Ejemplos con dánae

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

, les resultarán muy útiles a la hora de componer sus imágenes, muy emotivas, como en la casi violenta visión de la pasión amorosa que Klimt ofrece en su Dánae.
Enfadado pero sin querer provocar la ira de los dioses matando al descendiente de Zeus, Acrisio arrojó a Dánae y Perseo al mar en un cofre de madera.
Perseo era un semidios hijo de Zeus y la mortal Dánae.
Pero Zeus se fija en ella y se enamora, entonces se presenta en forma de lluvia de oro, seduce a Dánae y esta queda encinta de Perseo.
Intentando evitar el oráculo, cuando Dánae alcanza la pubertad su padre la encierra en una torre de bronce.
Acrisio tenía una bella hija llamada Dánae, pero él deseaba un hijo varón que no llegaba.
Otras esculturas son: Anfítrite, de Josep Gamot, Neptuno y Leda, de Manel Fuxà, y Dánae, de Joan Flotats.
En el Palacio de Oriente de Madrid los reyes Austrias tenían una sala especial dedicada a los desnudos artísticos, entre los que se encontraban Venus y Adonis, La Venus de Urbino, Venus recreándose con el amor y la música y Dánae recibiendo la lluvia de oro.
Ni eran estas las únicas gracias y donaires de la cantora, antes lo mejor de su repertorio, la quintaesencia de sus monerías, guardábala para la dulce intimidad de los felices mortales que a aquella Dánae de bambalinas lograban aproximarse, bien provistos de polvos de oro.
Júpiter, pues, al ver a Juno, se dejó vencer por la fuerza de aquellos hechizos, la requirió de amores con la mayor vehemencia, y no encontró modo mejor de someterla a su propósito y deseo que el de citarle todas sus travesuras y lances galantes, asegurando que en ninguno de ellos, ni con Dánae, ni con Leda, ni con Europa, ni con las demás princesas y ninfas que había seducido, se había sentido nunca tan , permítaseme la palabrota, como en aquella ocasión.
—¡Aunque fueran las de la torre de Dánae! Pero son de Dame, que es más.
qué discreta! Pero ¿qué Dánae escapó de un engaño? ¿Qué Elena de una fuga? ¿Qué.
He aquí cuanto refieren los argivos sobre este caso, pero corre por la Grecia otra historia, a saber, que Jerjes, antes de emprender la expedición contra ellos, envió un heraldo a la ciudad de Argos, quien llegado allá les habló en estos términos: —«Caballeros argivos, mándame el rey Jerjes que os diga de su parte lo siguiente: Nosotros los persas vivimos en la inteligencia de que Perses, de quien somos descendientes, era hijo de Perseo, el hijo de Dánae, y que Perses tuvo por madre a Andrómeda, la hija de Cefeo, de donde venimos nosotros a ser descendientes vuestros.
Pero después que Perseo, hijo de Dánae y de Júpiter, pasó a casa de Cefeo, hijo de Belo, y casó con la hija de éste, llamada Andrómeda, como tuviese en ella un hijo, le puso el nombre de persa y lo dejó allí en poder de Cefeo, quien no había tenido la suerte de tener prole masculina.
Mas si dejando los padres de Perseo quisiera uno desde Dánae, hija de Acrisio, ir contando los progenitores de aquella real familia, se verá que son oriundos de Egipto los primeros príncipes ascendientes de los reyes dorios.
Hasta subir a Perseo, hijo de Dánae, está bien seguida y deslindada la ascendencia de los reyes que tuvieron los dorios, y añadiré que si no se incluye en tal genealogía al dios que fue padre de Perseo, todos aquellos ascendientes fueron griegos de nación, puesto que por tales eran ya reputados en aquella época estos progenitores.
Y de la inagotable bolsa, que brujas enemigas y malignas iban llenando con manos invisibles a medida que se vaciaba, salían, como la lluvia que cayó sobre el seno de Dánae, gotas y más gotas de oro, arrebatadas por manos ávidas, por garras ansiosas y rapaces.

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