Ejemplos con estén

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

En vano es que deje de hacer calor, que truene y que llueva, que se abran otros teatros, que se haga la vendimia, que aparezcan algunos abrigos, que dé la oración a las seis y media, que se cuajen de noticias los periódicos, que empiecen o acaben las ferias, que vengan los estudiantes y los pretendientes, que se caigan las hojas de los árboles, y que el Prado, el Casino y los salones estén llenos de gente.
¡Cuándo se me quitará esta costumbre viciosa de ultrajar a los humildes! ¿Qué más da que estén las botas con o sin betún? La que debe tener lustre es el alma, no el calzado.
A nadie le gusta que le estén atisbando de cerca y viendo lo que hace o deja de hacer.
—Sea en buen hora, dijo el otro, y en merced muy grande tengo la que vuesa merced me ha hecho en darme cuenta de su vida, con que me ha obligado a que yo no le encubra la mia, que diciéndola mas breve, es esta: Yo nací en el Pedroso, lugar puesto entre Salamanca y Medina del Campo: mi padre es sastre, enseñóme su oficio, y de corte de tijera con mi buen ingenio salté a cortar bolsas: enfadóme la vida estrecha de la aldea y el desamorado trato de mi madrastra: dejé mi pueblo, vine a Toledo a ejercitar mi oficio, y en él he hecho maravillas, porque no pende relicario de toca, ni hay faldriquera tan escondida, que mis dedos no visiten, ni mis tijeras no corten, aunque le estén guardando con los ojos de Argos: y en cuatro meses que estuve en aquella ciudad, nunca fuí cogido entre puertas, ni sobresaltado ni corrido de corchetes, ni soplado de ningun cañuto, bien es verdad que habrá ocho dias que una espía doble dió noticia de mi habilidad al corregidor, el cual aficionado a mis buenas partes quisiera verme, mas yo que por ser humilde no quiero tratar con personas tan graves, procuré de no verme con él, y así salí de la ciudad con tanta priesa, que no tuve lugar de acomodarme de cabalgaduras, ni blancas, ni de algun coche de retorno, o por lo ménos de un carro.
Y en esta opinión estén todos, y en razón la fundo: que si hay Dánaes en el mundo, hay pluvias de oro también.
Quédate en paz, causadora de mi guerra, y haga el cielo que los engaños de tu esposo estén siempre encubiertos, porque tú no quedes arrepentida de lo que heciste y yo no tome venganza de lo que no deseo.

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Ariiba