Ejemplos con dejara

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Cuando nosotros la levantamos, aconsejados por él, y la concluimos, al verla tan nueva y tan linda, le propusimos que se fuera a vivir en ella, porque le debemos muchos beneficios, y que nos dejara el curato para la escuela, pero se enfadó con nosotros y nos preguntó si él valía acaso más que los niños del pueblo, y si necesitaba ocupar tantas piezas él solo.
Los médicos de Madrid pedían a Felipe IV que se dejara la basura en las calles, porque siendo muy sutil el aire de la ciudad, ocasionaría grandes estragos si no se impregnaba del vaho de las inmundicias.
Una vez dijeron allá que se iba, que le mandaban a otro curato, y todo el pueblo, todito, se juntó en la plaza, para pedirle que no los dejara.
¿Cómo hacer para que me dejara ver sus ojos?.
Si me dejara llevar de la inspiración, aseguraría que es la misma casa aquella, la de los escalones de piedra.
Bonito genio tengo yo para estas cosas ¡Ah! ¡Pues si esa hiciera caso de mí, y se dejara llevar! Lo que es ahora, yo le aseguro que sus dos o tres mil duros de pensión no se los quitaba nadie Lo primerito que yo haría era plantarme en casa de doña Bárbara y leerle la cartilla bien leída Y lo haré, lo haré, aunque esa simple no me autorice.
¡Ay qué gente! Si la señora me dejara, ya les habría puesto los trastos en la calle, pero mi ama es así, no quiere desahucios.
Para que me dejara en paz le dije al fin que sí, que nos íbamos a casar, que ya estábamos sacando los papeles y que pronto se echarían las proclamas.
Cuidado que me pone las cosas mal El hombre que quise, ¿por qué no era un triste albañil? Pues no, había de ser señorito rico, para que me engañara y no se pudiera casar conmigo Luego, lo natural era que yo le aborreciera pues no señor, sale siempre la mala, sale que le quiero más Luego lo natural era que me dejara en paz, y así se me pasaría esto, pues no señor, la mala otra vez, me anda rondando y me tiene armada una trampa También era natural que ninguna persona decente se quisiera casar conmigo, pues no señor, sale Maxi y ¡tras!, me pone en el disparadero de casarme, y nada, cuando apenas lo pienso, bendición al canto ¿Pero es verdad que estoy casada yo?.
Durante aquellos dos días, hallábase la joven muy cohibida delante de la que iba a ser su tía, porque esta no bajaba del trípode ni cesaba en sus correcciones, y rara vez abría la boca Fortunata sin que la otra dejara de advertirle algo, ya referente a la pronunciación, ya a la manera de conducirse, mostrándose siempre autoritaria, aunque con estudiada suavidad.
Su mirada infundió tanto terror a Jacinta, que dijo por señas a su marido que le dejara salir.
Llegóse en esto el viérnes, y él se fué a la mezquita, de la cual no podia salir en casi cuatro horas, y apénas le vió Halima apartado de los umbrales de casa, cuando mandó llamar a Mario, mas no le dejara entrar un cristiano corso que servia de portero en la puerta del patio, si Halima no le diera voces que le dejase, y así entró confuso y temblando como si fuera a pelear con un ejército de enemigos.
Díjole don Quijote que contase algún cuento para entretenerle, como se lo había prometido, a lo que Sancho dijo que sí hiciera si le dejara el temor de lo que oía.
Viole bajar y subir por el aire, con tanta gracia y presteza que, si la cólera le dejara, tengo para mí que se riera.
Y, sin esperar más respuesta, picó a Rocinante y, la lanza baja, arremetió contra el primero fraile, con tanta furia y denuedo que, si el fraile no se dejara caer de la mula, él le hiciera venir al suelo mal de su grado, y aun malferido, si no cayera muerto.
Y fue rara providencia del sabio que es de mi parte hacer que parezca bacía a todos lo que real y verdaderamente es yelmo de Mambrino, a causa que, siendo él de tanta estima, todo el mundo me perseguirá por quitármele, pero, como ven que no es más de un bacín de barbero, no se curan de procuralle, como se mostró bien en el que quiso rompelle y le dejó en el suelo sin llevarle, que a fe que si le conociera, que nunca él le dejara.
Y, alzando el lanzón, que nunca le dejaba de las manos, le iba a descargar tal golpe sobre la cabeza, que, a no desviarse el cuadrillero, se le dejara allí tendido.
Antes me dejara yo quitar la vida que me quiten la bolsa.

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