Ejemplos con homicidas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

, puede detectarse la primera referencia que se hace acerca del poder del pueblo, y la representación de la creación del Areópago, tribunal encargado de juzgar a los homicidas.
El fomento del desarrollo de la ciudad con la aplicación de indulgencias por varias faltas, como permitir a los homicidas huir de la justicia si tenían familia en la urbe.
Los dos homicidas son apresados y enviados a juicio por otro de los amigos del grupo convertido en fiscal, quien consigue clandestinamente que la defensa del caso quede a cargo de un abogado mediocre y con poco entusiasmo por su profesión, encarnado por Dustin Hoffman.
El cumplimiento de la condena estuvo salpicado de irregularidades, ya que hasta que los homicidas fueron expulsados de la Guardia Civil, cumplieron condena en centros militares, en lugar de en cárceles ordinarias y cobraron el retiro -varios millones de pesetas- de los fondos reservados del Ministerio del Interior.
La mujer, que también había bajado y los dos homicidas abandonaron el lugar sin atender al herido.
Lejos de cambiar su vida, nace en él el interés del por qué de las conductas homicidas en los hombres.
En el episodio, Homer comienza a trabajar como crítico gastronómico en un periódico local, pero pronto se convierte en el blanco de homicidas internacionales por sus críticas.
El nuevo amor de Dolarhyde crea un conflicto con sus impulsos homicidas, los que se manifiestan en su mente con una personalidad separada a la que él llama El gran Dragón Rojo, debido a la pintura de William Blake El gran Dragón Rojo y la Mujer vestida en sol, de la que Dolarhyde está profundamente obsesionado.
Puede provocar alucionaciones auditivas, visuales y táctiles, siendo un cuadro muy similar a la esquizofrenia paranoide, si bien generado por un factor externo, incluso, puede producir conductas homicidas o suicidas relacionadas con el contenido del delirio.
El autor nos enfrenta con la oscuridad, con lo tenebroso del ser humano, representado especialmente por homicidas.
Abomino de mis pensamientos homicidas.
Los restos de los sublevados de Irurzun y Vera, de aquel flamante ejército apostólico y neto, que, levantando bandera por la integridad de los derechos de Carlos, puso a su frente al canónigo Echevarría, se desbordó en la más horrible desmoralización, convirtiéndose los valientes navarros en vulgares ladrones y desalmados homicidas.
ª María Rodríguez de Monroy no lloró sobre los cadáveres de sus hijos: nada dispuso acerca de su sepultura: silenciosa, sombría, fingiendo temer por sí, salió acompañada de criados y escuderos para su lugar de Villalba, pero a la mitad del camino les anunció resueltamente que no era fuga, sino venganza lo que meditaba, y asociándolos con terrible juramento a su plan, los condujo a Portugal, donde se habían amparado los homicidas.
Los alguaciles y ordenanzas, que eran unos pajecillos infernales muy saltones, transportaban grandes cargamentos de materia ígnea de un rincón a otro: sonaban las campanillas, como una señal demoníaca para activar los tizonazos y la quemazón, se oían llamamientos, peticiones, apuradas preguntas, buscábase entre mil legajos el legajo A o B, se recriminaban unos a otros los de manguito en brazo y pluma en oreja, se arrojaban fétidas colillas, volaba el papel con el pesado aire que entraba al abrir y cerrar las puertas, oíase chirrido de plumas trazando homicidas rúbricas, y movíanse, gimiendo sobre sus goznes mohosos, las mamparas en cuyo lienzo roto se leía:.
Juan Manuel Rosas, antes de ser hombre público, había hecho de su residencia una especie de asilo para los homicidas, sin que jamás consintiese en su servicio a los ladrones, preferencias que se explicarían fácilmente por su carácter de gaucho propietario, si su conducta posterior no hubiese revelado afinidades que han llenado de espanto al mundo.
La malvada, multiplicando sus crímenes, lleva sus homicidas manos a todo lo que la rodea.
las rojas muestras de homicidas balas,.
-¡Ahora, decidme! ¿cuántas veces caen los españoles que nos sojuzgan inicuamente, bajo el imperio de estas leyes, y debieran ser castigados? ¿No son ellos los perturbadores, los envidiosos, los llenos de vicios, los torturadores y homicidas, los ladrones, los adúlteros, los jueces venales, arbitrarios y corrompidos? ¿No han merecido cien veces la muerte?.
Andalucía es, para los franceses, región novelesca de jardines siempre floridos, de ríos, sobre cuyas ondas navegan barquichuelos donde se abrazan parejas de amadores, de serenatas que comienzan en música y terminan con sangre, de toreros que gozan las preferencias de grandes señoras y la amistad de reyes y príncipes, de bandidos que bajan de los montes potro en piernas y trabuco en mano, de mujeres que asoman a las rejas donde se enroscan jazmines, nardos y claveles, para registrar la calle vecina, con sus apasionados y negrísimos ojos, para ver si en la esquina aparece el amante, envuelto en la capa de embozos granate, caído sobre las cejas el ancho cordobés y apuntando sobre el reborde de la faja el navajón de muelles o el puñal repujado en inscripciones homicidas.
–Se comprende –observó Augusto–, la cosa era quitar a alguien la vida, matar un hombre, y ya que mató a otro, ¿a qué había de matarse? Los más de los suicidas son homicidas frustrados, se matan a sí mismos por falta de valor para matar a otros.
Gracias a lo obtuso de las sentencias, aniquilarán organismos todavía aprovechables, y nos expondrán a la constante amenaza de los homicidas románticos.
Y no dejemos de compadecer a los otros homicidas, más modestos y más perseguidos.
Lo primero que hizo fue abolir las leyes de Dracón, a excepción solamente de la de los homicidios, todas por la dureza y excesivo rigor de las penas, porque para casi todos los delitos no impuso más que sola una pena: la muerte, de manera que los convencidos de holgazanería debían morir, y los que hurtasen hortalizas o frutas debían sufrir el mismo castigo que los sacrílegos o los homicidas.
Jamás mirada tan terrible se había presentado ante sus ojos, ni el genio del terror, que tantas veces apareciera en los campos de batalla y en las noches homicidas de Argelia, se le había presentado con fulgor más siniestro.
Nuestro estado social es deplorable: con relación a la población, los locos, los hijos ilegítimos y los homicidas de sí mismos, nos confinan según las estadísticas a la categoría de las naciones de marcha más irregular, en este sentido.
»Allí intervinieron y mediaron en nuestra contienda las personas de más respeto, que habían acudido y que en torno nuestro formaban corro, y casi nos obligaron a echar pelillos a la mar, a hacer las amistades y a convertir las casi homicidas manos en cariñosas, enlazándolas y apretándolas generosamente.
Eran en su mayoría seres repulsivos: frentes angostas con un cerquillo de cabellos rebeldes que sombreaban como manojo de púas las rectas cejas, rostros en los que parecía leerse la fatal herencia de varias generaciones de borrachos y homicidas, carne nacida del libertinaje brutal, que estaba aderezándose para ser pasto del presidio, pero entre ellos había muchachos enclenques e insignificantes, de mirada sin expresión, que parecían esforzarse por seguir a los compañeros en su oscuro descenso, y extremando la ley de castas hasta lo inverosímil, resultaban las víctimas de aquellos mismos que pasaban como esclavos de los presos.
Pero aquellos que no hayan cometido más que faltas que pueden ser expiadas, aunque muy graves, como la de haberse dejado dominar por la ira contra su padre o su madre o haber matado a alguien en un arrebato de cólera y que han hecho penitencia toda su vida, es necesario que sean precipitados al Tártaro, pero después de haber permanecido un año en él, el oleaje los devuelve a la orilla, los homicidas son enviados al Cocitos, y los parricidas al Puriflegeton, que los arrastra hasta cerca de la laguna Aquerusiades, allí llaman a gritos a los que mataron o contra quienes cometieron actos de violencia, y los conjuran a que les permitan pasar al otro lado de la laguna y los reciban, si los ablandan, pasan y se ven libres de sus males, pero si no, vuelven a ser precipitados en el Tártaro, que los arroja a los otros ríos y esto dura hasta que conmueven a los que fueron sus víctimas, tal es la sentencia que contra ellos pronuncian sus jueces.

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba