Ejemplos con dijesen

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Caspian no quería que le dijesen quien era, por lo que se dejaron capturar.
De todas formas, la cadena finalmente reveló qué papel interpretaba cada uno en el episodio Old Money, después de que los productores dijesen que los actores debían recibir un reconocimiento por su trabajo.
Allí estaba de sobra una persona, no necesitaba que se lo dijesen.
¡Qué vergüenza sentiría Gonzalo si le dijesen que no se iba de Sarrió por no alejarse de la atmósfera que envolvía a su esposa, a quien cubría de dicterios en secreto, y afectaba despreciar ante el mundo! Y, sin embargo, nada más cierto.
Todo se vuelve apetecer y rabiar Hay aquí dentro un fuego que no le deja a uno sosiego Pero cuando vienen los años y cesa el calor amante y se queda uno fresco como una lechuga, entonces, ¡en grande, mi queridín! Mira, si me dijesen ahora: Feliciano, ¿quieres volverte a los veinte años? ¡Ca! a otro perro con ese hueso.
Mientras las bandas de muchachas despeinadas salían de la fábrica a la hora de comer para engullirse el contenido de sus cazuelas en los portales inmediatos, hostilizando a los hombres con miradas insolentes para que les dijesen algo y chillar después falsamente escandalizadas, emprendiendo con ellos un tiroteo de desvergüenzas, Roseta quedábase en un rincón del taller sentada en el suelo, con dos o tres jóvenes que eran de la otra huerta, de la orilla derecha del río, y maldito si les interesaba la historia del tío y los odios de sus compañeras.
Nada, por lo tanto, más justo ni más preciso que el que los dos se dijesen lo que ellos solos al cabo sabían entender.
Cuando Máxima sorprendía entre ellos alguna mirada cariñosa, bajaba la vista, sonriendo con malicia: mostrábase complaciente con exceso, les tiraba de la lengua para que se dijesen amores en su presencia, daba leves empujones a Rosa para que se aproximase más al joven, les hacía preguntas un tantico impertinentes que los ruborizaba, adoptaba, en fin, una actitud protectora, que Andrés encontraba muy chistosa.
Ocurriole escribir a Fortunata, encargándole que no hiciera caso alguno de lo que le dijesen las monjas acerca de la vida espiritual, la gracia y el amor místico Otro disparate.
Y a él que no le dijesen: Rita no estaba sin algún enredillo.
De aquí que se dijesen toda clase de requiebros y finezas, que literalmente podrían tomarse por efecto de amistad tiernísima, pero que ocultaban el fervoroso espíritu de verdadero amor.
La reina dijo a Isabela que en lengua española dijese a aquella mujer y a aquel hombre le dijesen qué causa les habia movido a no querer gozar de la libertad que Ricaredo les habia dado, siendo la libertad la cosa mas amada, no solo de la gente de razon, mas aun de los animales que carecen della.
Estaba cerca la noche cuando Rodolfo llegó, y en tanto que se aderezaba la cena, Estefanía llamó aparte los camaradas de su hijo, creyendo sin duda alguna que ellos debian de ser los dos de los tres que Leocadia habia dicho que iban con Rodolfo la noche que la robaron, y con grandes ruegos les pidió le dijesen si se acordaban que su hijo habia robado a una mujer tal noche, tantos años habia, porque el saber la verdad desto importaba la honra y el sosiego de todos sus parientes: y con tales y tantos encarecimientos se lo supo rogar, y de tal manera les asegurar que de descubrir este robo no les podia suceder daño alguno, que ellos tuvieron por bien de confesar ser verdad que una noche de verano, yendo ellos dos y otro amigo con Rodolfo, robaron en la misma que ella señalaba a una muchacha, y que Rodolfo se habia venido con ella miéntras ellos detenian a la gente de su familia, que con voces la querian defender, y que otro dia les habia dicho Rodolfo que la habia llevado a su casa, y solo esto era lo que podian responder a lo que les preguntaban.
Estando las dos desta manera, acertó a entrar el caballero, marido de Estefanía, que traia a Luisico de la mano, y viendo el llanto de Estefanía y el desmayo de Leocadia, preguntó a gran priesa le dijesen la causa de do procedia.
Leocadia, llena de sobresalto y alborozo, hizo a sus padres que se retirasen con ella aparte, como lo hicieron, y allí en breves palabras les dió cuenta de todo su desastrado suceso, con todas las circunstancias dél, y de la ninguna noticia que traia del salteador y robador de su honra: díjoles lo que habia visto en el teatro donde se representó la tragedia de su desventura: la ventana, el jardin, la reja, los escritorios, la cama, los damascos, y a lo último les mostró el crucifijo que habia traido, ante cuya imágen se renovaron las lágrimas, se hicieron deprecaciones, se pidieron venganzas y desearon milagrosos castigos: dijo ansimismo, que aunque ella no deseaba venir en conocimiento de su ofensor, que si a sus padres les parecia ser bien conocelle, que por medio de aquella imágen podrian, haciendo que los sacristanes dijesen en los púlpitos de todas las parroquias de la ciudad, que el que hubiese perdido tal imágen la hallaria en poder del religioso que ellos señalasen, y que ansí, sabiendo el dueño de la imágen, se sabria la casa y aun la persona de su enemigo.
Á otro que traia las barbas por mitad blancas y negras por haberse descuidado, y los cañones crecidos, le dijo que procurase de no porfiar ni reñir con nadie, porque estaba aparejado a que le dijesen que mentia por la mitad de la barba.
A cada uno di este aviso de por sí, con orden que, aunque allí viesen a otros cristianos, no les dijesen sino que yo les había mandado esperar en aquel lugar.
Y así, las primeras buenas nuevas que tuvo el mundo y tuvieron los hombres fueron las que dieron los ángeles la noche que fue nuestro día, cuando cantaron en los aires: Gloria sea en las alturas, y paz en la tierra, a los hombres de buena voluntad, y a la salutación que el mejor maestro de la tierra y del cielo enseñó a sus allegados y favoridos, fue decirles que cuando entrasen en alguna casa, dijesen: Paz sea en esta casa, y otras muchas veces les dijo: Mi paz os doy, mi paz os dejo: paz sea con vosotros, bien como joya y prenda dada y dejada de tal mano, joya que sin ella, en la tierra ni en el cielo puede haber bien alguno.

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba