Ejemplos con inmensa

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

¿Verdad que ves pasar por la cuesta roja de la Fuente vieja los borriquillos de las lavanderas, cansados, cojos, tristes en la inmensa pureza que une tierra y cielo en un solo cristal de esplendor?.
La cocina era inmensa, y la hacía parecer mayor aún de lo que era el negro brillante de sus paredes, que no permitía ver líneas ni contornos, ni, por consiguiente, dónde concluían el techo y el pavimento y comenzaba la obscuridad del vacío.
Al cabo de este tiempo percibió un rechinamiento, como el de una gran llave dentro de una inmensa cerradura, después el sonido de un barrote de hierro rebotando por un extremo sobre otro cuerpo menos duro, después el chirrido de unos goznes roñosos, y, por último, la luz de un farol muy ahumado, a cuyos débiles resplandores pudo observar que se había abierto enfrente una.
Pero no es menos verdad que si la naturalista nada tiene que ver con semejantes horrores, la de los naturalistas, lejos de rehuírlos, los busca con fruición, habiéndose llegado a crear dentro de la escuela una especie de derecho consuetudinario que los autoriza y recomienda, y que hace creer a los mentecatos que la novela naturalista ha de ser forzosamente un arte de mancebía, de letrina y de presidio, como si sólo de tales lugares se compusiese esta inmensa variedad de la naturaleza y de la vida.
Influido por el helenismo de su maestro, que fácilmente prendía en él, acostumbrado como estaba al trato diario con los autores griegos, soñaba con que la humanidad del porvenir fuese una inmensa Atenas, una democracia artística y sabia gobernada por grandes pensadores, sin más luchas que las de las ideas ni otra ambición que la de pulir la inteligencia, de costumbres dulces y dedicada a los goces del espíritu y al culto de la Razón.
Pero las lluvias habían maltratado las bóvedas, amenazando destruirlas, y el cabildo cubrió la catedral con un techo de pardas tejas, que daba a la Iglesia Primada el aspecto de un almacén o de una inmensa casa de vecindad.
Después de los prelados de morrión de hierro y cota de malla desfilaban los prelados ricos y fastuosos, que no reñían otros combates que los de los pleitos, litigando con villas, gremios y particulares, para mantener la inmensa fortuna amasada por sus antecesores.
Desperezóse la inmensa vega bajo el resplandor azulado del amanecer, ancha faja de luz que asomaba por la parte del Mediterráneo.
El cielo, impregnado aún de la débil luz del crepúsculo, tenía un tono dulce de violeta, brillaban las estrellas, y en la inmensa huerta sonaban los mil ruidos de la vida campestre antes de extinguirse con la llegada de la noche.
En el fondo, sobre las obscuras montañas, coloreábanse las nubes con resplandor de lejano incendio, por la parte del mar temblaban en el infinito las primeras estrellas, ladraban los perros tristemente, con el canto monótono de ranas y grillos confundíase el chirrido de carros invisibles alejándose por todos los caminos de la inmensa llanura.
La inmensa vega perdíase en azulada penumbra, ondulaban los cañares como rumorosas y obscuras masas, y las estrellas parpadeaban en el espacio negro.
Reinaba en el caserón un estrépito de trabajo ensordecedor y fatigoso para las hijas de la huerta, acostumbradas a la calma de la inmensa llanura, donde la voz se transmite a enormes distancias.
Debía ser la boca del infierno: allí le arrojaría , en la inmensa hoguera, cuyo resplandor inflamaba la puerta.
Mientras los novios, sentados en los pendientes ribazos, con los cañares a la espalda, hablaban del porvenir, acariciándose castamente, y en pleno idilio daban fin al puñado de altramuces, Micaela permanecía inmóvil, con la mirada mate fija en el sol, que, como una bola candente, resbalaba por la inmensa seda del cielo sin quemarla, y al acercarse en su descenso majestuoso al límite del horizonte, se sumergía en un lago de sangre.
Únicamente tienes sobre mí la inmensa ventaja de ser joven y carecer de mujer e hijos.
Cruzó el espacio un silbido rápido, estridente, un ruido semejante al desgarro de inmensa sábana, y en lo más alto del cielo, después de una detonación de lejano cañonazo, esparcióse un haz de puntos luminosos de diversos colores, que descendieron lentamente, dejando tras sí culebrillas de fuego.
Doña Manuela le escuchó atenta, aparentó indignarse en el primer momento, pero al fin dijo, con aquel tono de inmensa bondad que tan bien le sentaba:.
Su sorpresa fue inmensa al ver el poco caso que Concha hacía de sus palabras.
Iba al despacho del poderoso Morte, a aquella Meca de la fortuna, y sentía una inmensa extrañeza al ver que la gente no mostraba la menor impresión, que el cielo estaba azul, que todo se hallaba como siempre y no surgía la más leve señal exterior para hacer saber al mundo que el gran genio se había equivocado por primera vez aconsejando la baja.
El cielo límpido de aquella noche casi invernal perdía poco a poco su inmensa serenidad.
El cabrilleo de las temblonas aguas de las acequias, heridas por la luz, era el trino dulce y tímido de los violines melancólicos, los campos de verde apagado, sonaban para el visionario joven como tiernos suspiros de los clarinetes, las mujeres amadas , como les llamaba Berlioz, los inquietos cañares con su entonación amarillenta y los frescos campos de hortalizas, claros y brillantes como lagos de esmeralda líquida, resaltaban sobre el conjunto como apasionados quejidos de la viola de amor o románticas frases del violoncelo, y en el fondo, la inmensa faja de mar, con su tono azul esfumado, semejaba la nota prolongada del metal que, a la sordina, lanzaba un lamento interminable.
Bastábales volver un poco la cabeza, y su vista caía sobre la inmensa vega, silenciosa y esplendente, con sus tonos verdes de infinitos matices, que deslumhraban, abrillantados por el sol de la primavera.
Le veía apoyado en la pared de enfrente, cerca del cafetín, de puntillas algunas veces para dominar mejor el agitado río de cabezas que en corriente interminable atravesaba la plazuela, y lanzando al balcón de Amparito miradas de inmensa desesperación, que ella ¡la ingrata! decía que eran de cordero degollado.
En la puerta del Mercado vendíanse narices de cartón, bigotes de crin, ligas multicolores con sonoros cascabeles, y caretas pintadas, capaces de oscurecer la imaginación de los escultores de la Edad Media, unas con los músculos contraídos por el dolor, un ojo saltado y arroyos de bermellón cayendo por la mejilla, otras con una frente inmensa, espantosa, caras de esqueletos con las fosas nasales hundidas y repugnantes, narices que son higos aplastados, o que se prolongan como serpenteante trompa con un cascabel en la punta, sonrisas contagiosas que provocan la carcajada y carrillos rubicundos a los que se agarra un repugnante lagarto verde.
Él la adoraba con la inmensa pasión de los grandes poetas, y hablaba de Dante y Beatriz, de Petrarca y Laura, de Ausias March y Teresa.
En la venta del burdo género están las patatas y el pan para todo el año, y soñando con la inmensa felicidad de volver a casa con una docena de duros, zapatos para las hijas y un refajo para la mujer, pasean tristes y resignados por entre el gentío, lanzando a cada minuto su grito melancólico como una queja: ¡Medias y calcetines! ¡el mediero!.
Otrame respondió, sonriendo con inmensa tristeza:Esto.
La doncella suspiró, quedóse pensativa largo rato, bajó los ojos abatida y triste, y sin mirarme dijo con inmensa ternura:.
Después abrió la ventana que daba a la huerta, y poniendo los codos en el antepecho de ella, contempló la inmensa negrura de la noche.
Tu hermana indigna siente no encontrar ocasión de mostrarte lo mucho que te ama y de recompensarte de un modo apropiado a la grandeza de tu alma y a la inmensa bondad de tu corazón.

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