Ejemplos con intencionadas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Una característica que destaca a al servicio PRS es la robustez de su señal, lo cual lo protege contra los efectos de las interferencias intencionadas y de los intentos de emisión intencionada de una señal modificada.
La obra de Castaneda ha despertado desde su publicación una gran polémica: entre otras cosas, se le ha acusado, especialmente desde entornos académicos antropológicos, de haber incluido falsedades intencionadas en sus libros haciendo pasar por sucesos reales experiencias totalmente inverosímiles, si bien la consideración de realidad que Castaneda emplea en sus obras es de tal naturaleza que bien podría eludir todos estos cuestionamientos.
Es altamente probable que la elección de este libro y la yuxtaposición de estas dos páginas sean intencionadas, sin duda el tema favorito de Lutero es la oposición entre la Ley, representada por los mandamientos, y la Gracia, simbolizada por el himno, una temática que parece haber sido próxima a las posiciones de Georges de Selve.
Como la misma Torah, los saduceos son presentados interpretándola literal y rigurosamente en materias que cubre directamente, al mismo tiempo que rechazando las tradiciones rabínicas que mitigan los castigos más duros o intentan prevenir faltas no intencionadas.
Causó polémica por jugar con sus letras extravagantes, irónicas y plenas de intencionadas metáforas.
Esta práctica es una forma extrema de tortura erótica que a veces es utilizada para producir cicatrices intencionadas, o lo que se conoce como escarificación.
Además de las torres inclinadas por efectos no calculados, los arquitectos han recreado inclinaciones intencionadas en sus más recientes creaciones.
Este material, al que Trevi calificó como un disco sin miedo a las palabras, causó polémica por jugar con sus letras extravagantes, irónicas y plenas de intencionadas metáforas.
¿Habrían sido intencionadas sus bromas y luego desistió de ellas por considerarlas estériles? ¿Jugó con fuego hasta quemarse? Y sobre todo, ¿por qué desistiría de su empeño? Poco a poco, involuntariamente, pensó en él con tal insistencia, que no podía arrancárselo de la imaginación.
Un ¡ya! general, preñado de extrañas e intencionadas inflexiones, se escapó de todos los labios, y la Albornoz, abriendo cándidamente los ojos, dijo con su suave vocecita:.
En la soledad, al recordar a Tónica, avergonzábase como el que ha cometido una acción punible, las palabras intencionadas que había deslizado en la conversación martilleábanle después los oídos, y tan pronto las consideraba ridículas como exageradamente audaces.
Ella, sin extrañar precisamente semejantes frases, sintió cierta sorpresa desagradable al escucharlas, pero pensó que a veces casualmente se dicen cosas que parecen intencionadas.
Y no se paraban en barras, y aun deseaban martirios heroicos, y se metían en las conspiraciones más absurdas e inocentes, y osaban decir en pleno foro, delante de los consejeros, cosas que pasman por lo valerosas e intencionadas.
—Yo, señor español, soy Lorenzo Bentibolli, si no de los mas ricos, de los mas principales desta ciudad, ser esta verdad tan notoria servirá de disculpa de alabarme yo propio: quedé huérfano algunos años ha, y quedó en mi poder una mi hermana, tan hermosa, que a no tocarme tanto, quizá os la alabara de manera, que me faltaran encarecimientos por no poder ningunos corresponder del todo a su belleza: ser yo honrado, y ella muchacha y hermosa, me hacian andar solícito en guardarla, pero todas mis prevenciones y diligencias las ha defraudado la voluntad arrojada de mi hermana Cornelia, que este es su nombre: finalmente por acortar, por no cansaros este que pudiera ser cuento largo, digo que el duque de Ferrara, Alfonso de Este, con ojos de lince venció a los de Argos, derribó y triunfó de mi industria, venciendo a mi hermana, y anoche me la llevó y sacó de casa de una parienta nuestra, y aun dicen que recien parida: anoche lo supe, y anoche le salí a buscar, y creo que le hallé y acuchillé, pero fué socorrido de algun ángel, que no consintió que con su sangre sacase la mancha de mi agravio: hame dicho mi parienta, que es la que todo esto me ha dicho, que el duque engañó a mi hermana debajo de palabra de recebirla por mujer: esto yo no lo creo, por ser desigual el matrimonio en cuanto a los bienes de fortuna, que en los de naturaleza el mundo sabe la calidad de los Bentibollis de Bolonia: lo que creo es que él se atuvo a lo que se atienen los poderosos, que quieren atropellar una doncella temerosa y recatada, poniéndole a la vista el dulce nombre de esposo, haciéndola creer que por ciertos respetos no se desposaba luego: mentiras aparentes de verdades, pero falsas y mal intencionadas.
Debe de ser dijo Sancho su amo de vuesa merced caballero a lo eclesiástico, y podrá hacer esas mercedes a sus buenos escuderos, pero el mío es meramente lego, aunque yo me acuerdo cuando le querían aconsejar personas discretas, aunque, a mi parecer mal intencionadas, que procurase ser arzobispo, pero él no quiso sino ser emperador, y yo estaba entonces temblando si le venía en voluntad de ser de la Iglesia, por no hallarme suficiente de tener beneficios por ella, porque le hago saber a vuesa merced que, aunque parezco hombre, soy una bestia para ser de la Iglesia.
Las reprehensiones santas y bien intencionadas otras circunstancias requieren y otros puntos piden: a lo menos, el haberme reprehendido en público y tan ásperamente ha pasado todos los límites de la buena reprehensión, pues las primeras mejor asientan sobre la blandura que sobre la aspereza, y no es bien que, sin tener conocimiento del pecado que se reprehende, llamar al pecador, sin más ni más, mentecato y tonto.
Por el conducto auditivo el sitiador hizo entrar sus razones en fila india, de punta, afiladas, intencionadas, irresistibles: piropos, quejas, arrullos.
Me hacía contar mis andanzas de vagabundo, en las que encontraba gusto para su fantasía, relatándome en cambio sus fechorías nunca mal intencionadas.
Este suceso acompañado del hecho de ser lacayo de su majestad, Alfonso XIII, le regocijaba inmediatamente, pues los generales le rodeaban, haciéndole intencionadas preguntas.
En los pueblitos de campaña, la hora del tren es el gran momento del día, y si no cae muy temprano o muy tarde, si no coincide con las horas del almuerzo o de la comida, el andén de la estación viene a ser el paseo de moda, donde exhiben las bellezas locales, sus más vistosos atavíos, sus más atrevidas elegancias, haciendo gala de arrogantes posturas, al ostentar las últimas obras maestras de sus modistas ingenuas y bien intencionadas.
Como los preopinantes contaban sin duda con el apoyo de mis fuerzas cuando me vieron levantarme para hablar, mis palabras causaban en ellos marcado asombro, y aun estupor, pero como los que no habían soltado prenda alguna eran muchos más, y muchísimos más todavía los que se hallaban allí en busca de jaleo y de emociones fuertes, y todas estas dos grandes porciones acogían cada fin de mis hinchados y resonantes períodos con gritos de entusiasmo y recio palmoteo, algunos de los apostrofados, especialmente el hombre de los pelos de punta y de la barba lacia, me acribillaban a menudo con preguntas sueltas o frases mal intencionadas, que yo recogía en el aire con mucho gusto, porque en este tiroteo me ayudaba con todas sus fuerzas el público, que siempre está de parte del que habla más recio y pega con mayor saña.
sino tan salerosas e intencionadas como esta:.
Seré indulgente con los daños involuntarios que se me causen, y me esforzaré en prevenir las ofensas intencionadas.
De sentir enteramente opuesto era el capítulo general de los caballeros, exacerbados con tantas iniquidades y malos juicios como personas mal intencionadas derramaban en la plebe, y con los asesinatos jurídicos de Francia.
Echábanle saetillas bien intencionadas en la mesa y en los ratitos de conversación que había a menudo entre los tres, pero la buena parte iban con indirectas ¿No le veían risueño, no le veían gozoso y no estaban siempre hurgándole para que saliera en busca de su media naranja? Pues si de estar buscándola ya se trataba, como ellos iban sospechando, y le veían lúcido, sano y contento, ¿qué más necesitaban saber por de pronto? Ya se andaría lo que faltaba por andar, ya les daría la sorpresa de las sorpresas cuando fuera la hora de dársela.
Todos estaban imbéciles, y empezaron a cruzarse palabras intencionadas y groseras dirigidas a la novia.
El cuarto -el mayor en edad, Saturio Vargas- como oyó nombrar matrimonio, hizo un mohín de desagrado, o más bien de repugnancia, que celebraron sus compañeros con las bromas de cajón y con intencionadas preguntas.

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