Ejemplos con bienes

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Vuelvo aquí para despojaros, como a ladrones, de los bienes que disfrutáis por mí! ¡Dios me alarga la vida para que pueda arrancarlos de vuestras manos infames y repartirlos entre mis verdaderos hijos! ¡Salid de esta casa, hijos de Satanás!.
Yo, que considero un robo inicuo la usurpación de los bienes de la tierra por una minoría de privilegiados, no puedo retener a sabiendas un bienestar que pertenece por derecho natural a una criatura infeliz.
Tras éstos, surgían en la interesante cronología los arzobispos guerreros, los prelados de cota de malla y hacha de dos filos, los conquistadores, que, dejando el coro a los humildes, montaban en su trotón de guerra y creían no servir a Dios si en el año no añadían algunas aldeas y montes a los bienes de la Iglesia.
El señor Luna, que por ser simple jardinero no podía imitar al cardenal, siguió viviendo, pero todos los días tomaba un disgusto al saber que, por cantidades irrisorias, algunos moderados de los que no faltaban a la misa mayor iban adquiriendo hoy una casa, mañana un cigarral, al otro una dehesa, fincas todas pertenecientes a la Primada que habían pasado a figurar en los llamados bienes nacionales.
Don Acisclo, cauteloso y prudente, no bien había sabido que doña Luz trataba de casarse, aunque conocía con certeza el nacimiento, la posición y los bienes de D.
Conoce con exactitud los bienes que posees.
Y por último, para el provecho que a los demás hombres puedan traer estos bienes y regalos de los espíritus contemplativos, quiero añadir una consideración de gran peso, a saber, que en ninguna creencia, en ninguna doctrina, se ensalza tanto como en la nuestra la dignidad humana, el ser del hombre, prescindiendo de su valer accidental.
Había sido administrador del marqués de Villafría, durante veinte años lo menos, y se había compuesto de manera que todos los bienes del marquesado habían ido poco a poco pasando de las manos de su señoría a sus manos más ágiles y guardosas.
Ni por donación, ni por testamento, en la hora de su muerte, hallaba medio para compartir con la que era su propia sangre o para legarle al menos bienes que eran suyos y no del tirano que la atormentaba.
Revivía la sangre comercial de su padre, el instinto acaparador de su tío don Juan, y contagiado por la atmósfera de jugadas victoriosas y millonadas de papel que respiraba continuamente en la tienda al lado de su principal, había acabado por decidirse, despreciando los bienes positivos y materiales para lanzarse en la fiebre de la Bolsa.
La vulgaridad consiste en estar muy apegada a los bienes terrenos es decir, en hacerle mimos a la bestia.

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