclándose lo jonio griego con lo oriental e iranio.
Los sucesores de Espártoco, unificaron la región incorporando las ciudades y pueblos griegos en su mayoría colonias creadas por los milesios, que eran de origen jonio.
Cuando todo estuvo a punto se hizo a la vela, y hallándose ya en medio del Mar Jonio, fue arrebatada violentamente la escuadra por un recio bóreas que a deshora se levantó, y lo que es él mismo pudo, aunque no sin dificultad y trabajo, ser llevado a la orilla y arrimado a tierra por la industria y cuidado de los pilotos y marineros, pero la escuadra se separó y dispersó, unas naves desviadas de la Italia corrieron por los Mares Líbico y Siciliano, y a otras que no pudieron doblar el promontorio Yapigio las sorprendió la noche, y arrojándolas la marejada a playas inaccesibles y desconocidas, las destruyó todas a excepción de la del rey.
Adelantóse César, mientras Antonio se hallaba surto en Accio en el sitio en que ahora está edificada Nicópolis, a pasar el Mar Jonio y ocupar una aldea del Epiro, llamada Torine.
Irnperaba Antonio desde el Éufrates y la Armenia hasta el Mar Jonio y los Ilirios, y César, en todo el país situado desde los Ilirios hasta el Océano occidental, y después, volviendo de éste hasta el mar de Toscana y de Sicilia.
Pues luego que llegó a la Italia, como se viese que César no tenía contra él ninguna queja y que de las que contra él había, echaba la culpa a Fulvia, no le permitieron sus amigos que exigiese explicaciones, sino que los pusieron bien al uno con el otro, y partieron el imperio, poniendo por límite el mar Jonio: de manera que las regiones de Oriente quedaran para Antonio, las de Occidente para César, y el África se le dejara a Lépido, disponiéndose además que, si no les agradase ser cónsules, lo fueran amigos de ambos alternativamente.
Sin embargo, cuando César volvió de España, pasó por encima de estos excesos, y en valerse de él para la guerra, como de un hombre activo, valiente y hábil, ciertamente que no la erró, pues pasando él desde Brindis al Mar Jonio con muy pocas fuerzas, despachó los transportes, enviando orden a Gabinio y a Antonio de que embarcaran las tropas y con toda celeridad se dirigieran a la Macedonia.
Marchaba presuroso, por lo que pasó en el camino a las demás tropas, y no teniendo consigo más que seiscientos hombres de a caballo escogidos y cinco legiones en el trópico del invierno, a la entrada del mes de enero, equivalente para los Atenienses al de Posideón, se entregó al mar, y, pasando el Jonio, tomó a Órico y Apolonia, e hizo que los buques volviesen a Brindis para traer los soldados que se habían retrasado en la marcha.
Sabiendo, a poco de ejecutadas estas cosas, que Flaco, elegido cónsul de la facción contraria, atravesaba con tropas el Mar Jonio, según se decía, contra Mitridates, pero en realidad contra él mismo, se encaminó hacia Tesalia, como para salir a recibirlo, pero habiendo llegado a Melitea, le vinieron avisos de muchas partes de que estaban talando el país que dejaba a la espalda tropas del rey, en no menor nú- mero que antes.
Un gran Rey capturado entre las manos de un Jonio.
Porque atravesando desde Brindis al Mar Jonio, en un día aporté a Corcira, y estando allí al séptimo en Delfos sacrificando a Apolo, en otros cinco me reuní con el ejército, y hecha la ceremonia de su purificación, según costumbre, dando principio a las operaciones de guerra, en otros quince días le di el complemento más glorioso.
Así que los griegos, no detenidos allí más que aquel día, al siguiente se hicieron a la vela, viendo que los sacrificios salían en extremo favorables a su buen harúspice y adivino Deifono, hijo de Evenio y natural de Apolonia, la que está en el seno Jonio.
De suerte que en su cotejo en nada debe tenerse la armada de Darío contra los escitas, en nada aquella de los escitas, cuando persiguiendo a los cimerios y dejándose caer sobre la región de la Media, subyugaron a casi toda el Asia superior dueños de su imperio, cuyas injurias fueron las que después pretendió vengar Darío, en nada la que tanto se celebra de los Atridas contra Ilión, en nada, finalmente, la de los misios y Teucros, anterior a la guerra troyana, quienes después de pasar por el Bósforo a la Europa, conquistados los tracios, todos bajaron victoriosos hasta el seno Jonio, y llevaron las armas hasta el río Peneo, que corre hacia el Mediodía.
En cierta ocasión, pues, sucedió a éste, como solemos contar los espartanos, un caso muy singular, y fue que desde Mileto vino a Esparta un forastero Jonio, sólo con ánimo de tratarle y de hacer prueba de su entereza, y llegado, le habló en esta conformidad: —«Quiero que sepas, amigo Glauco, como yo, siendo un ciudadano de Mileto, vengo muy de propósito a valerme de tu equidad y hombría de bien, porque viendo yo que en toda la Grecia y mayormente en la Jonia tenias la fama de ser un hombre justo y concienzudo, empecé a pensar y ponderar dentro de mí cuán expuestas están a perderse allá en Jonia las riquezas y cuán seguras quedan aquí en el Peloponeso, pues jamás los bienes se mantienen allá largo tiempo en las manos y poder de unos mismos dueños.
:::Del jonio mar en las risueñas ondas,.

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