Ejemplos con celosas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Al principio creía que a Nagisa, la atacaban personas celosas de ella.
El Caúcaso Occidental y el Caúcaso Oriental, más diferenciados y más cerrados que el Caúcaso central, se ha prestado fácilmente a la formación de comunidades montañesas, muy celosas de su peculiaridad nacional.
Son cuatro mujeres aguerridas, distintas, dulces y a ratos celosas, enfrentadas en una guerra sin cuartel por el dominio de su territorio y el amor de sus hombres.
La comunidad KiSS moderna en Internet parece estar unida a la que se dedica exclusivamente a las muñecas, aunque se solapa un tanto con este núcleo: ambas son distintas y son celosas de sus propias creaciones.
Airi se refugia en el baño donde las celosas fans de Souda la mojan con una cubeta, para colmo Himeki le pide otra tarea simple.
El resto de las mujeres de Springfield se ponen celosas de Manjula, y descubren que sus esposos no les dan jamás ningún regalo.
Y la directora puso el brazo de Sol en el de Lucía, y acompañadas de miradas celosas, se refugió por algunos momentos con ellas en un balcón, cuya baranda de granito estaba oculta bajo una enredadera florecida de rosas salomónicas.
¿No me has dicho que es celosa y que te huele la ropa y te registra los bolsillos? Pues yo detesto a las personas celosas, y me divierto aplicándoles al corazón un hierro encendido al rojo.
¡Vaya un Rey consorte que nos querían traer! Aumale es muy guapo, muy galán, pero como hijo del Rey de Francia, no puede dar su mano a Isabel, porque las otras potencias son muy celosas entre sí, y si vieran a un francés en el Trono español, no era cisco el que se armaba.
Con las celosas no valen la lealtad ni la constancia del amante más fino.
Todo esto pasó así como se ha dicho, que Andres en oyendo el soneto, mil celosas imaginaciones le sobresaltaron, no se desmayó, pero perdió la color de manera que viéndole su padre, le dijo:
Pero, ingenuo como era, al punto de ceder por un momento, durante un almuerzo, a la maligna insinuación que los caracoles se comían con cáscara y todo, le parecía conveniente, para dar a sus pesos todo su valor, imponer bien al médico de lo que, por su plata, exigía, y un día que había venido a ver al doctor, con su sobrino, pobre joven, víctima de una de esas enfermedades que, celosas, velan en las puertas del paraíso, le dijo:.
Todo esto pasó así como se ha dicho: que Andrés, en oyendo el soneto, mil celosas imaginaciones le sobresaltaron.
::¡Las perlas, el ámbar y el encendido rubor de las manzanas bajo las hojas celosas, a penas podrían decirte la claridad de sus mejillas debajo del bozo!.
Generalmente las mujeres son menos celosas que los hombres.
Además, las pequeñas bestias son terriblemente celosas y no toleran que la esclava amamante a su propio hijo.
No eran exactamente Ricitos de Oro o Blanca Nieves, mucho menos celosas Campanitas, mas bien Cenicientas.
celosas y suspicaces potestades, sino de dueños hospitalarios y benévolos, a cuyo lado haya lugar para otras manifestaciones de la vida que las que ellos tienen de inmediato bajo su jurisdicción,.
Dijéronme tantas cosas que yo no las sabré referir, mostrándose enamoradas y celosas la una de la otra, a cuya música, sirviendo mi fratiquera de tecla y de fuelles mis cascos, echaba el bellacón una voz por defuera, por defuera digo, siguiendo la metáfora, que por de dentro fue, pues metió en casa el dinero.
creyendo el que ama, en sus celosas iras,.
Un periódico, violando el silencio que la prensa se impusiera, narró en sus columnas un Cuento tártaro, donde, tras harto transparentes cendales, reconocíase a todos, y Julito, llevado de su prurito de llamar la atención, dejose intertiuvar, y narró pintoresca historia en que no faltaron ni las pasiones fuertes de la antigüedad, ni la pira de Dido, ni el veneno de los Borgias, ni aun, aun, penetrando en los dominios de la Mitología, las celosas iras de Juno, persiguiendo implacable a la hija de Inacus, la infortunada Yo, y ni aun aquí paró, pues, ansioso siempre de hacerse notar y de ser parte principal en todo acontecimiento notable, contó las apasionadas confidencias que allí, en el lugar del suceso, y horas antes de él, le hiciera la loca, y así las oraciones de aquel excelso rito de amor rodaron, profanadas, ridiculizadas, escarnecidas, por oficinas y periódicos.
Pudo, en fin, Margarita ostentar sujeto al carro de su triunfo aquel bello adalid, objeto de la envidia de sus celosas compañeras, pudo al fin pasear el Prado colgada de su brazo, llamarse con su apellido, y darle de paso a conocer a él mismo la superioridad a que le había elevado, y el respeto y el amor que le exigía en justa retribución.
Con estos estorbos se enamoraba más don Gaspar, y más el día que veía a Florentina, que no parecía sino que los rayos de sus ojos hacían mayores suertes en su corazón, y le parecía que quien mereciese su belleza, habría llegado al «non plus ultra» de la dicha, y que podría vivir seguro de celosas ofensas.
Pero sus celosas cavilaciones por un lado, y por otro sus cálculos rentísticos, la quitaron el sueño, y en ello tuvo no poca ventura.
De este modo, Señor, podríamos decir que, en concreto los vecinos de La Foz, como reflejo de lo antes mencionado, son personas hospitalarias con los visitantes, solidarias consigo mismo, abiertas a las nuevas corrientes tecnológicas y socioculturales, pero por encima de todo, celosas y amantes de sus más ancestrales tradiciones.
Muchas personas celosas desearían, que la enseñanza y policía de los oficios se arreglase prontamente, y de todo punto.
Pero probablemente, por envidia y celosas de mi suerte para contigo, han ido en busca de mi hija y le han dicho: ¿Tan cansada está de mantenerte tu madre que quiere casarte con un individuo atacado de sarna y de lepra? ¡Entonces le he jurado yo, como tú mismo lo hiciste a tu madre, que no se uniría a ti sin haberte visto completamente desnudo!.
Los héroes de la independencia, una vez coronada con el triunfo de su generosa idea, conquistada la libertad, antes que pensar en cimentarla, uniendo sus esfuerzos, extraviáronse en celosas querellas, y arrastrando a la joven generación en pos de sus errores, devastaron con guerras fratricidas la patria que redimieran con su sangre.
Y Clotilde, pensando en aquello, perdía poco a poco el apetito y el sosiego y tenía siempre llena la cabeza de celosas cavilosidades que el señor Cristóbal parecía querer aventar muchas veces, diciendo:.

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