Ejemplos con economía

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

También es filántropo, y si no se le ve pródigo con los pobres que llegan a su puerta, no es por falta de buen deseo, ni por sobra de economía, sino porque no quiere alimentar vicios ni fomentar la vagancia.
Un detalle de las sobremesas de aquella casa, es que no había palillos de dientes, no por razones de economía, ni menos por escrúpulos de aseo y urbanidad, como es uso entre anglosajones, los cuales consideran el acto de mondar las rendijas de la dentadura como una necesidad de orden vergonzoso y clandestino, sino porque no había ocasión, y por ende los palillos holgaban.
Quería ofrecer a los hijos ejemplos de economía.
Le hacía saber los sucesos más importantes de Barcelona y del mundo entero, comentaban juntos los futuros destinos de Esteban, oía él con arrobamiento su voz dulce, concediendo gran importancia a los detalles de economía doméstica o a las descripciones de fiestas religiosas, sólo porque era ella la que hacía tales relatos.
Después de pagados los gastos y de haber vivido con rabiosa economía, apenas quedaba algo para el armador.
Gonzalvo padre, que amén de la jubilación no carecía de bienes, aflojó los cordones de la bolsa, no sin recomendar la parsimonia y economía a su hija: en los asuntos de Perico no se metía nunca, pasábale una pensión mensual, y hacía como si no viese que Perico, recibiendo como uno, gastaba como diez, la daba de príncipe y jamás pedía aumento de sueldo.
Pilar hacía rumbo, como Miranda, a Vichy, sólo que mientras Miranda quería que las aguas enseñasen a su hígado a elaborar el azúcar en justas y debidas proporciones para no dañar a la economía, la madrileñita iba a las saludables termas en demanda de partículas férreas que coloreasen su sangre y devolviesen el brillo a sus apagados ojos.
Don Jaime, que hasta entonces había vivido en Madrid modestamente en un cuartito de soltero, no quería llevar a su mujer a una fonda, ni alojarla mal al principio, y, de acuerdo con doña Luz, resolvió ir a Madrid solo, pues además le llamaban del Congreso con urgencia, poner casa, si bien con economía, como doña Luz llena de juicio se lo recomendaba, y, luego que la tuviese puesta, volver por doña Luz a Villafría.
Doña Manuela comenzó sus compras, emprendiendo con las vendedoras una serie de feroces regateos, más por costumbre que por economía.
Cuando murió tu segundo marido me prometiste ser un modelo de economía y prudencia, y yo fui tan tonto, que perdí el tiempo y hasta algún dinero para poner a flote tu fortuna, que hacía agua por todas partes como un barco viejo.
No quiero hacer creer que necesito limosnas, soy pobre, pero aún tengo para no morirme de hambre, y sobre todo, con orden y economía, sin querer aparentar más de lo que realmente se tiene, lo pasa cualquiera tan ricamente.
En lechos de hojas estaban alineados y colocados con cierto arte los pimientos y tomates, con sus rubicundeces falsas de productos casi artificiales, los guisantes en sus verdes fundas, todo apetitoso y exótico, pero tan caro, que al oír sus precios retrocedían con asombro los buenos burgueses que por espíritu de economía iban al Mercado con la espuerta bajo la raída capa.
El hombre por quien preguntaba doña Manuela era el fundador de la tienda de , don Eugenio García, el decano de los comerciantes del Mercado, un viejo que arrastraba cuarenta años en cada pierna, como él decía, y mostrábase orgulloso de no haber usado jamás sombrero, contentándose con la gorrilla de seda, que, según él, era el símbolo de la honradez, la economía y la seriedad del antiguo comercio, rutinario y cachazudo.
Ahora mucho orden y mucha economía, y así podrás ir tirando.
Ya era hora de dedicar a rodillas de cocina las levitas viejas de su padrastro el doctor Pajares, prendas que la mamá le había hecho usar para mayor economía.
El amor le había transformado, mas en vez de hacerlo soñador excitaba sus instintos de economía, predominando en él las aficiones de su padre, lo que su tío y don Eugenio llamaban sangre comercial.
No pensaba dejar de ser comerciante, su porvenir consistía en ser dueño de una tienda, ¿y qué mejor que casarse con una mujer hacendosa, aleccionada en la escuela del trabajo y la economía, y que supiera ser ama de su casa? El pobre muchacho, roto el freno de su timidez, hablaba con vehemencia, meneaba los brazos para afirmar sus palabras, sin ver que hacía danzar locamente el paraguas, que conservaba abierto, y que varias veces estuvo próximo a meter una varilla por los ojos de la joven.
Y es la verdad que, durante esta fantasmagoría, pasa ante mis ojos la vida entera, formo mil novelas en la imaginación, hago la crítica de todos los afectos, de todas las personas, de todas las virtudes, de todos los vicios, desentraño cuestiones muy profundas de moral, de filosofía, de gobierno, de arte, de economía.
Montañesas, gallegas, asturianas y demás variedades del bello sexo macizo, conferenciaban sobre economía culinaria en las avenidas de los mercados.
Hemos hablado de economía política, de Bellas artes, del lujo, del derecho al trabajo.
la tarde en la triste atmósfera de una cámara, hablando de ruines intereses humanos, de jurisprudencia o de economía política, en vez de disfrutar estos hermosos días, y ver un cielo tan infinito, y recibir los halagos de un sol tan cariñoso! — ¡Ah, señora!.
de camino contra la economía de gas que se advierte en el teatro del señor Urríes, economía que no nos permite lucir nuestros encantos.
Pero a fuerza de orden y economía fue saliendo adelante, y aun hizo verdaderos milagros atendiendo a las medicinas que Maximiliano necesitaba y a los considerables gastos de su carrera.
No por economía, pues bien podía él pagar una casa como la que Santa Cruz pagaba, era por recato.
Con su talento y su economía se había agenciado un abrigo de terciopelo, con pieles, que la más pintada no lo usara mejor.
Conviene apuntar, antes de pasar adelante, que aquella abnegación de Juan Pablo y el asiduo interés que por la salud de su hermano mostraba, serían absolutamente inexplicables, dado el egoísmo del señor de Rubín, si no se acudiera, para encontrar la causa, a ciertas ideas relacionadas con la economía política o la ciencia que llaman financiera.
El pobre chico no dejaba de expresar su admiración por el buen arreglo y economía de su futura, haciendo por sus propias manos la tarea que desempeñan mal esas bergantas ladronas que llaman criadas de servir.
Los hábitos de economía adquiridos en su niñez estaban tan arraigados que, aunque nunca le faltó dinero, traía a casa una costurera para hacer trabajillos de ropa y arreglos de trajes que otras señoras menos ricas suelen encargar fuera.
Aunque Isabel hacía milagros de arreglo y economía, el considerable gasto cotidiano quitaba al establecimiento mucha savia.

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