Ejemplos con hombres

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Desde el cementerio ¡cómo resonaba la campana de vuelta en el ocaso abierto, camino de la gloria! Volví por las tapias, solo y mustio, entré en la casa por la puerta del corral, y, huyendo de los hombres, me fuí a la cuadra y me senté a llorar con Platero.
Ojalá vosotros, muchachos y muchachas americanos, que estudiáis con entusiasmo la lengua española, podáis percibir también en estas páginas breves y vibrantes algo del encanto de aquella tierra misteriosa y lejana de donde salieron los primeros hombres blancosde un blanco atezado y moreno como el de Juan Ramónque llegaron a las costas maravillosas de América.
¿Vesle suspiréque tú no puedes ir a ninguna parte con los hombres?.
El borrico quería ir con los hombres ,- no podía.
Los vendimiadores lo miraban de reojo, en un mal disimulado desprecio, las mujeres, más por los hombres que por ellas, lo evitaban.
Cosa muy difícil para los hombres.
Pero no se ha aislado de los hombres por falta de amor sino por exceso de sensibilidad.
Está escrito para los hombres y para los niños.
Quizá no todos los hombres sean capaces de entenderlo, porque muchos de ellos al crecer llegan a cegar de los ojos del alma por donde entra la luz poética.
Pero todos los niños tienen los ojos muy abiertos y ven muy bien lo que los hombres no pueden ver.
Belarmino pensaba hallarse providencialmente metido en la entraña de la tierra, colocado en la raíz y cimiento de las cosas, y que para conocer a los hombres lo mejor era verles nada más que los pies, que son la base y fundamento de las personas.
Belarmino respondió que había adquirido la picaza para enseñarle a que hablase del único modo que lo entienden el común de los hombres.
Pero como Belarmino, para responder esto, no empleó el idioma que entienden el común de los hombres, el Padre Alesón le rogó que se explicase.
Estaba yo, como el lector advertirá, en esa indiscreta edad juvenil en que, para aquilatar el mundo, los hombres y las cosas, se hace uso de términos de comparación nominativos.
Los hombres se dividen en dos clases, según la manera de dormir.
Aludían al desierto de indiferencia en que se mueven así el gobernante como el sacerdote, a la sobriedad que practican o deben practicar, a la pesada carga que conducen a hombros, y, finalmente, la joroba simbolizaba la responsabilidad que llevan adherida a la propia espina dorsal, y que en el gobernante es doble, para con Dios y para con los hombres, y en el sacerdote sencilla, sólo para con Dios.
Peroprosigue la especulación belarminianaasí como la mayoría de los hombres viven en el diccionario,es decir, en el mundo, sin enterarse de que viven, así también consultan y leen el cosmoses decir, el diccionario, sin enterarse de lo que leen.
Yo quisiera que todos los hombres de toda la tierra tuviesen mesa abundante a hora fija, porque así se suprimirían casi en absoluto las tentaciones de renegar de Dios.
Concebía a los hombres como muñecos de una pieza con un solo resorte, y los dividía en nobles, indiferentes y viles, según la pasión dominante.
Los hombres ahora pueden hacerse ricos.
Hoy por hoy, hijo mío, los curas son los hombres que en España cuentan con porvenir más halagüeño, máxime si tienen aldabas.
Sí, señora, lo cual demuestra que Dios hizo a los hombres naturalmente buenos, y que todos los delitos de la voluntad y fealdades de la conducta son instigados por la inteligencia rebelde y la razón soberbia.
Como Belarmino, aunque el Padre Alesón le reputase insensato, era un hombre muy sensato, se dió cuenta del daño irreparable que le amenazaba, y era, elevarse tanto, que un día se extraviase más allá de las nubes y no pudiera volver al comercio y relación con los demás hombres.
En cambio, la mayoría de los otros hombres no son el sí y el no, sino el qué sé yo, que no saben, ni sienten, ni viven, ni importan.

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