Ejemplos con arrepentía

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

por su cobardía, a lo mejor se arrepentía porque le daba susto morir.
Sin embargo, Alejandro sigue insistiendo a Maya que se vayan y ella se niega, confesándole que en el fondo no se arrepentía por la muerte de su esposa, pues quería verla muerta.
En su casa el stalker habla con su mujer y esta hace un monólogo mirando a la cámara en el que dice que no se arrepentía de haberse casado con él, a pesar de todos los prejuicios que la gente le hacía por casarse con un stalker.
La concursante Erin recibió llamadas telefónicas en su trabajo, en el cual ella se arrepentía porque a la disquera en la que trabajaba iba a ir Justin Timberlake.
No se arrepentía de su pasado: no quería arrepentirse.
Freya hizo un ademán de protesta, al mismo tiempo que el marino se arrepentía de su generosidad ¿Por qué favorecer a una mujer que le recordaba la muerte de su hijo? ¿Qué había de común entre los dos? Los viles amores de Nápoles harto los había pagado con su desgracia Que cada uno siguiese su destino, pertenecían a mundos distintos ¿Iba a tener que defenderse toda su vida de esta hembra pegajosa?.
¿Podía ese rebelde, para quien la ley coercitiva no tenía valor, sentirse atado por un escrúpulo enteramente moral? ¿Y no había, en realidad, dejado otras veces a su querida por correr en busca de nuevos placeres? ¿Qué le impedía hacer otro tanto, con mayor libertad que la primera vez? Cierto que había vuelto al lado de la Condesa y la había tratado con mayores consideraciones, pero si esto debía demostrar que estaba arrepentido de sus malos procederes de antes, el mismo arrepentimiento, la presencia de esos escrúpulos en su mente contradecían la hipótesis del asesinato, mal podía desear la muerte de un ser, quien se arrepentía de haberle ocasionado dolores.
Además de haber confesado sus delitos políticos, de los cuales se arrepentía solemnemente, había revelado su crimen pasional de Suiza.
Sabido esto por mi amo, fue más viva la expresión de su inquietud: le vimos atormentado por cruel duda, tan pronto tomaba una resolución, como de ella se arrepentía.
¿Qué horrores iba soltando aquella voz suave é irónica que parecía acariciarla con profundos arañazos? Ahora se arrepentía de haber provocado al impío y hacía señas a Urquiola para que no le contestase.
Sí, era un capricho, pero no se arrepentía de él.
No dejé sin embargo de comprender que Pepe era brusco, de carácter impetuoso, aunque procuraba contenerse o se arrepentía pronto de ciertos arranques para no enojarme.
Las pesetas caían al suelo, y Juanito no se arrepentía de su generosidad.
Después se arrepentía de haber dudado de mi constancia, y llorando me pedía que la perdonara.
¿Era que se arrepentía, o simplemente que la echaba de menos? En vano intentó explicárselo.
El carácter violentísimo de aquella mujer, exacerbado por la continua contemplación de una desgracia, que hacía mayor su melancólica fantasía, la impulsaba a tratar a su marido, a su hija y a muchos de los que la rodeaban, con un despego, con una dureza cruel, de la que en el fondo del corazón, que era bueno, se arrepentía ella al cabo, no siendo fecundo este arrepentimiento sino en nuevos motivos de disgustos y de amarguras.
Ana se sentía caer en un pozo, según ahondaba, ahondaba en los ojos de aquel hombre que tenía allí debajo, le parecía que toda la sangre se le subía a la cabeza, que las ideas se mezclaban y confundían, que las nociones morales se deslucían, que los resortes de la voluntad se aflojaban, y viendo como veía un peligro, y desde luego una imprudencia en hablar así con don Álvaro, en mirarle con deleite que no se ocultaba, en alabarle y abrirle el arca secreta de los deseos y los gustos, no se arrepentía de nada de esto, y se dejaba resbalar, gozándose en caer, como si aquel placer fuese una venganza de antiguas injusticias sociales, de bromas pesadas de la suerte, y sobre todo de la estupidez vetustense que condenaba toda vida que no fuese la monótona, sosa y necia de los insípidos vecinos de la Encimada y la Colonia.
Y Juan, tras este razonamiento, se arregló la corbata, se cepilló las manchas de la levita, se afeitó, se acicaló, en fin, cuanto pudo, y sin reparar mucho en el chocante deterioro de su vestido, pues profesaba, como se deja comprender, el principio de que el hábito no hace al monje, salió de su buhardilla, bajó de cuatro en cuatro los escalones, y se dirigió rápidamente a casa de su antigua novia, negándose a escuchar sus propios recelos por si antes de llegar al término de su viaje se arrepentía de aquella debilidad a que las circunstancias le obligaban a ceder.
Se arrepentía de haber tratado mal a su madre por la mañana.
Había momentos en que se arrepentía del paso que iba a dar.
Se arrepentía bien de veras de haber cedido a las instancias de los diputados, que fueron los que le arrastraron a dar ese paso.
La corte de París, alarmada por tales preparativos, se arrepentía de no haberlos prevenido de antemano.
Por eso Foción el Ateniense, que se había opuesto a los proyectos de Leóstenes, cuando apareció que éste había salido con ellos y vio a los Atenienses que hacían sacrificios y estaban muy hinchados con la victoria, dijo que bien quisiera que por él se hicieran aquellas demostraciones, pero que no mudaba de consejo: siendo aún más decisivo lo ocurrido con Arístides Locrio, uno de los amigos de Platón, el cual, habiéndole pedido Dionisio el mayor a una de sus hijas por mujer, respondió: “Más quisiera ver muerta a mi hija que casada con un tirano”, y después, habiendo hecho Dionisio al cabo de poco tiempo dar muerte a sus hijos, y preguntándole por insulto si estaba todavía en el mismo propósito en cuanto a la concesión de la hija, le contestó que, aunque sentía mucho lo sucedido, no se arrepentía de su anterior respuesta: mas estos rasgos quizás son de una virtud más elevada y más perfecta.
Ya amaba, ya me arrepentía, ya me repetía piadosa, ya me hallaba mejor.
En la cama, en los pocos días que tuvo que permanecer en ella, había resuelto aquella locura, de que no se arrepentía.
Apenas soltaba la frase, Felipe sentía, allá en su interior, algo que no se arrepentía y protestaba.
Juana, pálida a ratos, roja a otros, ya quería entrarse, ya se arrepentía y se quedaba en el umbral.
Después que ella se fuera, ¡qué triste y solitario quedaría todo en mi derredor! Casi me arrepentía de haberla aconsejado que se marchara.
Petaca, pasado ya el acceso de furor, reflexionaba y casi se arrepentía de su dureza porque, a la verdad, matar un pájaro con una escopeta descargada no le parecía ya tan claro y evidente, por muy bien que hiciese la puntería.

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