Ejemplos con hiperbólicos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Según su curvatura, los espacios pueden clasificarse en tres categorías diferentes: Espacios euclídeos, o de curvatura nula, elípticos, de curvatura positiva, e hiperbólicos, de curvatura negativa.
Este modelo tiene como ventaja su simplicidad, pero como desventaja que los planos hiperbólicos están distorsionados.
La teoría del word-problem en grupos hiperbólicos y los grupos relativamente hiperbólicos.
En todos sus montajes siempre hay unas constantes: el juego, la sorpresa, la transgresión de espacios y, sobre todo, unos personajes hiperbólicos e histriónicos, y la participación del público, que siempre desempeña un papel protagonista.
En cuanto se comprendió estallaron los bravos, todo el mundo felicitaba con elogios hiperbólicos a la artista que confusa y ruborizada se agitaba en contorsiones humildes, mientras su mamá embargada por la emoción estaba a punto de romper a llorar.
Del número de caballos se hacían cálculos que me parecieron hiperbólicos.
Feliciano y los tiernos adioses de los íntimos de la casa, y de los parientes, entre los cuales no eran mis hermanos y cuñadas los menos hiperbólicos en las demostraciones.
Maxi, que al hablar de la familia se dejaba guiar más por el amor propio que por la sinceridad, le había hecho mil cuentos hiperbólicos de Nicolás, pintándole como persona de mucha virtud y talento, y ella se los había creído.
Esta trajo las pelucas blancas, los peinados complicados e hiperbólicos, y con el artificio de estos peinados se creó el peluquero de las damas, hombre gracioso que entraba en todos los tocadores, y era tercero en toda intriguilla de amor.
¿Quién podría describir hoy la oscilación de aquellos puntiagudos faldones de casaca? ¿Y aquellos sombreros de felpa con el ala retorcida y la copa aguda como pilón de azúcar? ¿Se comprenden hoy los tremendos sellos de reloj, pesados como badajos de campana, que iban marcando con impertinente retintín el paso del individuo? Pues ¿y las botas a la y las mangas de jamón, que serían el último grado de la ridiculez, si no existieran los tupés hiperbólicos, que asimilaban perfectamente la cabeza de un cristiano a la de un guacamayo?.
Si hablare de Predicadores, llámelos ''metódicos, provectos, eruditos, fecundos, invectivos é hiperbólicos''.
Feliciano y los tiernos adioses de los íntimos de la casa, y de los parientes, entre los cuales no eran mis hermanos y cuñadas los menos hiperbólicos en las demostraciones.
¿Quién podría describir hoy la oscilación de aquellos puntiagudos faldones de casaca? ¿Y aquellos sombreros de felpa con el ala retorcida y la copa aguda como pilón de azúcar? ¿Se comprenden hoy los tremendos sellos de reloj, pesados como badajos de campana, que iban marcando con impertinente retintín el paso del individuo? Pues ¿y las botas a la farolé y las mangas de jamón, que serían el último grado de la ridiculez, si no existieran los tupés hiperbólicos, que asimilaban perfectamente la cabeza de un cristiano a la de un guacamayo?.
Esta trajo las pelucas blancas, los peinados complicados e hiperbólicos, y con el artificio de estos peinados se creó el peluquero de las damas, hombre gracioso que entraba en todos los tocadores, y era tercero en toda intriguilla de amor.
¡Dios mío, qué trance aquél! Yo me acordaba de todos los amantes imberbes de las tertulias graves y de los bailes por lo fino, yo me veía como los había visto a ellos tantas veces, atarugados, lacrimosos y sentimentales, haciendo, con hiperbólicos rodeos, una declaración rimbombante y mimosona, a una mujer que les apagaba los imaginados fuegos con una burlona sonrisa, cuando no con una carcajada.
¡Una perdida! ¡La vergüenza y la irrisión de Niza! Aquella mujerota que ostentaba, en violento y detonante contraste, con sus ubres enormes y sus caderas de vaca, una máscara lamentable pintarrajeada y embadurnada de afeites, de niña pánfila, bajo la peluca de bucles rubios coronados de hiperbólicos promontorios de plumas verdes, rojas, azules, que lucía toilettes abracadabrantes, sobre cuyas lentejuelas de colorines brillaban joyas de una falsedad vergonzosa, tenía el impudor de exhibirse con sus amantes, de armar escandalosas escenas de celos, de no recatarse para llorar.
-¡Acabaíca de bajar la traigo ahora! -¡Fresca como la nieve! ¿quién quiere agua? -¡Nieve! ¡Nieve! -¡Qué frescuras de agua! -¡De la Alhambra, quién la quiere! -¡Buena del Avellano, buena! -¡Quién quiere más, que se va el tío!- Y así por este estilo centenares de pregones incitantes, hiperbólicos, que concluyen por obligar a beber.
A Milagros la ensalzaba en términos tan hiperbólicos que causaba risa,.
Así fue que, sin largas meditaciones, dejó la elegancia cursi con que tanto había brillado, los gabanes a media nalga, los tacones hiperbólicos, las corbatas de fantasía, los carruajes vaporosos, los lacayos macarenos, etc.

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