Ejemplos con ascéticos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

La sociedad megalítica galaica no desarrolló una jerarquización social significativa, como demuestran los ascéticos uniformes de los sepulcros o los enterramientos colectivos, en los que abundan más los útiles de finalidad productiva que los objetos de adorno.
donde se desarrollan argumentos ascéticos y apostólicos de acuerdo con el espíritu específico del Opus Dei.
Hilario, siguiendo la doctrina de san Agustín de Hipona, quiso reorganizar la vida monástica, dedicando una gran parte de su tiempo a ejercicios ascéticos, y fundó monasterios en el territorio que alcanzaba su jurisdicción.
Sus catorce capítulos traducen y concretan el deseo de mayor perfección en una intensificación de la vida contemplativa y comunitaria y en una acentuación de los rasgos ascéticos de la vida religiosa.
Aunque el cambio ideológico no es tan extremo como en otros países, no se rompe abruptamente con la tradición medieval, no desaparece la literatura religiosa, y será en el Renacimiento cuando surjan autores ascéticos y místicos, por ello se habla de un Renacimiento español más original y variado que en el resto de Europa.
La religiosidad de Malón de Chaide es más cercana a lo popular que la de otros autores ascéticos, como su maestro Fray Luis de León.
Este término era habitual para denominar a los mendicantes ascéticos.
Decidió finalmente seguir la premisa de ser un santo de la vida diaria utilizando todos los medios ascéticos que su fundador proponía.
Las señoritas de Salta iban de dos en dos, siguiendo las banderas y estandartes llevados por unos frailes ascéticos que parecían escapados de un cuadro de Zurbarán.
Todavía tenemos espíritus ascéticos que se escandalizan de esta blandura y la llaman ¡sibaritismo!.
A casi nadie se le mostraba, pero ella, que tenía muy rara condición y muy contrarias propensiones en el espíritu activo e infatigable, tal vez después de trotar y galopar y dar saltos peligrosos en su caballo negro, durante dos o tres horas, tal vez después de haber limpiado, bañado y frotado con complacencia su hermoso cuerpo, que del valiente ejercicio había vuelto cubierto de sudor, rebosando ella salud, en todo el brío de la mocedad y en todo el florecimiento de la belleza plástica, se sentía llena de ímpetus ascéticos, y abriendo su cuadro, le contemplaba largo tiempo, y las lágrimas acudían a sus ojos, y acudían a sus rojos labios plegarias inefables que ella murmuraba y apenas articulaba.
Y alzándose de su asiento, en uno de aquellos arrebatos ascéticos que de vez en cuando tenía, abrió doña Luz su famoso cuadro del admirable Cristo muerto y puso sus rojos y frescos labios sobre los labios lívidos de la tremenda imagen.
Al través de la verja se veía, tal en los paisajes ascéticos, la polvorienta carretera que serpenteaba por entre los campos yermos.
Las señoritas de Salta iban de dos en dos, siguiendo las banderas y estandartes llevados por unos frailes ascéticos que parecían escapados de un cuadro de Zurbarán.
Juan se ocupó algún tiempo en comentar los discursos ascéticos y filosóficos de Quevedo, porque aquel genio colosal de las burlas descansaba de su gigantesco reír con seriedades taciturnas.
he aquí el poema misterioso que se deducía de los dos ascéticos.

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