Ejemplos con credulidad

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Lea es de los primeros escritores protestantes en reconocer que la creencia de que las torturas usadas por la Inquisición de España fueron excepcionalmente crueles, se debe a los escritores sensacionales que han abusado de la credulidad de sus lectores El sistema era malo, pero la Inquisición española no fue responsable de su introducción y, en general, fue menos cruel que los tribunales seculares al aplicarlo, limitándose estrictamente a unos cuantos métodos conocidos.
En el siglo XV algunos viajeros italianos y alemanes recuerdan con cierta credulidad que esta piedra es llamada piedra de la verdad, pues antiguamente tenía la virtud de mostrar cuándo una mujer ha fallado a su marido.
La película abunda en trazos característicos del perfil del personaje: ingenuidad, necesidad de amor, credulidad, desventuras, balanceadas con sus volteretas.
Apoyos empleados secularmente son el hambre y la privación de proteínas, que producen confusión y credulidad, limitando la capacidad de raciocinio, y la privación del sueño, que causa estrés y confusión.
Es la comedia del espiritismo ingenuamente adoptado por la credulidad de Don Ramón, que introduce en su propia casa.
Credulidad conservada aún en muchos hogares.
Hoy en día su práctica se considera jurídicamente bajo el amparo de la libertad de creencias protegida como derecho fundamental por la mayor parte de legislaciones democráticas, si bien ello no impide que se persigan las estafas de importancia cometidas por supuestos brujos o brujas basándose en la credulidad o deseo de creer de muchas personas.
Jurídicamente se considera bajo el amparo de la libertad de creencias protegida como derecho fundamental por la mayor parte de legislaciones democráticas, si bien ello no impide que se persigan las estafas de importancia cometidas por videntes basándose en la credulidad o deseo de creer de muchas personas.
Antonia le había contado también este milagro, pero en versos mallorquines, en un sencillo romance que respiraba la cándida credulidad de los siglos aficionados a lo maravilloso.
¡Ah, Sóller! ¡La época de santa inocencia, en que abrió sus ojos a la vida entre relatos de milagros y conmemoraciones de luchas heroicas! La casa de la Luna habíala perdido para siempre, lo mismo que la credulidad y la inocencia de aquella época para él casi remota.
¡Las cosas que había visto en el mundo! Y ahora sus palabras sobre la novia milenaria conmovían su credulidad, haciéndola sonreír levemente, al mismo tiempo que miraba con temor supersticioso a la gran señora de otros tiempos que sólo era una cabeza.
Con la credulidad del que desea salvarse, aceptó todos los consuelos problemáticos de su defensor.
Chichí se indignaba contra la credulidad de la madre y el germanismo de su tía.
Pero esta obra apasionada fue indigna de la credulidad que le dispensó la ignorancia general.
Tal vez influyeron en su credulidad de visionario las leyendas de que rodeaba la pobre geografía de entonces a la línea equinoccial.
Yo que creíainterrumpió Isidroque estos conferencistas eran unos amables burlones, que después de explotar la credulidad americana se reían de ella.
La credulidad de la buena señora expandíase en ingenuos asombros ante los embustes y exageraciones que se permitía Maltrana para estremecer su alma inocente.
En su credulidad candorosa, el pobre don Matías Liviano y Pipaón no veía nada más allá de su vivir cómodo, en lo material, y de su pensar estrecho dentro de la elemental esfera religiosa.
Y pensó largo rato en el milagro, invención de todas las religiones, y tan antiguo como la ignorancia y la credulidad humanas.
No era, pues, Terry un farsante, de estos que explotan la credulidad de las gentes, ni un charlatán del , que operara en el vacío con moneda figurada: sus negocios eran formales, su riqueza moderada y sólida, su disposición para negociar, seria y limpia, totalmente inglesa como su vestir, como todo su empaque social.
Rayaba la credulidad en insensatez: Andrés de Mendoza cuenta en serio que un día en San Ginés, un fraile descalzo francisco, de grande opinión de santidad, se arrebató en éxtasis, en el cual, desde la mitad de la iglesia, fue hasta el altar por el aire, y en él se estuvo un cuarto de hora mirando el Santísimo Sacramento a vista de gran pueblo, que le hizo pedazos el hábito, a que suplió la piedad y grandeza de la señora duquesa de Nájera.
Acercábase Ibraim a la mesa, diciendo: , y al instante empezaban todos a divertirse con su credulidad y falta de seso, encajándole bolas terribles, que ningún estómago, como no fuera el del proceroso castrense, habría podido digerir.
Aquel descubrimiento fatal rasgaba el velo de la credulidad, desvanecía el optimismo del cariño, la madre aparecía a los ojos del hijo tal como era, con toda su fealdad moral, y Juanito pensaba con rabia en su antiguo ídolo como el devoto que pierde la fe, y en la imagen milagrosa que antes le arrancaba lágrimas de emoción ve sólo un miserable leño.
Y en su credulidad de calavera viejo e inocente echaba el cuerpo atrás con cierto orgullo, como si estuviera convencido de que sus prendas personales habían influido en tan asombrosa conquista.
Será penitencia tal vezreplicó la viuda en aquel tono de convicción ingenua que tomaba cuando quería jugar con la credulidad de su sobrino, como el gato con la bola de papel.
Esta credulidad, de que nunca participaron las personas verdaderamente cultas, va cediendo también hoy en el ánimo de las indoctas, pero no así la fe en innumerables agüeros, talismanes, amuletos, cábalas y untos, de aplicación medicinal y moral, para cuya enumeración y recetario sería preciso escribir un tomo en folio.
Dictábalas el entusiasmo y las devoraba la credulidad, y como nadie las discutía, el efecto era inmenso.
No quiso la buena dueña perder la coyuntura que la suerte le ofrecia de gozar primero que todas las gracias que ella se imaginaba que debia tener el músico, y así, diciéndole a Leonora que esperase en la sala en tanto que iba a llamarlo, la dejó y se entró donde él estaba no ménos confuso que pensativo, esperando las nuevas de lo que hacia el viejo untado: maldecia la falsedad del ungüento, y quejábase de la credulidad de sus amigos y del poco advertimiento que habia tenido en no hacer primero la esperiencia en otro, ántes de hacerla en Carrizales.
Todos fueron de parecer que se quedase en el aduar, solo Preciosa tuvo el contrario: y la abuela dijo que ella no podia ir a Sevilla ni a sus contornos, a causa que los años pasados habia hecho una burla en Sevilla a un gorrero llamado Triguillos, muy conocido en ella, al cual le habia hecho meter en una tinaja de agua hasta el cuello, desnudo en carnes, y en la cabeza puesta una corona de cipres esperando el filo de la media noche, para salir de la tinaja a cavar y sacar un gran tesoro que ella le habia hecho creer que estaba en cierta parte de su casa: dijo que como oyó el buen gorrero tocar a maitines, por no perder la coyuntura se dió tanta priesa a salir de la tinaja, que dió con ella y con él en el suelo, y con el golpe y con los cascos se magulló las carnes, derramándose el agua, y él quedó nadando en ella y dando voces, que se anegaba: acudieron al momento su mujer y sus vecinos con luces, y halláronle haciendo efectos de nadador, soplando y arrastrando la barriga por el suelo, y meneando los brazos y las piernas con mucha priesa, y diciendo a grandes voces: Socorro, señores, que me ahogo, tal le tenia el miedo, que verdaderamente pensó que se ahogaba: abrazáronse con él, sacáronle de aquel peligro, volvió en sí, contó la burla de la jitana, y con todo eso cavó en la parte señalada mas de un estado en hondo, a pesar de todos cuantos le decian que era embuste mio, y si no se lo estorbara un vecino suyo, que tocaba ya en los cimientos de su casa, él diera con entrambas en el suelo, si le dejaran cavar todo cuanto él quisiera: súpose este cuento por toda la ciudad, y hasta los muchachos le señalaban con el dedo, y contaban su credulidad y mi embuste.
Súpose este cuento por toda la ciudad, y hasta los muchachos le señalaban con el dedo y contaban su credulidad y mi embuste.

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