Ejemplos con dijiste

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Scully: Tú siempre dijiste que querías creer.
Soñé que estaba luchando a tu lado y nos dispararon, te pregunté si nos íbamos a morir como mártires y me dijiste que sí, y justo me desperté del sueño.
Renèe le responde en una carta: Me llevé los documentos y los paquetes confidenciales, abrí los que me dijiste que abriera, los que deseabas que no se abrieran permanecieron cerrados, listos para ti cuando salgas de la cárcel.
¡Mentira! Tú te dijiste: Vaya unas horas oportunas que tiene mi mujercita para visitarme.
Dijiste al principio que el muchacho ya no está en condiciones de ser un buen sacerdote.
¿Y por qué no se lo dijiste antes de que se marchara?.
En Bayona me dijiste una vez: ¿Me va usted a dejar sola? Ahora me toca a mí repetírtelo.
Pero vamos a cuentas, Periquín: ¿no me dijiste tú que se quedó muy triste, y toda turulata, cuando él se fue y entró Miranda después?.
¡Si, te oí algo! Mira: ¡no sé lo que dijiste, pero te juro que prefiero cualquier cosa a tener un padre como el que has tenido tú!.
Era yo un ocioso y un perdido, Carmen: tu eres una niña virtuosa y buena, y por eso cuando te hablé de amor me dijiste que no me querías.
Me dijiste: Mi hija ha muerto , me manifestaste deseos de que nunca te hablara de ella, y puedes decir si alguna vez he tocado tu vieja herida con la menor alusión.
¡No, Isabel, no! Que cuando un partido está en desgracia, su política ha de ser siempre la de barrer para adentro Por eso la señora me contestó hace poco que la invitaría para la primera comunión de nuestro príncipe en Roma ¡Figúrense ustedes el compromiso que será para mí si la señora da ese paso en falso! ¡Jesús, Jesús, qué disparate! Pero, Isabel, cabeza de pájaro, ¿por qué no me dijiste eso a mí solo?.
Después ¡a qué decirlo! Me dijiste: te amo , y quise callar, y no pude, y cuando intente matar tu cariño con una palabra desdeñosa, se abrieron mis labios, y dijeron: ¡yo también te amo!.
Dijiste una vez y lo has repetido muchas veces jamás me casaré con quien no sea digna de mí, y no es digna de ser esposa de un hombre honrado aquélla cuyos padres Lo diré de una vez.
¿No me dijiste que tu novia le entregó ocho mil reales? Pues los has perdido también.
en este momento veinte y cuatro horas que te acercaste a mí en el baile de máscaras del Teatro Real, y me dijiste, cogiéndome una mano:.
Otra noche dijiste en sueños palabras de las que se dicen cuando un hombre se pega con otro.
A ver, ¿fue esto lo que me dijiste?.
¿No me dijiste que querías una corbata? Mírala.
¡Toma! ¿Y tú no me dijiste que irías también y que querías ser paleta?.
¿No me dijiste el otro día que conocías un médico de la casa de socorro? Como papá no puede ir por su pie, y el encajonarle en un simón sería incómodo porque no podría llevar las piernas extendidas si lograses que nos dejaran una camilla.
Tú me dijiste que sí, y que tenían citas.
Te doy cuatro en casa si me ayudas a buscar por el monte al señorito y le dices, en cuanto lo veas, lo que me dijiste a mí, ¿entiendes? Que el capellán está con la señora encerrado en la capilla y que te echaron de allí para quedar solos.
¡Buena la has hecho! ¿Qué demonios te aconsejaron cuando hablabas? ¿Qué dijiste a la infeliz? ¡Vaya un berrinche que ha tomado! Está mala.
dijiste que este caballero es ateo luterano y entra en la catedral fumando y con el sombrero puesto.
Juan con lijereza de ánimo me descubrió quién era: primero le conocí yo, y primero me descubrieron sus ojos sus intentos: primero le dije yo quién era, y primero le adiviné la prision de su voluntad que tú señalas, y él dándome el crédito que era razon que me diese, fió de mi secreto el suyo, y él es buen testigo si alabé su determinacion y escogido empleo, que no soy, o Preciosa, de tan corto ingenio que no alcance hasta dónde se estienden las fuerzas de la hermosura, y la tuya, por pasar de los límites de los mayores estremos de belleza, es disculpa bastante de mayores yerros, si es que deben llamarse yerros los que se hacen con tan forzosas causas: agradézcote, señora, lo que en mi crédito dijiste, y yo pienso pagártelo en desear que estos enredos amorosos salgan a fines felices, y que tú goces de tu Andres, y Andres de su Preciosa en conformidad y gusto de sus padres, porque de tan hermosa junta veamos en el mundo los mas bellos renuevos que pueda formar la bien intencionada naturaleza: esto desearé yo, Preciosa, y esto le diré siempre a tu Andres, y no cosa alguna que le divierta de sus bien colocados pensamientos.
Mas, con todo esto, he caído, Sancho, en una cosa, y es que me pintaste mal su hermosura, porque, si mal no me acuerdo, dijiste que tenía los ojos de perlas, y los ojos que parecen de perlas antes son de besugo que de dama, y, a lo que yo creo, los de Dulcinea deben ser de verdes esmeraldas, rasgados, con dos celestiales arcos que les sirven de cejas, y esas perlas quítalas de los ojos y pásalas a los dientes, que sin duda te trocaste, Sancho, tomando los ojos por los dientes.
En decir que maldecía mi fortuna dijiste mal dijo don Quijote, porque antes la bendigo y bendeciré todos los días de mi vida, por haberme hecho digno de merecer amar tan alta señora como Dulcinea del Toboso.
Echemos, Panza amigo, pelillos a la mar en esto de nuestras pendencias, y dime ahora, sin tener cuenta con enojo ni rencor alguno: ¿Dónde, cómo y cuándo hallaste a Dulcinea? ¿Qué hacía? ¿Qué le dijiste? ¿Qué te respondió? ¿Qué rostro hizo cuando leía mi carta? ¿Quién te la trasladó? Y todo aquello que vieres que en este caso es digno de saberse, de preguntarse y satisfacerse, sin que añadas o mientas por darme gusto, ni menos te acortes por no quitármele.
Si yo hubiera creído lo que me dijiste, yo hubiera escusado esta pesadumbre, pero ya está hecho: paciencia, y escarmentar para desde aquí adelante.

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