Ejemplos con indignándose

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Luego, indignándose contra las preocupaciones que se habían ensañado en su raza, volvíase agresivo.
Sacaban los billetes a puñados de los bolsillos de sus pantalones, indignándose de que por unos vinieran a perturbar sus placeres, y únicamente se apaciguaron al verse de nuevo en el fumadero con toda la honorable sociedad, ante unas botellas que un amigo había guardado ocultas debajo de una mesa.
Lo mismo dice el maestro de capilla, indignándose al ver que en las grandes fiestas sólo toman asiento en medio del coro hasta media docena de músicos.
Y Enrique, indignándose de más en más al eco de su propia voz, las estrujaba entre sus dedos: ¡pero luego, el suave olor del lirio que de aquellas cartas se exhalaba, un delicioso miraje, el miraje del pasado, surgió en su mente, con sus encantadas horas de intimidad y de abandono, al lado de una mujer idolatrada, sus juegos, en que ambos se tornaban niños, sus querellas, que estrechaban cada vez más los lazos de su amor!.
El guarda, arrepentido quizás, daba largas razones no sabía a quién, indignándose sin poder, queriendo acallar su remordimiento.
Hallábase casualmente Marcelo ocupado en la solemnidad de un sacrificio en el Capitolio, y habiendo acudido los Siracusanos, cuando todavía estaba congregado el Senado, a pedir que se les admitiera a alegar y entablar el juicio, el colega los hizo salir, indignándose con ellos por tal intento, no hallándose Marcelo presente.
Cuando el rey Sabur hubo oído estas palabras del sabio, se llenó de furor, e indignándose hasta el límite de la indignación, ordenó a los esclavos que dieran una paliza al persa y le arrojaran después al calabozo más lóbrego, en tanto que se quitaba él de la cabeza la corona, golpeándose en la cara y mesándose las barbas, tras de lo cual se retiró a su palacio, hizo cerrar todas las puertas, y empezaron a sollozar, a gemir y a lamentarse con él su esposa, sus tres hijas, su servidumbre y todos los habitantes del palacio, como también los de la ciudad.
A eso de las diez almorzó en una taberna jamón con tomate, que estaba muy rico, y después había comprado un periódico y leído la mitad de él, indignándose con todas las picardías que denunciaba, y participando de la noble ira de sus redactores contra el Gobierno.
tornó Dios en su pro: de ello indignándose.

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