Ejemplos con ciego

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Tres viejas gitanas ,- una ser ciego ,- traer por los brazos ,- deben venir ,- a ver al médico ,- andar despacio ,- temer.
Con este le decían entre otras cosas, ha tapado usted la boca a los que aquí se permitían murmurar de su ciego ministerialismo, bien probado con el voto que dió al Gobierno en la cuestión del empréstito.
El Ciego de Gondar díjome que tenía pensado llegarse a Flavia-Longa.
Si es cuento del Ciego de Gondar, será mentira.
¿Te dijo el ciego lo que habías de hacer?.
Los leo, toco en el armónium lo que es posible, ¿y qué? Es como si a un ciego le describieran con gran elocuencia el dibujo de un cuadro y sus colores.
Enterrado en este claustro, sé, como el ciego, que hay en el mundo cosas muy hermosas pero de oídas.
En su ciego impulso, chocaban con las cuerdas de las lámparas o hacían bambolearse los capelos rojos con borlas polvorientas y deshilachadas que pendían a gran altura sobre las tumbas de los cardenales.
Y no se imaginaban, después de un triunfo de diez años, que pudiera entrar en los campos abandonados otra persona que el tío , un pastor ciego y parlanchín, que, a falta de auditorio, relataba todos los días sus hazañas de guerrillero a su rebaño de sucias ovejas.
Al fin recordó que era nieto del tío , el pastor ciego a quien respetaba toda la huerta, un buen muchacho, que servía de criado al carnicero de Alboraya, cuyo rebaño cuidaba el anciano.
¡Dios sabe lo que pasó en aquellos momentos ante sus ojos, fijos, sin luz y desmesuradamente abiertos como los de un ciego!.
¡Tramposa su madre! No estaba mal aplicado el calificativo, pero el cariño ciego, que le hacía adorar a su madre, rebelábase ante tal ofensa, le conmovía hasta el punto de que sus ojazos tranquilos y bondadosos se velasen con lagrimones de ira.
Por poco tumba a un ciego, y le volcó a una mujer la cesta de los cacahuetes y piñones.
Ya les faltaba el aliento a los oyentes cuando el ciego se determinó a posarse en el final de la frase:.
Era también maestro, padre quizás, del ciego chico y le estaba enseñando el oficio.
Era el , que asomando por entre el ciego grande y el chico, atendía con toda su alma a la música, puesta una mano en la cintura y la otra en la boca.

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