Ejemplos con aseada

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Experto en sistemas de información, su barba aseada y los trajes con corbata son su principal característica.
Sólo hay una casa decente: esa de tres pisos, blanca y aseada, con miradores de hierro, ésa, en cuyo piso terrizo hay una confitería, con su grande y llamativo rótulo, que dice:
Entramos por fin en la casa del curato, que era pequeña y modesta, pero muy aseada y embellecida con un jardincillo, provista de una cuadra y de un corral.
Vestía con aseada modestia, su cuello era carnoso, sus manos bonitas, su voz timbrada con el acento profesional, un tanto campanudo.
La recamarita, aquella que daba al patio, muy aseada y cuca, con su cama albeando, con su aguamanil provisto de todo.
con haber tenido aseada la casa? ¡La casa limpia y el alma negra por el pecado! ¡Toda la pulcritud para uno mismo, todo el trabajo para lo propio, y ni una visita a la casa de Dios, ni un pensamiento para su divina Madre! ¡Da ira el verlo!.
La segunda persona de mi servidumbre era una mujer, una venerable matrona bastante vieja y fea para no incurrir en deslices amorosos, bastante joven y aseada para servir bien y guisar mejor, Marta por lo diligente y entendida en cosas domésticas, Magdalena por lo piadosa.
Agradóme mucho esta gente, que es agigantada, hermosa de rostro, blanca, despejada, muy culta y aseada en su vestido.
Vestía con aseada modestia, su cuello era carnoso, sus manos bonitas, su voz timbrada con el acento profesional, un tanto campanudo.
'''La Poncia''': Ella, la más aseada, ella, la más decente, ella, la más alta.
Si la quería con el fervor de la mocedad, viéndola linda, fresca, aseada, elegante, algo coqueta, consideraba que podría amar sucesiva o simultáneamente a otras muchachas como se presentasen a sus ojos adornadas de los mismos requisitos.
Vivía este matrimonio en casa humilde, pero aseada, y le vendría bien tener un huésped para ayudarse.
La alcoba era estrecha, pero aseada.
Lo primero que Isidora echaba de menos era su doncella, Agustina, tan aseada, tan lista, tan ligera, tan señorita.
Para tener aseada y limpia la región del aire, venía todas las mañanas un empleado del próximo Jardín de Plantas, lo cual le costaba a Viodal un ojo de la cara al cabo del año.
sentado ya en un canapé de la pobre y aseada salita que.
A Mariuca gánanla pocas a trabajadora y aseada.
La casita, situada sobre la falda, era más cómoda que las chozas comunes de aquellos parajes: tenía una aseada salita con su pequeña alcoba, aparte de la diminuta cocina, además, un gallinero bien provisto, el patio muy limpio, adornado con dos o tres matitas de rosa a cuyo pie habían puesto largas guaduas hendidas y llenas de agua para que bebiesen los animales: varios pavos graves y orgullosamente satisfechos, barrían el suelo continuamente con las alas y marchaban por en medio de las prosaicas gallinas que no les hacían caso, o los miraban con cierto aire de burla, cinco o seis perros dormían todo el día cerca de la puerta de la casa y velaban toda la noche cuidando el haber de sus amos.
No sé si tú lo sabías, pero fueron tantas mis instancias, que al fin logré que se empezara a construir una casita, una pequeña choza, aunque aseada y cómoda, en el sitio que indiqué.
Jacinta la panadera salía de la iglesia con su mantilla de franela y su vestido de estameña de Toledo, alegre como una Pascua, y aseada como generalmente lo son las aldeanas del nobilísimo y leal Señorío.
Y, sin embargo, conste que el Padul es una villa alegre y aseada, donde además tuvimos la siempre agradable sorpresa de encontrar a un amigo, último inmigrante en aquella tierra de inmigrados.
Nuestra casucha a orillas del Chili, aseada, fresca y sombreada de higueras y perales, tenía siempre un aire de fiesta, y en los ojos de mi madre brillaba una ternura tan ardiente, que yo equivocaba todo aquello con la felicidad.
Desde aquel instante, una mujer que ya no ha de cumplir el medio siglo, aseada, enjuta de carnes, a medio encanecer y empezándose a arrugar, y muy hacendosa y previsora, según informes, se encarga de las llaves y recibe con ellas una cantidad de dinero para el gasto menudo durante quince días, concluido lo cual recibirá otro tanto, porque Gedeón no quiere, ni debe, ni sabe ocuparse en todas esas prosaicas menudencias.
¡Qué aseada es! Está su cocina que parece que no ha pecado.
La aseada de Jurguillos, que lavaba los huevos para freírlos.

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