Ejemplos con despidiéndome

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

No pudiendo contener mi curiosidad impaciente enjaecé mi caballo, y despidiéndome de las bondadosas mujeres, me lancé a buen trote en la ruta que me pareció conducente al lugar de Avellaneda.
Despidiéndome hasta la próxima carta, que espero no se me pudrirá en el cuerpo, me repito de usted constante amigo -.
Las hay simpáticas, las hay odiosas, las veo carilargas o mofletudas, pálidas y exangües, o rollizas y frescas, véolas también risueñas llamándome, o adustas despidiéndome.
Pedro mientras estaba yo en la calle despidiéndome de mis amigos.
Asuntos urgentes reclamaban la atención de Su Excelencia, y despidiéndome, me dijo con muchísima amabilidad:.
Luego que desembarqué, despidiéndome del renegado, seguí precipitadamente mi camino.
Obedecí y embarqueme con él, despidiéndome de mis amigos.
Las hay simpáticas, las hay odiosas, las veo carilargas o mofletudas, pálidas y exangües, o rollizas y frescas, véolas también risueñas llamándome, o adustas despidiéndome.
Despidiéndome hasta la próxima carta, que espero no se me pudrirá en el cuerpo, me repito de usted constante amigo - Calpena.
« ¿Me porto mal -dijo él con voz blanda-, me porto mal en pago de la ofensa que usted me hizo despidiéndome y diciéndome que no podía quererme?».
-No despidiéndome como se despide a un perro.
Yo le hice la misma protesta y, despidiéndome por ahora, acompañé a la señora Christian hasta su casa, informándola entre tanto de las circunstancias que su poca inteligencia de la lengua no le había dejado entender.
Sin dejármelo decir dos veces embozalé al animal, por cierto mejor cuidado que el que había quedado en mis manos, y despidiéndome de Remigio, con caballo de tiro y ropa en el poncho, como verdadero paisano, salí del pueblo hacia los campos, cruzando el puente viejo.
decir, pero me evitó la turbación que sentía despidiéndome.
Aún no asomaba la aurora del día siguiente, cuando monté y partí para la hacienda, despidiéndome de Ángel que quedaba todavía unos días más, por los asuntos que habían motivado su arribo a Santiago.
Pedro mientras estaba yo en la calle despidiéndome de mis amigos.
Me trajeron el caballo, y cuando ponía el pie en el estribo despidiéndome de Bustos, a quien conocí le había caído en gracia, llegaron simultáneamente por dos rumbos distintos dos grupos de indios.

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