Ejemplos con combatida

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Ve que la Iglesia combatida por la protesta luterana necesita un fuerte auxilio, y lleva a la religión la disciplina del campamento, fundando, no una Orden, sino una Compañía, organizando un ejército negro que ofrece a los Papas, formando los soldados en el molde de su férrea voluntad, sin afectos de familia, sin pensamiento propio, con la rigidez de los autómatas, con esa insensibilidad que hace invencible.
Pueblos civilizados, honrados habitantes de los Estados Unidos, a cuya elevada y recta consideración someto este mal pergeñado documento, ahí teneis los hechos providenciales, que prepararon la injustamente combatida existencia de la actual República Filipina y de los que, aunque indigno, Dios me ha hecho el agente principal.
Don José callaba tristemente, aquello no le agradaba, pero desde que se supo la próxima llegada a Madrid de su hijo mayor, tenía el alma combatida por los mismos presentimientos que agitaban a Pepe, y escuchándole hablar, le parecía oírse a sí propio.
¡Pues ya lo creo! dijo con el entusiasmo de un poeta el padre Ambrosio, mi vida era triste, llena de sufrimientos, llena de recuerdos, combatida por pasiones que había exacerbado la desgracia, y si hace diez años, no hubiera encontrado a mi paso a esa niña que se arrastraba sobre sus manecitas en los corredores de la casa de vecindad donde me había llevado a vivir mi pobreza Yo lo había perdido todo, parientes, amigos, afectos, hasta la paz de mi celda, de la cual me arrojaron las necesidades de la nación la planta marchita y enferma que vegeta sobre un terreno ingrato, siente con delicia, y parece reanimarse al soplo de las auras de la mañana.
¡Mira, pues, si llegándose a la angustia del desdén y aborrecimiento, la mayor y más cruel rabia de los celos, cuál estaría mi alma de dos tan mortales pestes combatida! Disimulaban los padres de Leonisa los favores que a Cornelio hacía, creyendo, como estaba en razón que creyesen, que atraído el mozo de su incomparable y bellísima hermosura, la escogería por su esposa, y en ello granjearían yerno más rico que conmigo, y bien pudiera ser, si así fuera, pero no le alcanzaran, sin arrogancia sea dicho, de mejor condición que la mía, ni de más altos pensamientos, ni de más conocido valor que el mío.
Dijo, pues, que era cosa impía el que un cojo fuera rey de Lacedemonia, acerca de lo cual en el juicio recitó este oráculo: Por más ¡oh Esparta! que andes orgullosa y sana de tus pies, yo te prevengo que de un reinado cojo te precavas, pues te vendrán inesperados males, y de devastadora y larga guerra serás con fuertes olas combatida.
Depusieron, pues, éstos en favor de Leotíquidas, y además a Agesilao, varón de excelentes calidades que tenía el patrocinio de Lisandro, le perjudicaba el que Diopites, sujeto de grande opi- nión en la interpretación de oráculos, acomodaba el siguiente vaticinio a la cojera de Agesilao: Por más ¡oh Esparta! que andes orgullosa y sana de tus pies, yo te prevengo que de un reinado cojo te precavas, pues te vendrán inesperados males, y de devastadora y larga guerra serás con fuertes olas combatida.
A veces sonreía y se erguía llena de complacencia, porque parecíale ver sobre la falda de una eminencia al prometido esposo, cabalgando sobre su obscuro, levantando en alto la espada y señalando con ella al enemigo al grito de: ¡A ellos, victoria! Otras veces contraía las facciones como si sintiera dolor en las entrañas más nobles, porque antojábasele que el capitán, en una puna combatida por los huracanes, yacía sepultado bajo una capa de neblina fría como el hielo.
A esta empresa se la llamó por el mismo general Serrano «Gloriosa revolución de septiembre», es decir, a la misma combatida por él y por sus admiradas víctimas heroicas, Balansat y compañeros, en su primera tentativa.
Nunca fe católica, la fe que profesan dieciséis millones de españoles, se vio más escarnecida, más hollada, más combatida que hoy, pero, en cambio, tampoco se vio más arraigada en el pecho de los verdaderos creyentes, jamás éstos alzaron la frente más serenos, más tranquilos, más orgullosos que ahora para decir a la faz del mundo, con el corazón en los labios: CREO.
Que es más urgente aún respecto a la mujer, porque, siendo para ella la personalidad más necesaria, está más combatida por las leyes y por las costumbres,.

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